Sucedió casi en el mismo lugar, a escasos 25 kilómetros, hace más de 40 de años. Aquella mañana del 23 de julio de 1976 el que pudo haber sido el primer desarme de ETA acababa de morir, quizá de un disparo. Quién sabe. Su máximo defensor desaparecía en extrañas circunstancias y los duros de la banda tomaban el control de la organización. Cuatro décadas después, todos acabaron muertos o encarcelados y los pocos que les sucedieron al mando entregaban en Bayona un arsenal diezmado que escenificaba una derrota.

La historia de ETA y de la sociedad vasca hubiera sido radicalmente distinta si Eduardo Moreno Bergareche, Pertur, no se hubiera subido a aquel coche junto a Ángel Apalategui Apala y Francisco Mujika Garmendia, Pakito, en San Juan de Luz. Ocurrió casi 800 muertos antes, cuando el historial de ETA apenas acumulaba medio centenar de asesinatos y el franquismo sin Franco agonizaba asfixiado por la democracia.

Pero a Pertur no le dejaron parar la espiral, llevar a buen término el desarme ideológico que defendía en favor de exprimir el sistema que la recuperada democracia empezaba a renovar. Sus aspiraciones de repensar la vía armada y fortalecer la lucha “revolucionaria” por las vías políticas relegando las armas a una mera “garantía” tenía partidarios dentro de las filas de ETA, pero vencieron los detractores. Aquella banda dividida entre los polimilis, la ETA político-militar que lideraba Pertur y los milis, la ETA militar de los más violentos, no podía pervivir mucho más.

La historia de ETA hubiera sido distinta si Pertur no se hubiera subido a aquel coche junto a Apala y ‘Pakito’

El paradero de Pertur, el ex jefe de ETA (pm) que quiso hacer la revolución de izquierdas silenciando las armas, es el gran misterio que nadie ha sido capaz de resolver. Ni la Justicia española ni la propia ETA. La primera no ha sido capaz, la segunda no ha puesto empeño alguno en hacerlo. La desaparición de uno de los primeros jefes de ETA continúa casi 41 años después rodeada de nebulosas e hipótesis y sin certezas.

Las teorías que sobrevuelan el caso van desde la reivindicación de su asesinato por parte de movimientos neofascistas italianos en colaboración con los servicios secretos españoles, -y reivindicados después por movimientos como la Triple A o el Batallón Vasco Español-, hasta la teoría con mayores visos de verosimilitud: la muerte a manos de sus propios compañeros de armas, agrupados en los comandos especiales de ETA, los bereziak, temerosos de que las teorías de Moreno Bergaretxe se extendieran en las filas de la nueva ETA postfranquista.

Un ex jefe de ETA, víctima del terrorismo

Sea como fuere, Pertur es reconocido como una víctima del terrorismo. Eduardo Moreno Bergaretxe mereció tal reconocimiento en tiempos del ministro del Interior Jaime Mayor Oreja, que fue compañero de estudios en los Marianistas de San Sebastián. A sus 26 años, aquel joven estudiante de Ciencias Económicas de Deusto, con profundas ideas marxistas-leninistas, destacó entre sus correlegionarios de comando. Su objetivo de impulsar desde ETA una revolución de izquierdas a través de una formación política no tardó en tomar forma y sumar adeptos entre los etarras.

Pertur ingresó en ETA en 1973, el mismo año en el que la banda terrorista asesinaba a Carrero Blanco y dos años antes de que Franco muriera. Era tiempo de impulsar las vías democráticas y de rebajar la lucha armada, según comenzó a extenderse en las bases de la banda. ETA se dividía entre los políticos y los militares, entre ETA político-militar –la rama mayoritaria entonces- y la ETA militar.

Pertur, convertido en uno de los referentes culturales e ideológicos de la ETA de la época, pronto adquirió carisma y liderazgo. No era el único líder. En 1973 ETA evidenció una profunda división entre los militares y los políticos que alcanzó su cénit en la VI Asamblea de la organización y que dio lugar a la fractura de la banda entre la rama política y la militar, entre ETA (pm) –que lideró Moreno Bergaretxe- y ETA militar, la que finalmente perduró.

Defendía la división de ETA (pm) en dos grupos, uno destinado a la lucha política y otro a la lucha armada

El ideario de Pertur quedó plasmado en la ponencia Otsagabia, que elaboró junto con Francisco Javier Garayalde Erreka. Fue aprobada en la VII Asamblea en septiembre de 1976. En ella defendía la necesidad de dividir ETA (pm) en dos grupos, uno destinado a la lucha política en forma de partido marxista-leninista para aprovecharse del sistema y un segundo grupo, el dedicado a la lucha armada, que pasaría a convertirse en mera retaguardia del primero.

Sería el origen del primer partido nacido de las entrañas de ETA, el Euskal Iraultzarako Alderdia, EIA, (Partido para la Revolución Vasca) que tiempo después, en coalición con el Partido Comunista de Euskadi fue el germen de Euskadiko Ezkerra (EE), hoy integrada en el PSE.

Otro 8 de abril… de 1976

La convivencia entre las dos corrientes de ETA (pm), la militar y la política no fue pacífica. La paradoja del calendario sitúa el 8 de abril –el día del desarme de Bayona- el punto de mayor fricción y ruptura. Ese día, de 1976, ETA (pm) asesinó al empresario Angel Berazadi, tras 21 días de secuestro. Lo hizo en contra de algunos de sus dirigentes, como Pertur y sus seguidores, partidarios de cobrar el rescate y liberarlo. En la pugna se impusieron los comandos bereziak, liderados por Pakito, Apala y Eugenio Etxebeste, Antxon,  que no sólo agrandaron su distancia con las tesis políticas de Pertur sino que decidieron abandonar ETA (pm) e integrarse en ETA militar.

La versión más probable sitúa a los comandos especiales de ETA como autores

Pertur y sus ideas habían firmado su condena a muerte. Tres meses y medio después, Eduardo Moreno Bergaretxe desapareció para siempre. Desautorizado y cuestionado por los sectores más radicales de ETA, Moreno Bergaretxe continuó intentando extender sus tesis revolucionarias cada vez más alejadas de las armas. La mañana del 23 de julio de 1976 a través de los canales de ETA fue citado en el bar La Consolation de San Juan de Luz. No apareció nadie. Una hora después Moreno Bergaretxe abandonó el local. Casualmente, o no, a la salida se encontró con otros dos miembros de ETA, Pakito y Argala a los que pidió que lo trasladaran en coche hasta la localidad fronteriza de Behobia. Fue la última ocasión en la que se le vio con vida.

A partir de ahí, las versiones difieren. Pakito y Argala niegan haberlo vuelto a ver. Años después, quien sustituyó a Pertur al frente de los polimilis, Juan José Gurrutxaga Aizpurua, atribuyó a los bereziak de ETA la desaparición de su antecesor.

El viraje político que defendía Moreno Bergaretxe incomodaba en el seno de la ETA más radical. La tesis más extendida, no la única, es que Pertur murió asesinado por sus compañeros. Pero los años finales de los 70 el terrorismo de Estado y de extrema derecha había comenzado a lidiar su particular guerra sucia contra ETA con el ojo por ojo como único argumento.

Incluso su madre, Marta Bergaretxe, vivió cómo al intentar cruzar la frontera para intentar conocer las circunstancias de la desaparición de su hijo era detenida en la frontera. Fue retenida tres días por el entonces comisario de Policía de Irún en lo que se sospecha que fue un intento de intercambio con ETA para que la banda informara del paradero de dos inspectores de Policía -Jesús María González y José Luis Martínez- desaparecidos desde hacía meses en una operación que se atribuía a ETA.

Pero la nebulosa del caso Pertur incluye la participación de grupos neofascistas italianos en coordinación con los servicios secretos españoles. En la investigación que a partir de 2008 reabrió la Audiencia Nacional, un testigo protegido, Sergio Calore, aseguró que el neofascismo italiano intervino en operaciones contra ETA llevadas a cabo por la guerra sucia del Estado. Calore, cuya historia fue llevada al cine con el documental El caso Calore, obra de Ángel Amigo, murió degollado año y medio después de declarar ante el juez Fernando Andreu.

Una investigación que el magistrado cerró al ser incapaz de determinar la causa de desaparición y muerte de Pertur. Interrogó a neofascistas arrepentidos y a varios etarras pero sin poder fijar ni reproducir las circunstancias de la desaparición de Moreno Bergaretxe.

La desesperación de la familia de quien fuera uno de los ideólogos de ETA llegó a apelar a “la conciencia” de los propios miembros de la banda para que dijeran lo que conocían de las circunstancias en las que desapareció Eduardo. Una petición hecha para poder cerrar “el dolor y la pena inmensa”, aseguraron, que arrastran desde hace 41 años. Al contrario de los casi 150 crímenes de ETA sin resolver que han prescrito, el de Pertur no es uno de ellos. No podrá hacerlo hasta que se encuentre su cuerpo.

Etarras víctimas de ETA

Moreno Bergaretxe sólo fue el primero. La lista de etarras represaliados por sus propios compañeros, los etarras víctimas de ETA, es más larga. Pertur no fue el único que se atrevió a alzar la voz dentro de ETA, a intentar cambiar el argumento de las pistolas, dentro y fuera de la banda. Años después le siguieron otros militantes, como Dolores González Catarain, Yoyes, quien pese a vivir dentro de una organización terrorista desde muy joven, un día, decepcionada y atrapada, decidió abandonarla.

Yoyes era consciente del riesgo que corría y de la amenaza de muerte que ETA le impondría. Por eso negoció su reinserción con el Estado. No se equivocó. El dirigente de ETA, Francisco Mujika Garmendia, Pakito, originario, como Yoyes de la localidad de Ordizia, ordenó su muerte por traición. El asesinato lo cometió Antonio López Ruiz, Kubati, quien el 10 de septiembre de 1986 disparó contra su antigua compañera mientras paseaba durante las fiestas de su localidad natal junto a su hijo de 3 años.

Un camino de arrepentimiento que incluso algunos de los más sanguinarios etarras años después emprenderían. El propio Pakito lo hizo. Tras ser detenido en 1992 en la operación de Bidart, trece años después acabaría expulsado de ETA por asegurar que la lucha armada había dejado de tener sentido. No fue el único etarra expulsado de la banda. ETA lo ha decidido por razones que van desde cuestionar su estrategia o su autoridad, hasta por mantener una relación con una funcionaria española o simplemente por defender las vías de reinserción y de beneficios penitenciarios recogidos en la legislación española y que históricamente, hasta ahora, la banda ha repudiado.

La lista de arrepentidos que inauguró Pertur continuó con Yoyes

La llamada Vía Nanclares, puesta en marcha en 2010, es otro de los focos de reproche de ETA a los suyos. Esta fórmula por la cual los presos han sido acercados a cárceles españolas y se les han concedido beneficios a cambio de reconocer el daño causado, pedir perdón y desvincularse de ETA, ha sido cuestionada por la dirección.

Los primeros etarras que dieron el paso también fueron repudiados por ETA. Fernando de Luis Astarloa y José Manuel Fernández Pérez de Nanclares fueron los primeros en obtener la libertad condicional tras desvincularse completamente de la organización. La lista de la Vía Nanclares suma ya decenas de etarras, algunos de los más duros, como los ex jefes Joseba Urrusolo Sistiaga, Idoia López Riaño, La Tigresa o José Luis Álvarez Santacristina, Txelis.

Ahora, en el epílogo de la historia criminal de ETA, la propia banda ha decidido rectificarse. El colectivo de presos ha aceptado acogerse a las vías legales establecidas para acogerse a beneficios penitenciarios. Por ahora, con la limitación de la “delación y el arrepentimiento”. Un arrepentimiento por el que muchos de sus miembros no sólo fueron asesinados sino repudiados y expulsados.