La piel del cacahuete suele termina en la basura sin que nos planteemos lo que representa ese gesto. Ese envoltorio fino y rojizo, condensa una parte esencial del valor nutricional de esta legumbre con alma de fruto seco y consumirlo ofrece beneficios que ayudan a la salud a la larga y que mejora la experiencia nutricional de un alimento clave en cualquier despensa.
Los cacahuetes en la dieta
El cacahuete, la semilla comestible de la planta Arachis hypogaea, constituye una legumbre, aunque debido a su densa composición nutricional se asemeja más a un fruto seco. Esta doble condición, la de legumbre y fruto seco, es la que da lugar a un elemento idóneo en la cocina, especialmente interesante para las personas que buscan un alimento completo. Su combinación de proteínas, grasas saludables y de micronutrientes lo convierte en uno de los alimentos más eficientes a la hora de complementar la alimentación del día a día.
Un perfil nutricional difícil de igualar
El cacahuete proporciona un aporte destacado de albúmina, una fracción de la proteína vegetal que puede compararse con la de los productos de origen animal. A su vez, hay que añadir el contenido en grasas saludables que ayudan al balance metabólico y aportan sensación de saciedad. Su ratio de fibra, fósforo, potasio, zinc, magnesio, niacina, tiamina, folatos y de las vitaminas E y B6 lo convierten en un buen recurso para deportistas, personas vegetarianas y niños en etapa de crecimiento. Por todo esto, la mejora de su perfil lo convierte en un buen aliado para el mantenimiento del correcto funcionamiento del cuerpo.
Beneficios de la piel
La cáscara del cacahuete, además, contiene una de las más altas concentraciones de polifenoles y de flavonoides que se encuentran en los alimentos de consumo habitual. Destaca entre ellos el resveratrol, antioxidante que ha sido relacionado con la protección celular respecto al envejecimiento y al equilibrio inflamatorio del organismo. Este compuesto, presente también en el vino tinto y en las uvas, ejerce una acción de escudo natural contra la actividad de los radicales libres. Por tanto, si se decide desechar la piel, vamos a dejar de lado una parte importante de esta protección.
Para el corazón y el bienestar
El binomio de antioxidantes naturales y de vitaminas y otros minerales fundamentales favorece el funcionamiento del sistema circulatorio. El cacahuete, consumido junto a su piel, contribuye a frenar situaciones inflamatorias o a conservar la cadencia habitual del organismo. Los componentes taninos y fenólicos otorgan un efecto antimicrobiano y, a su vez, también antiinflamatorio, por lo que se vincula con la existencia del bienestar cotidiano. La piel es mucho más que un mero recubrimiento, es un suplemento natural.
Consumo de cacahuetes
El cacahuete es fuente de fibra insoluble, la cual contribuye al movimiento de las heces y, al mismo tiempo, es el alimento de la microbiota, lo que resulta importante para mantener la digestión equilibrada. Si la piel se conserva al consumirlo, el efecto es mayor, aumenta la sensación de saciedad controlando la ingesta de alimentos al cabo del día. Con 30 gramos de esta comida, será suficiente para que las personas puedan beneficiarse de las propiedades de la misma, sin comer en exceso.
La mejor manera de consumirlos
Se pueden consumir como alternativa que maximizan el rendimiento de los cacahuetes naturales o fritos. Evitando el uso de frituras, sal añadida o recubrimientos azucarados, el alimento conserva su equilibrio y su auténtico poder antioxidante; comerse la piel añade un extra de poder nutricional sin alterar el sabor ni la textura.
La piel del cacahuete es un elemento básico del alimento. Mantenerla en su plato implica añadir una mejoría natural, accesible y útil para la salud.
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