El consumo de suplementos de vitamina D se ha popularizado en los últimos años como una fórmula rápida para mejorar la salud ósea o reforzar el sistema inmunitario. No obstante, hacerlo sin control médico puede tener graves consecuencias. Aunque su exceso puede provocar alteraciones que afectan a órganos vitales y aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, este nutriente es esencial para el organismo.
La vitamina D y su papel en el organismo
La vitamina D actúa como una prohormona que interviene en el metabolismo del calcio y del fósforo, elementos indispensables para mantener unos huesos fuertes y sanos. Participa también en funciones neuromusculares e inmunológicas, ayudando al cuerpo a defenderse frente a infecciones y a mantener el equilibrio del sistema nervioso. El cuerpo sintetiza la mayor parte de la vitamina D por medio de la exposición al sol, y transforma el colesterol en colecalciferol, su forma activa. Solo un pequeño porcentaje proviene de los alimentos, en especial de pescados grasos, huevos y lácteos enriquecidos.
Factores que reducen la síntesis de vitamina D
Pasar muchas horas en interiores, el uso constante de protector solar y la reducción del tiempo al aire libre provocan un descenso en las concentraciones de vitamina D en la sangre; aunque la exposición moderada al sol sigue siendo la fuente más eficaz de la vitamina D, de modo que podría cubrir las necesidades casi por completo durante gran parte del año por su integración en la mayoría de los circuitos de la piel, no siempre es suficiente, especialmente en los meses de otoño e invierno o en regiones expuestas a poca radiación directa del sol.
Riesgos de tomar vitamina D sin control médico
El consumo de vitamina D sin la supervisión médica correspondiente puede ocasionar un hipervitaminosis; esta acumulación de vitamina D causa también el aumento en la absorción de calcio en el intestino, lo que provoca su acumulación en la sangre y en los tejidos, lo que puede causar la formación de cálculos renales y el daño de los riñones. La ingesta excesiva también puede dar lugar a otros efectos adversos como nauseas, estreñimiento y debilidad muscular, además de la pérdida de apetito.
A largo plazo, los depósitos de calcio en las arterias van a incrementar enormemente el riesgo de padecer hipertensión, infarto e ictus. Estas complicaciones suelen aparecer cuando las dosis diarias superan de forma continua los límites recomendados, sobre todo si el consumo no ha sido adaptado para las necesidades reales de cada persona.
Dosis seguras y control médico
La cantidad correcta de vitamina D varía según la edad, el peso y el estado de salud; las dosis recomendadas para los bebés son de 400 UI diarias y para los adultos, de entre 600-800 UI. En caso de que haya deficiencia de vitamina D, el médico ajustará las dosis para evitar intoxicaciones. No se debe tomar suplemento alguno sin antes conocer los niveles basales, que se determinarán a través de un análisis de sangre.
Vitamina D de manera natural y segura
La forma más segura de mantener niveles óptimos es combinando una dieta equilibrada con una exposición solar moderada. El salmón, los champiñones, las yemas de huevo y los lácteos fortificados son fuentes alimenticias que aportan este nutriente. Para estimular la síntesis de vitamina D en la piel, pueden ser suficientes unos minutos de sol tres veces por semana con partes del cuerpo descubiertas como muñecas o nuca.
Suplementación responsable
Los suplementos deben tomarse con indicación médica; este profesional evaluará los factores de riesgo, la alimentación y el historial clínico antes de pautar un tratamiento. Automedicarse con vitamina D, aunque parezca inofensivo, puede provocar los efectos contrarios a los esperados. La prevención y el control son claves para evitar el daño renal o cardiovascular y utilizar de forma responsable este nutriente vital.
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