Desde hace años la noción de desnatado se ha asociado indiscutiblemente con la saludable. No obstante, la evidencia científica y la información nutricional más reciente está apuntando en otra dirección, y en el caso del yogur entero, puede proporcionar más beneficios que el desnatado. La costumbre de despojar a los lácteos de su grasa ha promovido una idea errónea sobre su papel en la alimentación. Muy lejos de ser un enemigo a evitar, la cantidad de grasa del yogur entero promueve una mayor saciedad, provoca un equilibrio metabólico y permite la absorción de las vitaminas que sólo pueden aprovecharse en presencia de grasa.

El valor nutricional del yogur entero

El yogur entero contiene grasa natural que proporciona al organismo energía sostenida y también ayuda a la absorción de las vitaminas liposolubles, como la A, la D, la E y la K. Los ácidos grasos de la leche entera son de gran ayuda a las funciones metabólicas y favorecen la regulación hormonal y la sensación de saciedad; este tipo de grasa también aporta una mayor cremosidad y un sabor más satisfactorio, lo que permite llevar a cabo un consumo moderado de alimentos menos deseables.

Saciedad y control del apetito

Una de las virtudes más favorables que tiene el yogur entero es que logra saciarnos, incluso durante más tiempo. En mantener la cantidad de grasa natural se encuentra la razón por la que su digestión no es tan rápida y ayuda a tener niveles de glucosa sanguínea estables. Los yogures desnatados pueden provocar la sensación de hambre en menos tiempo y esto favorece a la ingesta de más calorías durante el transcurso de la jornada. En las dietas equilibradas, la grasa no es perjudicial, es muy importante para evitar que el hambre provoque picos en la ingesta de alimentos y para mantener una relación más saludable con la comida.

Las desventajas del yogur desnatado

Al extraer la grasa de un yogur se eliminan también determinados compuestos que participan en el tipo de equilibrio nutricional que proporciona el yogur. Este tipo de manipulación modifica el gusto y la textura, así como el valor biológico del yogur. Para paliar estas alteraciones y pérdidas, pues, diferentes versiones desnatadas añaden azúcar, almidón o edulcorantes, pero facilitan el cambio de un perfil nutricional que puede perjudicar la microbiota intestinal y tener efectos igualmente negativos en el metabolismo.

Por qué no siempre es la mejor opción

El yogur desnatado podría resultar apropiado en situaciones muy específicas, como pueden ser algunas dietas médicas o alguna estrategia terapéutica como la que se prescribe para la hipercolesterolemia familiar. Sin embargo, en la población general no hay evidencias contundentes que certifiquen que los productos desnatados sean más beneficiosos que los que conservan la grasa. En periodos de desarrollo como son la infancia, la adolescencia o la vejez, la grasa láctea aporta energía y nutrientes básicos con funciones muy potentes en el desarrollo neurológico, hormonal y corporal en general, de aquí que la eliminación podría tener efectos negativos.

Los productos ‘light’ bajo la lupa

Es importante no confundir lo que significa la etiqueta light y no se puede decir que sea sinónimo de sano. La etiqueta light indica que un producto tiene, como mínimo, un 30% menos de calorías o menos de grasa que su versión original, pero la dieta se mantiene igual o más desequilibrada. Por ejemplos, algunos productores pueden utilizar los azúcares o aditivos en lugar de la grasa; así logran alterar el equilibrio natural de los nutrientes.

La clave está en la elección consciente

Elegir alimentos frescos, naturales y con poco procesados sigue siendo lo más saludable. Para los lácteos, se podría decir que un yogur entero y sin azúcares añadidos es preferible a un desnatado o light; priorizar la calidad antes que la marca nos garantiza tener un tipo de alimentación más real y beneficiosa para el organismo.