Frotarse los ojos cuando se sienten cansados o bien cuando pican, es un gesto tan automático como banal. Ahora bien, este instante de placer conlleva, a fuerza de repetirse, un posible efecto nocivo en el estado de salud visual. Frotar los ojos, al fin y al cabo, reproduce constantemente una serie de pequeñas alteraciones de las estructuras más frágiles del ojo y puede provocar la llegada de problemas que, en ocasiones, son difíciles de corregir. Conocer el riesgo ayuda a tomar conciencia para proteger así nuestra visión de forma más efectiva para el largo plazo.

Frotarse los ojos habitualmente

La función de la córnea en el ojo humano consta en el hecho de que es una lente natural, lente que tiende a permitir un enfoque nítido. Cuando una persona frota sus ojos con fuerza y lo hace de manera reiterativa, esa persona estará aplicando la misma presión sobre la superficie corneal. A la larga, esa presión corneal también puede ser capaz de deformar la córnea de manera que ésta acabe perdiendo su forma regular. Esa alteración origina una visión borrosa y distorsionada que no siempre se corrige con gafas ordinarias.

Riesgo de desarrollar queratocono

El queratocono se manifiesta cuando la córnea se encuentra más fina o más irregularmente deformada. El frotado fuerte predomina en la configuración de esta deformación, sobre todo en personas jóvenes o con ciertos antecedentes familiares de queratocono. Las etapas de la adolescencia y la juventud suelen tener un progreso más rápido en esta enfermedad, debido a la vulnerabilidad del tejido corneal sometido a frotados repetidos.

Otros daños asociados con los ojos

Las manos están permanentemente en contacto con gérmenes, polvo y alérgenos; al frotarnos los ojos, estas partículas, o gérmenes, llegan con facilidad a la superficie ocular. Esta acción aumenta la probabilidad de padecer infecciones, conjuntivitis y pequeñas lesiones (erosiones corneales). Por otro lado, la fricción puede provocar el enrojecimiento y la inflamación persistente, que a su vez ocasionan una continua sensación de malestar.

Cambios en la presión ocular

La presión que se ejerce frotándose los ojos es también capaz de modificar la presión, de modo que provoque una alteración puntual de la presión dentro del ojo. En personas con que el nervio óptico tenga problemas, lo que puede ser algo no muy dañino tampoco, el hecho de ejercitar este aumento de la presión de forma repetida habitualmente, puede contribuir a la carga a una estructura extremadamente sensible como esta.

Cómo proteger los ojos

El picor y la sensación de cuerpo extraño en los ojos son el principal motivo que lleva a frotarse los ojos. Para aliviar el picor, lo adecuado es eliminar la causa que lo provoca, y ayudarse con suero fisiológico frío para eliminar alérgenos y calmar dicha irritación. Igualmente hacer uso de lágrimas artificiales puede mantener la superficie ocular hidratada y disminuir esa sensación de sequedad que incita a tocarse los ojos.

Educación y prevención

Desde bien pequeños es fundamental conseguir no tener este hábito. Cuantos más se les enseñe a no frotarse los ojos a niños, adolescentes o incluso adultos, menor es el riesgo de padecer estos problemas. Una postura para dormir boca arriba, no dejar caer las manos sobre la cara o realizar una buena higiene ocular, son consejos muy sencillos que sirven para proteger la córnea. Si las molestias persisten, la evaluación clínica permite ofrecer un tratamiento específico y contrarrestar el hábito de frotarse los ojos.

La costumbre de frotarse los ojos de manera más o menos habitual no es un acto inocente. La repetición de este acto puede, a la larga, provocar alteraciones visuales, infecciones o enfermedades corneales que afectan a la calidad de vida. Por tanto, adquirir unos hábitos de higiene ocular y saber atender las señales que muestran los ojos puede ayudar a mantener una visión más sana y mucho más tiempo.