Las molestias digestivas forman parte del día a día de mucha gente y ponen en jaque el bienestar general más de lo que parece. La hinchazón, los gases, el ardor, las digestiones lentas… suelen tener un origen habitual poco saludable que se repite en el tiempo. Mejorarlo es más fácil de lo que parece y solo hay que observar unas reglas claras, pensadas para integrarse en la rutina diaria, y así mantener en equilibrio el sistema digestivo a largo plazo, sin ayunos excesivos ni ataques de hambre difíciles de sostener.
Equilibrio digestivo
Una adecuada hidratación sostiene todo el proceso digestivo. El agua colabora desde la masticación al eliminar residuos, es importante para facilitar la absorción de las sustancias que componen los alimentos y equilibrar el movimiento de los alimentos en el aparato digestivo. Beber a lo largo del día, sin esperar a tener sed, ayuda a evitar el estreñimiento y a eliminar la sensación de pesadez tras las comidas.
Ritmos y constancia
Comer siempre a la misma hora. Así, el organismo tiene un tiempo para anticipar la tarea de la digestión. Comer lento y sin distracciones ayuda a aumentar la tolerancia a los alimentos y mejora la inflamación abdominal. La regularidad establece un clima más predecible, más eficaz y mejor dotado para la digestión.
Hábitos digestivos
Los alimentos de cáscara, los vegetales frescos, con fibra y grasas saludables favorecen la digestión. Todos ellos favorecen las cocciones suaves: horno, vapor, plancha; son las mejores maneras de reducir la carga digestiva y evitar irritaciones (menores cantidades de grasas no siempre son sinónimo de mayor cantidad de fibras, etc.). Estos sencillos cambios cotidianos nos llevarán a tener mejoras visibles en pocas semanas.
Movimiento todos los días
La práctica de andar media hora al día activa el intestino y hace más cortas las digestiones pesadas. Subir escaleras o moverse después de las comidas evita que estén llenos y ayuda a regular la digestión. La actividad moderada es suficiente siempre y cuando se lleve a cabo de manera continuada.
Rutinas para el aparato digestivo
El consumo moderado de legumbres y de frutos secos, incrementa la ingestión de fibra, y contribuye a mantener un aporte energético de manera constante. Preparar bien estos alimentos de forma sencilla ayuda a una mejor tolerancia y a evitar molestias en el tracto digestivo. Introducir legumbres, poco a poco, es una forma eficaz de incrementar la salud intestinal sin el inconveniente del gas.
Ejercicio y control corporal
Practicar deporte varias veces por semana activa el aparato digestivo y ayuda a mantener un peso saludable. Diez minutos de actividad diaria son más beneficiosos que sesiones largas de manera poco frecuente. El cuerpo celebra la continuidad y se manifiesta con digestiones más suaves.
Proteger la digestión
Ir al baño a la misma hora cada día ayuda al intestino a acostumbrarse y evita los bloqueos. También dedicar dos o tres minutos de atención después de las comidas, relajado, en un entorno tranquilo, facilita la educación a la hora de crear rutinas gratificantes que, en el largo plazo, ayuden en el tránsito intestinal.
Lo que conviene eliminar
El exceso de estrés, el consumo excesivo de grasas, el fumar y la innecesaria toma de laxantes deterioran la digestión el evitar estos hábitos permite que el sistema digestivo realice su función de forma más apropiada. La continuada constancia de estos cuatro pasos hace cambiar la relación con la digestión a la vez que mejora la calidad de vida de forma paulatina y estable. Estos cambios mantenidos, refuerzan el bienestar general, la energía del día a día y ayudan a sentirse mejor por dentro y por fuera.
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