La apnea del sueño es un trastorno que interrumpe la respiración mientras se duerme, provocando microdespertares que impiden un descanso reparador o profundo. Dicha problemática afecta a millones de personas en el mundo, y además de alterar el sueño, deteriora la salud en general si no se la asiste en tiempo y forma; conocer sus síntomas y actuar en consecuencia lo antes posible es muy importante para evitar complicaciones en un estadio posterior.

Síntomas y señales de la apnea del sueño

La pausa en la repetición durante la noche mientras se duerme, conlleva una disminución de la oxigenación en sangre, lo que conlleva a que no se finalicen las fases más profundas del sueño. Por lo tanto, quienes sufren apnea del sueño se pueden llegar a despertar con sensación de cansancio, incluso si han dormido un número de horas bastante elevado. Esta falta de descanso se puede traducir en somnolencia diurna, dificultad de concentración y mayor riesgo de sufrir accidentes en el hogar o en el trabajo.

Estado de ánimo y otros signos físicos

La apnea del sueño puede presentarse, también, a partir de síntomas de tipo emocional y físico. Quienes padecen el mismo pueden tener irritación, estado de ánimo bajo, dolor de cabeza por las mañanas o pérdida de memoria. Otros síntomas frecuentes son la aparición de sudores nocturnos, el aumento de peso o la disminución del deseo sexual. La identificación de estos síntomas es primordial para poder orientar al diagnóstico y al tratamiento adecuado.

Riesgos asociados a la apnea

Problemas cardiovasculares y presión arterial

Dejar sin tratar la apnea del sueño multiplica el riesgo de desarrollar hipertensión, arritmias, e incluso infarto. La falta de oxígeno repetida cada noche obliga al corazón a realizar un esfuerzo mayor, lo que puede dañar las arterias e incrementar la presión arterial. Hasta un 60% de las personas con una apnea grave también tienen hipertensión crónica, y muchas de ellas no relacionan ambos problemas.

Diabetes tipo 2 y obesidad

Este trastorno también afecta el metabolismo de la glucosa y la producción de insulina. Casi la mitad de los pacientes con diabetes tipo 2 tiene apnea del sueño y esto contribuye a dificultar el control de la diabetes de estos pacientes. Por último, la fatiga derivada del trastorno hace que estos pacientes tengan menor actividad física y favorezca el sobrepeso, aumentando la posibilidad de padecer obesidad, lo que incrementa aún más los síntomas de la apnea del sueño.

Consecuencias de la apnea del sueño

Un sueño inadecuado incide de manera directa en los procesos atencionales del sujeto y en la coordinación. Las personas con apnea del sueño tienen una probabilidad cinco veces mayor de sufrir un accidente, ya sea laboral o de tráfico. Al mismo tiempo el sueño no reparador o la somnolencia acumulada van a reducir el rendimiento intelectual y la productividad, lo que afecta de manera directa en la vida personal y laboral de quien lo sufre.

La importancia del diagnóstico y el tratamiento

De hecho, más del 80% de los casos de apnea del sueño que se dan pasan sin diagnosticar. Acudir a un especialista en sueño nos ayuda a detectar la severidad del trastorno y poder así prescribir el tratamiento adecuado, como el CPAP, terapia que mantiene abiertas las vías respiratorias durante el sueño. Tratar la apnea del sueño mejora la calidad de vida, los riesgos cardiovasculares caen y la energía perdida se recupera.

La detección y tratamiento de la apnea del sueño no sólo permite mejorar el descanso en términos de calidad, sino que también puede evitar la aparición de enfermedades graves y hasta permitir salvar vidas. La obtención de un sueño en buenas condiciones no debe considerarse como un lujo, sino del todo como una cuestión vital para conservar la salud tanto física como mental.