Antes de comer cualquier pieza de fruta, lo normal es lavarla, algo habitual entre los consumidores. Pero hay una excepción que se le escapa a la mayoría, el kiwi; el pequeño tesoro verde tan apreciado en desayunos y batidos puede esconder una trampa silenciosa si omitimos un paso básico antes de comerlo, el de no lavarlo antes de pelarlo o cortarlo.
La fruta que engaña por su aspecto
Por lo normal cuando se observa un kiwi este parece ser inocente debido a su piel gruesa, áspera y con pelos, lo que hace pensar que el simple pelado eliminará los residuos dañinos que pudieran haberse acumulado en él. En consecuencia, esa seguridad engañosa ha llevado a muchos consumidores a no lavarlo. A pesar de que la cáscara no se suele consumir, la superficie de esta actúa como un imán para plagas, polvo y microorganismos.
Cortar el kiwi sin lavarlo, hace que el cuchillo transferirá la suciedad y los patógenos desde la piel hasta la pulpa. Un gesto así de simple aumenta el riesgo de contaminación cruzada y convierte un alimento saludable en un posible foco de infecciones. Por tanto la limpieza previa es esencial.
La importancia de lavar incluso la fruta que no se pela
La mayoría de los alimentos con una cáscara muy gruesa —por ejemplo, los melones o los aguacates— también deben lavarse antes de cortarlos. En el caso del kiwi, la esencia peluda atrapa aún más impurezas. Lavar esta fruta protege la pulpa interior, la única parte que se come. Así, la higiene correspondiente se convierte en un procedimiento que nos permite beneficiarnos del kiwi, rico en vitamina C, fibra y antioxidantes, sin que aquello que nos ofrece esta fruta se vea empañado por un descuido que es evitable.
Cómo limpiar correctamente el kiwi
Para eliminar cualquier resto de pesticidas o suciedad, el kiwi necesita un poco más que un simple enjuague. Lo mejor es frotar suavemente la superficie bajo el agua con un cepillo de cerdas suaves. De este modo, se eliminan los restos que se depositan entre los pelos de la piel, además de reducir las posibilidades de contaminación a la hora de cortar la fruta.
Una vez realizado el proceso de limpieza, puede secarse mediante papel de cocina antes de ofrecerlo pelado o bien puede consumirse también con piel, si lo que se busca es sacarle más partido y aprovechar su extra de fibra que aporta. Un pequeño gesto asegura una experiencia más sana y seguro en el consumo sin modificar la textura ni el sabor.
Un hábito sencillo con gran impacto en la salud
El kiwi, lavarlo, no demanda grandes esfuerzos pero sí hace que hayan grandes cambios. Como ocurre con cualquier otra fruta, la limpieza adecuada evita que los residuos químicos y los microorganismos, invisibles al ojo humano, se cuelen en nuestro organismo. Eso puede conllevar molestias digestivas o bien infecciones. Llevar a cabo esta acción contribuye a aumentar las propiedades nutricionales y disfrutarlo sin miedos en batidos, ensaladas o postres.
La fruta necesita atención
El kiwi es una fruta que se caracteriza por un alto contenido en vitamina C, en potasio en y antioxidantes; su consumo habitual refuerza el sistema inmunológico, mejora el tránsito intestinal y favorece la salud del sistema cardiovascular, pero presenta todos estos beneficios si la fruta llega limpia al plato.
La higiene para aprovechar los beneficios
Un kiwi bien lavado mantiene su propiedad y se transforma en un complemento idóneo para una dieta equilibrada. Habituarse a lavarlo representa una forma de proteger la salud y facilitar una cultura alimentaria más responsable. Una fruta tan sana debe recibir el mismo cuidado que cualquier otra pieza.
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