Las altas temperaturas del verano, el cambio de rutinas y una alimentación más distendida pueden generar una incómoda sensación de inflamación abdominal. Para mitigarla la clave reside en optar por alimentos ligeros, hidratantes y ricos en fibra. Y, de entre ellos, hay especialmente una fruta que destaca por su poderoso efecto para contribuir a la digestión, mejorar la retención de líquidos y favorecer la epidermis, el albaricoque. Este pequeño tesoro de temporada se convierte en el mejor aliado para quienes buscan sentirse algo más livianos y mantener un funcionamiento intestinal óptimo en esta época de calor.
Los beneficios digestivos de esta fruta
El albaricoque es un alimento rico en contenido de fibra soluble e insoluble, convirtiéndose en un alimento indispensable si se quiere mejorar el tránsito intestinal. De este modo, favorece la regularidad del tracto digestivo y disminuye esa sensación de pesadez que aparece en ocasiones durante la estación calurosa. La fibra sirve, además, como alimento para la microbiota intestinal, favoreciendo el equilibrio del ecosistema digestivo.
Un remedio natural contra el estreñimiento
Ya sea fresco o en su variante seca, el albaricoque contribuye al tratamiento del estreñimiento por su alto contenido en fibra y por su contenido en azúcares naturales. Esta fruta contribuye a la mejora del tránsito intestinal, haciendo de ella un regalo para aquellos que sufren de digestiones lentas o de molestias digestivas provocadas por la combinación del cuerpo humano con el calor o la retención de líquidos.
El albaricoque, fruta ligera que sacia
Con escasas 20 calorías por unidad, el albaricoque se convierte en una opción saciante y ligera, idónea para llevar como tentempié o bien para añadir a ensaladas, yogures o meriendas. Está constituido mayoritariamente por hidratos de carbono de forma moderada, así como por una gran representación de agua, de la que podemos sacarle partido en las ingestas fuera de las comidas; contribuyendo así por una parte a la hidratación y a conseguir un buen equilibrio en el organismo y sin sobrecargarlo.
Aliado de la salud intestinal
Otro de los beneficios fundamentales que proporciona es la baja cantidad de fructosa que contiene, por lo que es más aceptado para las personas con digestión delicada o sensibilidad a este tipo de azúcar. También colabora en la disminución de la inflamación intestinal, favoreciendo un abdomen más plano y una sensación de ligereza de manera continua. Comer albaricoques de forma habitual en la dieta favorece el hecho de poder modular la microbiota y mejorar el bienestar digestivo general.
Una fruta que también cuida la piel
Así pues, el albaricoque, además de contar con sus virtudes digestivas, contiene betacarotenos, los cuales, una vez en contacto con el cuerpo, son transformados por éste en vitamina A. Dicha vitamina resulta ser un nutriente esencial para la piel, ya que promueve la regeneración celular e incrementa el bronceado, además de mejorar la resistencia de la piel a la acción de los rayos solares.
Acción antioxidante para una piel luminosa
Los betacarotenos también son antioxidantes, que ayudan a eliminar los radicales libres que se generan tras la exposición solar. Su ingesta habitual favorece una piel más elástica, más luminosa y más protegida en el transcurso de las jornadas estivales. Por tanto, esta fruta no solo calma el vientre, sino que se convierte por tanto en uno de los gestos de cuidado estético desde el interior.
Incorporar albaricoques en la alimentación veraniega no solo contribuye a proporcionar sabor y frescura (la fruta tímida con una gran cantidad de vitamina C, por cierto), sino que también ayuda a luchar frente a las molestas hinchazones abdominales, cuidar el cutis, mantener el estado de bienestar en general y qué decir de dar fibra, ya que su piel es comestible, aspectos muy valorados en esta época calurosa. Una fruta simple, estacional y repleta de beneficios se convierte así en la mejor amiga para pasar el verano sin ningún tipo de molestias.
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