Las patatas fritas han llegado a ser parte de los platos más tradicionales. Su sabor salado y su textura crujiente les hacen llegar a ser irresistibles. Sin embargo, tomar este alimento de forma diaria puede traer importantes consecuencias para la salud. Nos gusten o no, tomar patatas fritas de forma ocasional no es una opción preocupante, pero hacer de este alimento un elemento habitual en nuestra dieta lleva asociadas cierta serie de riesgos que nos repercuten en el peso, el corazón, el metabolismo e incluso la piel.  

Efectos de las patatas fritas en la salud  

Aumento de peso

Las patatas fritas concentran calorías en un volumen pequeño. Este hecho permite la posibilidad de aumentar la ingesta calórica sin percibirlo. Por este motivo, el resultado más habitual en este tipo de casos es el aumento de peso progresivo que puede derivar en casos de obesidad y, por tanto, dificulta el poder controlar la propia alimentación.

Riesgo cardiovascular alto

La combinación de grasas saturadas y sodio que poseen las patatas fritas favorece la hipertensión y la formación de placa en las arterias. Con el tiempo, este efecto aumenta la probabilidad de sufrir aterosclerosis o enfermedad coronaria, convirtiendo a este alimento en un enemigo directo del corazón si se ingiere de forma habitual.

Consecuencias de comer patatas fritas todos los días

Problemas de colesterol

Una ingesta continuada de alimentos fritos, como por ejemplo las patatas fritas, puede cambiar los niveles de colesterol, aumentando el colesterol LDL o “malo” y disminuyendo el colesterol HDL protector, lo cual se traduce en una mayor posibilidad de tener complicaciones en la salud cardiovascular.

Problemas en la digestión frecuentes

Las patatas fritas aportan una cantidad de fibra muy escasa. E incluso una ingesta frecuente puede inducir algunas molestias digestivas y causar estreñimiento. Asimismo, el consumo de altas dosis de grasas dificultará la digestión y provocará una sensación de pesadez que afectará al bienestar habitual. Y a medio plazo, esta sobredosis puede incluso alterar la microbiota intestinal.

Más efectos negativos de las patatas fritas

Diabetes de tipo 2

La ingesta frecuente de patatas fritas favorece la resistencia a la insulina, lo cual da lugar a un riesgo mayor para tener diabetes de tipo 2. El aporte excesivo de calorías y grasas actúa directamente sobre el metabolismo y sobre el control de la glucosa en sangre y hace que se debiliten los mecanismos de control naturales del organismo.

Aparición de sustancias dañinas e inflamación

Cuando se llevan a cabo cocciones a altas temperaturas como las de las patatas fritas, a partir de los hidratos de carbono presentes en ellas se produce acrilamida, un compuesto calificado como potencialmente carcinogénico. Hay que añadir además sus capacidades de generar procesos inflamatorios en el organismo, lo que se ha relacionado con enfermedades crónicas. Todo ello hace más evidente la necesidad de limitar su presencia en el menú diario y natural.

Una dieta desequilibrada y sus consecuencias

El consumo habitual de patatas fritas hace que se dejen de lado las alternativas ricas en vitaminas, minerales y proteínas. Este intercambio hace que se empobrezca la calidad de la dieta y que se defrauden carencias alimenticias en poco tiempo. La poca variedad alimentaria hace que se minimicen las capacidades de nuestro organismo para llevar a cabo su funcionamiento.

Impacto en la piel y relación con la adicción

Una dieta con una alta concentración de grasas y frituras incrementa notablemente la aparición de acné y, además, los cambios en la piel. Por si esto fuese poco, las patatas fritas son alimentos pertenecientes al grupo de los denominados alimentos “hiperpalatables”, que están diseñados para provocar sensaciones instantáneas de placer. Esto favorece la continuidad del consumo y genera hábitos de alimentación compulsiva muy difíciles de manejar.