Cuidar la salud del hígado es muy importante para poder disfrutar del bienestar general y prevenir complicaciones a largo plazo. El hígado graso, que es el tipo de enfermedad hepática más frecuente hoy día, puede desarrollarse silenciosamente y causar problemas muy graves si no se actúa a tiempo. Lo bueno es que se puede prevenir su aparición y mejorar su evolución cuando ya está presente con cambios sencillos y sostenidos en el estilo de vida para proteger así el buen funcionamiento de uno de los órganos más importantes del cuerpo.
Prevención del hígado graso
El hígado graso se debe a la acumulación de una cantidad excesiva de grasa en las células del hígado, y afecta a millones de personas -en muchos casos pasa desapercibido durante años-. Si avanza sin límites podrá evolucionar hasta la inflamación, la fibrosis, la cirrosis e incluso el cáncer de hígado, con efectos que perjudican negativamente la salud.
Factores de riesgo
Aunque a menudo se presenta en personas que no consumen alcohol, tiene una frecuencia mayor en aquellas personas con sobrepeso y en personas obesas, así como en pacientes que sufren de diabetes tipo 2 o del síndrome metabólico. Una dieta llena de ultraprocesados, el sedentarismo, una alimentación con alto contenido en azúcares simples y adoptar hábitos no saludables contribuyen de forma directa al desarrollo de esta enfermedad metabólica que avanza de forma silenciosa.
Hábitos para prevenir el hígado graso
Los azúcares libres presentes en refrescos, en bollería y en los productos ultraprocesados promueven la acumulación de grasa en el hígado. Reemplazarlos por frutas frescas, cereales integrales, agua se presenta como una táctica de gran eficacia para disminuir la posibilidad de que la esteatosis del hígado pueda reproducirse.
Evitar el alcohol
El alcohol es un factor hacia la lesión hepática de etiología directa, aunque sean pequeñas cantidades. Limitar o evitar el alcohol protege el hígado y evita la posibilidad de que se produzcan lesiones irreversibles en el hígado; las lesiones de este tipo son incapaces de recuperarse. Esto mismo ocurre en el peso corporal, y en la salud cardiovascular en general, que suele ir asociada con la posibilidad de que se produzcan otras patologías. El alcohol no es una bebida recomendada ni a corto ni a largo plazo.
Un estilo de vida protector del hígado
Realizar 150 minutos semanales de actividad física aeróbica y combinarlo con entrenamiento de fuerza dos o más días a la semana, ha demostrado ser una de las estrategias más eficaces para reducir la grasa hepática; la actividad física mejora la sensibilidad a la insulina, aumenta el gasto energético y ayuda a mantener un peso corporal adecuado, estable y sostenible en el tiempo.
Controlar el peso corporal
Mantener un peso adecuado es una de las medidas más importantes para prevenir la enfermedad por hígado graso. Con o sin enfermedad, la reducción del peso corporal supone una mejoría de los parámetros hepáticos y metabólicos. Cuanta más reducción del peso corporal, mayor es el beneficio en la salud del hígado, pero también de la salud del propio organismo.
Una alimentación equilibrada
Seguir una dieta rica en frutas, verduras, legumbres, grasas saludables y especialmente en omega-3, contribuye a reducir la grasa del hígado. Elegir alimentos frescos, de temporada, evitar los ultraprocesados mejora la salud digestiva, el equilibrio metabólico y la protección hepática a largo plazo y minimiza el riesgo de enfermedades crónicas asociadas.
Este enfoque integral ayuda a reducir el riesgo de que se desarrolle la enfermedad por hígado graso, y revertirla cuando ya se ha establecido; adoptar hábitos saludables de forma continua ayuda a proteger la función hepática y prevenir las complicaciones futuras.
Te puede interesar