Dormir en la misma posición tiene un efecto acumulativo en la piel, que bien podría parecer una acción inocente, pero acaba afectando la distribución de la grasa subcutánea, potenciando la flacidez de la piel y el acentuado de las líneas de expresión. No lo hace de inmediato, evidentemente, pero llegado el momento sí puede llegar a ser visible, sobre todo si a eso se le suman otros elementos de estrés o falta de cuidados diarios.
Cómo la postura al dormir acaba por cambiar la cara
El "pillowing", se refiere al hecho de dormir con la cara siempre apoyada en la misma parte de la almohada. Por lo tanto, la presión sobre ella genera esa compresión de la piel y de los tejidos blandos y, de este modo, la pérdida de un poco de volumen y asimetría. No es una deformación inminente, pero sí puede existir una diferencia más que notable entre un lado y el otro del rostro.
Consecuencias a largo plazo
El paso del tiempo potencia la caída de la mejilla que recibe la presión, realiza la definición del contorno facial y hace mucho más visibles las arrugas finas. La piel sufre la fricción, sobre todo si no se emplea fundas de materiales suaves. La suma de estos cambios es lenta, por eso las personas no lo perciben hasta pasados algunos años.
Los hábitos nocturnos que envejecen la cara
Dormir de lado o boca abajo ejercerá una presión prolongada sobre un mismo sector de la cara. Nuevamente, el hecho de tener una mano colocada debajo del rostro a lo largo de la noche puede favorecer la aparición de pliegues en la piel. En individuos con una dermis seca o una restricción de colágeno, el deterioro se verá acentuado, pues la elasticidad de la piel es de bajísima calidad.
Componentes que han de acentuar el desgaste
El consumo del tabaco o alcohol, un consumo excesivo de café, la deshidratación habitual y no utilizar protectores solares son factores que favorecen el desgaste. Pero si a estos inconvenientes les añadimos el dormir en la misma posición siempre, los signos del envejecimiento pueden aparecer antes de lo que se preveía y pueden resultar incluso más visibles.
Cómo proteger la piel y evitar la asimetría facial
La mejor forma de prevenir el impacto de la postura es dormir correctamente boca arriba y evitar la directriz de la propia compresión de la cara. Si eso supone una dificultad, alternar los costados cada noche puede ayudar a que la presión se reparta. Uso de almohadas ergonómicas y sábanas de seda o de satén favorecen que haya menos fricción, la piel se encuentra menos presionada provocando que las arrugas vayan a ser menos evidentes.
El cuidado diario marca la diferencia
Una rutina de limpieza e hidratación antes de irse a dormir consolida la naturaleza de esta barrera, y por lo tanto se encuentra estimulada ante la posibilidad de sufrir las consecuencias. El uso diario del protector solar, así sea en el interior, frena el desgaste del colágeno. Complementar ese estilo de cuidados también con masajes de forma manual favorecen la circulación y ayudan a mantener la rojez en el rostro y la firmeza.
Dormir bien es descansar pero también cuidar la postura para no tener cambios no deseados en la piel. La prevención es la solución, y basta con hacer pequeños cambios en la manera de dormir y tener una continuidad y constancia de esos hábitos en la rutina diaria; la diferencia se notará con el tiempo y la piel de la cara se mantendrá con menos arrugas y menos signos de envejecimiento durante mucho más tiempo.
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