En qué momento se jodió el Perú?", se pregunta Zavalita en el arranque de Conversación en La Catedral (Mario Vargas Llosa, 1969). ¿En qué momento se jodió el PSC?, deberían preguntarse sus dirigentes... y los del PSOE, si es que todavía queda alguno.

La disputa que se vive este fin de semana en Cataluña entre Núria Parlon y Miquel Iceta es apenas una escaramuza entre dos candidatos que se parecen demasiado como para que alguno de ellos represente un antes y un después, al margen de la edad, que juega a favor de la alcaldesa de Santa Coloma, en la azarosa historia del socialismo catalán. Incluso ante esa esencial pregunta, los dos responderían algo parecido.

El caso es que el PSC seguirá jodido si no se analiza a fondo el porqué de su caída, cuáles han sido las causas que han llevado a Cataluña, de ser uno de los dos graneros del PSOE (el otro es Andalucía), a ser una constante pesadilla, una de las razones del desplome del partido a escala nacional (o estatal, como preferirían decir los inquilinos del cuartel general de la calle Nicaragua).

Hagamos un poco de historia. El PSC se comportó electoralmente de forma coherente con los resultados del PSOE en toda España durante mucho tiempo. Incluso en dos ocasiones (en 1996 y en 2008), el porcentaje de voto registrado por los socialistas en Cataluña en las elecciones generales superó a la media nacional.

En las elecciones autonómicas, el PSC obtuvo buenos resultados desde la reconquista de la democracia hasta alcanzar un pico del 37,7% en los comicios de 1999. A pesar de haber caído seis puntos en los que tuvieron lugar en 2003 (31,16%), Pasqual Maragall logró auparse a la presidencia de la Generalitat gracias al llamado Pacto del Tinell, que dio lugar a un gobierno tripartito (PSC-ICV-ERC) de triste recuerdo.

Zapatero prometió, si llegaba al gobierno, respetar el Estatuto que pactara el Parlament. Ahí empezó a joderse el PSC

Unos días antes de esas elecciones, en un mitin multitudinario celebrado en el Palau Sant Jordi, José Luis Rodríguez Zapatero -entonces líder del PSOE en la oposición- prometió, si llegaba al gobierno, "respetar el nuevo Estatuto que pacte el Parlamento catalán". Y ahí comenzó a joderse el PSC.

La frivolidad con la que se gestó esa oferta -tal vez ni el propio Zapatero pensaba que en marzo de 2004 lograría ganar las elecciones- arroja luz sobre las consecuencias de esa promesa insólita. Cuenta Alfredo Pérez Rubalcaba que esa generosa propuesta, que consistía en dar por bueno lo que aprobara un Parlament con mayoría nacionalista, fuese lo que fuese, no figuraba en el discurso inicial que tenía previsto pronunciar el secretario general del PSOE, y que la modificación, con la introducción de ese párrafo, se produjo en pleno vuelo entre Madrid y Barcelona y tras una conversación con su asesor Miguel Barroso.

El nuevo Estatuto fue aprobado en 2006, año en el que el PSC volvió a caer hasta el 26,8% en las elecciones autonómicas, algo que podría ser atribuido al desgaste propio del ejercicio del poder. Sin embargo, el PSOE de Zapatero estaba por esas fechas en plena forma. En las elecciones de 2008, el PSOE logró revalidar su triunfo con un porcentaje de 43,87% (tan solo superado por el histórico triunfo de Felipe González en 1982: 48,1% de los votos). El resultado en Cataluña en esas elecciones fue aún mejor: 45,33%, siendo Carmen Chacón cabeza de lista por Barcelona.

José Luis Rodríguez Zapatero y Pasqual Maragall

José Luis Rodríguez Zapatero y Pasqual Maragall

En junio de 2010 se hizo pública la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña (que había sido recurrido por el PP). El Alto Tribunal recortó 14 artículos y reinterpretó otros 27. Aunque la mayor parte de la nueva norma, que preveía una ambiciosa ampliación de la autonomía, fue respetada por el Constitucional, la sentencia fue valorada por los partidos avalantes del Estatut como un golpe antidemocrático. El propio líder del PSC y al mismo tiempo presidente de la Generalitat, José Montilla, declaró sentirse "indignado" por la decisión de los magistrados. Y ahí fue cuando el PSC acabó de joderse.

José Montilla declaró sentirse "indignado" por la sentencia del Tribunal Constitucional. Y ahí el PSC acabó de joderse

En las elecciones autonómicas de noviembre de 2010, el PSC cayó 8,5 puntos y perdió nueve escaños, mientras que CiU se aupó con el triunfo alcanzando el 38,4% de los votos y 62 escaños (¡34 más que los socialistas!).

Desde entonces, el PSC ha ido de mal en peor, hasta caer a un ridículo 12,7% en las autonómicas de 2015. El PSC se ha desplomado mucho más que el PSOE, que en su peor registro, en las elecciones de junio de 2016, logró el 22,6% de los votos: 8,5 puntos por encima de lo que consiguió el PSC en esas generales en Cataluña.

La enfermedad del PSC, por tanto, es mucho más aguda que la del PSOE, lo cual ya es decir mucho. Y tiene que ver, como demuestran los datos, con un posicionamiento en Cataluña que le llevó a asumir postulados muy parecidos a los de los nacionalistas. Pero, mientras que para éstos cualquier recorte que se aplicara desde Madrid (bien en el Congreso, bien en el TC), se convertía inmediatamente en un arma política contra el Estado, contra el gobierno central; para el PSC, esos mismos ajustes significaban una traición a lo prometido por Zapatero en el mitin de Sant Jordi. Es decir, se transformaban en un elemento de desgaste político.

A partir del momento en el que el PSC asumió postulados propios de los nacionalistas, le empezó a ir rematadamente mal

La crisis del PSC tiene que ver con su pérdida de perfil. Durante los años en los que los socialistas catalanes representaron a una formación de izquierda autonomista, al PSC le fue bien. A partir del momento en que asumieron postulados propios de los nacionalistas (como, por ejemplo, el reconocimiento de Cataluña como "nación", o el cuestionamiento de la legitimidad del Tribunal Constitucional), le empezó a ir rematadamente mal.

El PSOE, por su parte, no se podía permitir que el PSC hiciera la guerra por su lado, avalando un Estatuto que ponía en riesgo los esquemas de solidaridad interterritorial que hacen posible que las comunidades más pobres no se alejen demasiado de las que tienen una mayor renta per cápita.

Curiosamente, el hundimiento del PSC se produce como consecuencia de que uno de los dos graneros del PSOE (Andalucía) se levanta contra esa tentación de establecer un mapa autonómico de dos velocidades.

El drama para el PSC es que parece no haber aprendido la lección. Quiere seguir pareciéndose a los nacionalistas e incluso plantea desligarse de la disciplina del PSOE. Por desgracia para el socialismo catalán, ni Iceta, ni Parlon parecen haber entendido por qué se jodió su partido, por qué  perdió la confianza de cientos de miles de catalanes.

El peor error es el que no se corrige y, para ello, hay que llegar a reconocerlo. Me temo que el PSC va a seguir jodido bastante tiempo.