Sin duda alguna, las croquetas son uno de esos platos irresistibles de la cocina tradicional española. Crujientes por fuera, cremosas por dentro, y con un sinfín de maneras de prepararlas, dan muchísima pereza rechazarlas. Pero es cierto que al establecer la croqueta como uno de los alimentos más comunes de tu dieta, tu cuerpo empieza a notar los efectos, desde las calorías que puede llegar a aportar, hasta el efecto que puede tener a nivel de la digestión, pasando por las recetas más saludables que, aun así, hacen que puedas degustarlas sin ningún tipo de remordimiento. Esto es todo lo que tienes que saber.

Los efectos de las croquetas

Calorías a toda velocidad

Cada croqueta puede aportar entre 53 y 59 calorías, según el relleno que tengan; si calculamos que una ración media son unas seis croquetas, entonces la cifra se puede elevar entre las 318 hasta las 354 calorías, que equivalen casi a la cantidad de una comida ligera. Conviene indicar que el problema no es a la hora de hacer una comida sino en el caso de que esto se vuelva una costumbre: si le añades más y no contrarrestas el tema con un poco de ejercicio, el aporte calórico de las croquetas se traduce en aumento del peso, en acumulación de grasa abdominal, y en la posibilidad de iniciar un camino de no retorno con la dieta.

Digestión más pesada

El rebozado y la fritura convierten a las croquetas en un plato más complicado de digerir; el aceite a alta temperatura forma compuestos como la acrilamida, que no es muy recomendable para la salud; de hecho si te comes varias croquetas para cenar, notarás digestiones lentas, reflujo o pesadez nocturna.

Comer croquetas de forma sana  

Una de las dudas más comunes es si cuando cocinas las croquetas al horno se vuelven más saludables. La respuesta es sí: al cocinarlas al horno reduces la cantidad de aceite que las croquetas llevan, y parte de esos compuestos que producen cuando se fríen. Eso no quiere decir que sean “fit”, pero sí que son más ligeras. La clave está precisamente en no caer en el error de prepararlas diariamente solo porque utilices técnicas de cocción más sanas.

Rellenos alternativos y bechamel ligera

Puedes bajar el impacto calórico introduciendo pequeños cambios; cambia la harina refinada por integral, elige leche desnatada o vegetal y amplifica el uso de aceite de oliva en la bechamel frente a la mantequilla. Los rellenos de verduras de hojaldre como espinacas, setas o calabacín son un buen recurso para incrementar la fibra y los nutrientes, preservando el buen sabor.

Quemar las croquetas

Si te comes seis croquetas vas a tener que hacer unos 42 minutos de bici, 30 minutos de carrera, o casi dos horas de limpiar la casa a fondo para equilibrar sus calorías. Esto pone de manifiesto que el gasto energético que conllevan no es para nada despreciable y deberías tener en cuenta el balance entre lo que comes y lo que gastas.

Placer y salud

La satisfacción no tiene por qué estar reñida con la nutrición; incluso comer croquetas de vez en cuando no arruina tu alimentación; si las croquetas forman parte de tu repertorio semanal pero no las tomas de forma controlada, entonces sí que pueden generar consecuencias. Todo esto se puede resumir en consumir croquetas en ocasiones especiales y acompañarla con verduras o ensaladas como parte equilibrada del menú.

Por lo tanto las croquetas son un placer culinario que tiene cabida en la mesa pero no cada día; tu cuerpo te dará las gracias si mantienes cierto equilibrio eligiendo preparaciones más saludables y manteniéndote activo para que puedas compensar sus efectos.