La miopía es uno de los trastornos visuales más frecuentes en todo el planeta y su incidencia continúa incrementándose de forma alarmante. Se estima que para el año 2030 más de 3.300 millones de personas verán afectada su visión, convirtiendo su prevención en un aspecto prioritario en el ámbito de la salud pública. Además de los factores genéticos y del tiempo excesivo que pasamos ante una pantalla, la alimentación puede ser una de las claves para frenar su avance. Una dieta equilibrada y rica en algunos nutrientes evitaría la progresión de la miopía, sobre todo en individuos jóvenes, niños o adolescentes.
Nutrientes que frena la miopía
La vitamina A es clave para el buen funcionamiento de la retina, ya que interviene en la formación de la rodopsina, uno de los pigmentos casi imprescindibles para la visión nocturna. La vitamina A está presente en la zanahoria, el boniato, las espinacas, el hígado, el huevo y el queso curado. El zinc favorece la conversión de la vitamina A en retinal y se localiza en carnes, frutos secos, legumbres y cereales integrales. Mantener los niveles adecuados de ambos nutrientes puede ayudar en la prevención de alteraciones visuales y contribuir a la óptima salud ocular desde edades tempranas.
Vitaminas C, E y B9 frente al estrés oxidativo
El daño oxidativo en los tejidos oculares es otro de los factores que contribuyen a la progresión de la miopía. Las vitaminas C y E son antioxidantes, capaces de proteger las células de la retina; y el ácido fólico (B9) favorece el correcto metabolismo celular. Este tipo de nutrientes se obtienen de los alimentos como los cítricos, los frutos rojos, las verduras de hoja verde, los frutos secos y los cereales integrales. Una dieta rica en estas vitaminas reduce las posibilidades de que la vista se deteriore más rápidamente en la infancia y la adolescencia.
Nutrición y miopía
Los diferentes estudios dicen que los ácidos grasos omega-3, que se encuentran en pescado graso como el atún, la caballa o las sardinas, disminuyen el riesgo de desarrollar una miopía grave. Estos lípidos forman parte de las membranas celulares de la retina y ayudan a mantener su elasticidad y su adecuado funcionamiento. Los expertos indican que hay que tomar entre tres y cuatro raciones de pescado a la semana, eligiendo preferentemente las más ricas en omega-3 y evitando el pescado con un alto contenido de mercurio en la dieta infantil.
Evitar las grasas saturadas
El abuso de las grasas saturadas (embutidos, bollería industrial, chocolates, aceite de coco o aceite de palma) se correlaciona con un mayor riesgo de progresión de la miopía. Estas grasas, además, fomentan procesos inflamatorios que favorecen las alteraciones de los tejidos oculares y del equilibrio metabólico. Disminuir la ingesta de grasas saturadas en la alimentación familiar es una buena práctica que contribuye a cuidar la salud ocular y a mantener el peso, el cual también propicia que la miopía avance.
Hábitos y dieta para prevenir la miopía
El sobrepeso y la obesidad incrementan la prevalencia de miopía en adolescentes, según los análisis de más de un millón de jóvenes. Mantener el equilibrio entre la energía que se ingiere y la cantidad de energía que se gasta edifica una práctica que frena el deterioro de la visión. Una dieta rica en fibra, proteínas de calidad y baja en grasas saturadas refuerza la práctica del equilibrio energético y ayuda a cuidar el estado de salud.
Actividad al aire libre y pantalla
A pesar de que la dieta tiene un papel relevante, para la prevención de la miopía se debe promover que los niños y los adolescentes practiquen al menos 90 minutos de actividad al aire libre al día. La luz natural y la actividad en el exterior favorecen el correcto desarrollo ocular y una menor elongación del ojo, responsable de la miopía. Y, por otra parte, reducir el tiempo frente a pantallas, alternando tareas de visión de cerca con descansos, es clave para cuidar de la salud ocular de los más pequeños.
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