Lo decimos cada año: “Este calor no es normal”. Y lo achacamos a que se nos olvida cómo es el calor de un año para otro. Pero no, este calor no es normal y sí, es por el cambio climático. Todo lo que llevamos escuchando desde hace más de 20 años sobre es cierto, la comunidad científica es unánime. La factura por llenar la atmósfera de gases de efecto invernadero empieza a llegar a la nuestras vidas, no es una entelequia. ¿Y cómo se nota el cambio climático en España? De momento, con más calor y con menos agua.

Más calor

“El jueves 15 se registraron en la estación de El Retiro 39,5º, el valor más alto jamás registrado un mes de junio. Pero es que el registro más alto anterior de un mes de junio fue de 39,3º y es de 2015. El previo a esta fecha fue de 2009 y fue de 38,4º y ya dentro del verano”, relata Ana Casals portavoz de la Agencia Estatal de Metereología (AEMET). Pero como explica Casals esa medición se hace en el parque de Madrid para que no se vea alterada por el calor del asfalto o el calor de los coches. Los que habitan el asfalto, los madrileños, padecen siempre temperaturas superiores, son ellos los que con su termómetro corporal indican que este calor no es normal.

Las olas de calor como ésta cada vez son más frecuentes y más abundantes debido al cambio climático

Tatiana Nuño, experta en cambio climático de Greenpeace señala que desde su organización “no se puede vincular directamente que las temperaturas altas que hemos vivido estos días se deban al cambio climático. Lo que sí podemos asegurar, porque así lo avalan las evidencias científicas, es que las olas de calor como ésta cada vez son más frecuentes y más abundantes debido al cambio climático”.

Para Casals se está cumpliendo lo que decía el panel de expertos del cambio climático de la ONU, “el verano se está adelantando y se está prolongando y la primavera es cada vez más corta”. El mes de junio de 2016 fue el más caluroso del que se tienen registros. Junio tiene temperaturas de julio.

Cada año los ríos son casi un 1% menos caudalosos

Menos agua

En estos momentos hay tres cuencas hidrológicas en situación de sequía. La cuenca del Segura se encuentra en situación de emergencia y las del Duero y el Júcar, de alerta. ¿Está esto vinculado al cambio climático? Sí, según Santiago Martín Barajas de Ecologistas en Acción. “El aumento de las temperaturas es el factor determinante, con una subida de las temperaturas que no llega a 1º de media, en los últimos 25 años se ha reducido un 20% el agua disponible”, asegura. “El caudal en régimen natural, que es el que circula por un río sin que tú le hayas extraído agua, ha bajado en los últimos 25 años un 20% de media en los ríos de toda España”, explica.

Para Casals de AEMET, las precipitaciones no han disminuido de una manera que se pueda vincular al cambio climático, pero lo que sí “estamos observando es que está cambiando la manera de llover, cada vez son más frecuentes lluvias más cortas en el tiempo, pero intensas, lluvias torrenciales y granizadas. Esto es algo que está vinculado al cambio climático. Como señala Tatiana Nuño de Greenpeace: “El 75% de los fenómenos climáticos extremos y temporales se pueden vincular al cambio climático”. “El problema no es el agua que llueve sino el agua a la que tú puedes acceder; es decir, el agua que circula por los ríos y que está en los acuíferos, ahora por la mayor temperatura una parte de ese agua se evapora”, añade.

Hay tortas para ver quién se queda con las aguas residuales de Madrid

Pero en la ecuación todavía hay un factor más, el consumo humano, que según explica Santiago Martín “está previsto que se eleve un 10% para 2021”. Así que hay menos agua y se consume más, “es la ecuación que nos lleva al colapso hídrico. Va a llegar un momento en que vamos a consumir más agua de la que tenemos. Este colapso se va a producir por zonas, ahora mismo la cuenca del Segura tiene un déficit muy alto”, explica el ecologista.

Y pone un ejemplo muy gráfico de la situación. “Las aguas residuales en Madrid son del orden de 400 hm³ anuales, esas aguas se depuran y de ahí terminan en el Manzanares, ahora hay tortas para ver quién se queda con esas aguas, porque se pueden usar para regar. Si hace 25 años me dicen que iba haber tensiones por quién se queda con las aguas residuales de Madrid no me lo hubiera creído, me hubiera sonado como una película apocalíptica”, cuenta Martín.

El cambio lento

Que regantes se peleen por el agua, que padres saquen a los hijos del colegio porque hace calor y las aulas no están preparadas, que suba el precio del agua y de la luz porque las consumimos más, que los ríos tengan menos agua y no se pueda ni pescar en sus cauces... son los pequeños síntomas de un cambio “lento pero inexorable, el cambio climático no es un tsunami que arrasa la civilización como el de la película de El día de Mañana, es un cambio que afecta a todo y va despacio”, explica Martín Barajas.

La solución a la que apuntan los ecologistas es conocida, llevan tanto tiempo dándola como avisando de la situación. “El clima está cambiando y que esto se debe a la actividad humana es algo innegable, sobre todo por el uso del carbón, del petróleo y el gas como fuentes de energía, por eso pedimos al Gobierno que adopte medidas para paliar esta situación y reducir el calentamiento global, y lo más factible es una revolución energética en el que se dé paso a las renovables y se cierre el grifo a las energías sucias” exige Nuño. Quien añade, “pero no sólo el Gobierno debe hacer cosas, también los ciudadanos pueden y deben combatir el cambio climático, usando menos el coche o comprando agricultura de temporada ecológica. Todos dejamos una huella de carbono y tenemos que reducirla”.