Lo habían imaginado y entrenado muchas veces. Hasta aquel día la rutina que todo el personal repetía cada año en forma de simulacro sólo era un escenario de crisis operativa más de los muchos que se trabajan. La mañana del lunes 28 de abril había amanecido con normalidad. Dicen que la calma suele preceder a los momentos más agitados de muchos desastres. Ese lunes también ocurrió. De forma abrupta, el simulacro aprendido casi de forma mecánica se convirtió en realidad e incertidumbre y la rutina en angustia por saber responder a tiempo. Fueron apenas cinco minutos, poco menos de 300 segundos, pero en la Central José María de Oriol de Alcántara, Cáceres, nadie lo olvidará jamás. Ni por el susto, ni por la rápida respuesta que se dio.
“En cinco minutos o menos estábamos de nuevo disponibles”, reconoce satisfecha Adela Barquero, responsable de generación hidroeléctrica de Iberdrola en la Cuenca del Tajo. La de Alcántara no es una más de la red de 120 centrales y minicentrales hidroeléctricas con los que cuenta la compañía que lidera Ignacio Sánchez Galán. Se trata de la segunda más grande del país y una de las más grandes de Europa. Sus cifras dan fe de ello: 957 MW de potencia, 4 grupos de turbinas, un muro de 130 metros de alto y 570 metros de largo y dos ‘aliviadores’ de agua con una anchura equivalente al Paseo de la Castellana de Madrid “aceras incluidas”, apuntan sus responsables. Por su rampa inclinada se pueden llegar a aliviar hasta 12.000 m3 por segundo.
La colosal infraestructura y maquinaria que regula la generación de energías gracias al agua del Tajo pudo responder en tiempo récord. Lo hizo gracias a sus propios generadores de energía, sistemas auxiliares que le permitieron reiniciarse de manera automática cuando todo se fue a negro, cuando sobrevino el apagón, el ‘cero’ energético que nos dejó a todos a oscuras.
El aviso de emergencia a todo el personal se activó de manera inmediata. Todos los trabajadores , el operativo en ese momento e incluso el que ese lunes libraba, se pusieron a disposición de la dirección para activar la recuperación. La sorpresa fue general, la reacción inmediata. El personal de la instalación sabía que les habían preparado para salir adelante en un escenario incluso aún peor: reiniciar la central de modo manual, mecanismo a mecanismo, instalación a instalación. No hizo falta, pero hubiera requerido mucho más tiempo y recuperar la capacidad de generar energía no hubiera sido tan rápida como finalmente fue.
"Alcántara fue clave"
“Alcántara fue clave”, aseguran Barquero y Javier Caballero, responsable de la central. Recuperar en tiempo récord la tensión de la red requería de la estabilidad que aportan las centrales hidráulicas y ahora ha quedado acreditado, según los expertos. También se ha verificado otra cualidad que se le otorga a esta generación energética: su flexibilidad.
Pese a haber reducido de modo significativo su peso en el ‘mix energético’ español, su robustez ha quedado ahora apuntalada tras un episodio como el vivido el pasado día 28. Las centrales hidráulicas son una fuente constante y predecible de energía, capaces de producir a demanda precisa de Red Eléctrica e incluso de ser una fuente de ‘reserva energética’. Las centrales de bombeo, capaces de reutilizar de modo infinito el mismo agua para la generación energética, se consolidan como una garantía en situaciones complejas.
Regresar a la frecuencia de 50 herzios perdida en el sistema energético en el tiempo en el que se logró hubiera sido difícil sin la red de hidráulicas que funcionan en nuestro país y de las que Alcántara es uno de los grandes referentes.
Barquero y Caballero reconocen satisfechos que la recuperación de toda la red de centrales de Iberdrola y de la energía en general en todo el país se hizo en un tiempo récord y que en ese logro el aporte de las infraestructuras más sólidas y estables como la hidroeléctrica fue determinante.
Ninguno de los trabajadores de las centrales había vivido algo así, un ‘cero nacional’. Sólo lo habían estudiado, imaginado y entrenado. Ahora han podido demostrar que la preparación les permitió reaccionar, comunicarse en tiempo récord y ponerse a disposición de Red Eléctrica para, bajo su dirección, reiniciar todo el sistema de generación, transporte y distribución de energía al país.
Turbinas gigantes: 24 palas de dos metros
Cuando lo recuerda, en Adela aún se percibe el susto que vivió. También el orgullo por haber reaccionado ante un escenario que jamás pensó que debería gestionar. También está satisfecha de haber contado con un equipo perfectamente engrasado y coordinado. “Es sorprendente el tiempo en el que se logró recuperar todo, es para estar satisfechos”, asegura.
Pero no bastaba con tener preparado el personal. Que en un momento crítico como ese la mastodóntica infraestructura que es una central hidroeléctrica responda requiere más cosas. Volver a poder ‘turbinar’, generar energía, tras un apagón y en apenas unos minutos no permite fallos. Caballero subraya que una de las claves para que no se produjeran daños en todo el complejo engranaje es el correcto y estricto mantenimiento al que se le somete. La central José María de Oriol de Alcántara cuenta con cuatro ‘grupos’ de producción, cuatro turbinas gigantes capaces de ajustar su generación de energía a la demanda requerida. Cada año una de las cuatro turbinas es sometida a una revisión exhaustiva.
En ningún caso es la central la que decide cuánto y cuándo produce energía. El sistema de distribución que gestiona Red Eléctrica requiere una precisa coordinación. Para que toda la red soporte la distribución, el ajuste entre energía demandada y generada debe ser casi milimétrico. Las oscilaciones, las perturbaciones en la red son peligrosas.
Cuando todo el sistema de la central logró reactivarse, las cuatro turbinas gigantes ya estaban disponibles. No son unas turbinas más. Algunas de las piezas que requieren, como el rotor que las hace girar, pesa varias toneladas y requiere de dos grandes grúas para poder desplazarlas. Mover esas ingentes cantidades de agua para luego convertir la energía cinética generada en energía eléctrica, -para ser transportada y distribuida después por toda la red- sólo es posible por las 24 palas gigantes que tiene la turbina, de dos metros de altura cada una, y girando a 115 revoluciones por minuto para generar hasta 230 MW.
Turbinas que reciben el agua del embalse de casi 90 kilómetros de extensión de la que se alimenta esta central y que tras ‘turbinarla’ la devuelven al Tajo, “no se pierde ni una gota de agua”, subrayan los responsables de la instalación. En la central insisten en el carácter regulado y perfectamente delimitado en el que actúan, tanto en la gestión de los recursos naturales como en la generación de energía. Aspectos como el uso del agua, recuerdan, están perfectamente regulados. La prioridad es asegurar el ecosistema, el llamado caudal ecológico, después el consumo humano y de empresas y finalmente los usos recreativos del agua.
Un 13,3% del 'mix energético'
En el caso de Alcantara, el 70% del agua que recibe procede del Tajo y el 30% restante del río Alagón. Su ubicación próxima a Portugal, con quien comparte el uso del Tajo, obliga a una perfecta coordinación con las autoridades lusas en el uso y explotación de un recurso natural preciado como es el agua.
El espaldarazo que ha supuesto para las centrales hidráulicas el papel jugado durante el apagón es significativo. Hasta el año 2009 la energía hidráulica era la principal en España, la primera en el ‘mix’. La irrupción de las renovables la fue relegando poco a poco. La primera que lo hizo fue la eólica, que le ‘arrebató’ el liderazgo hace ahora 16 años. Mucho más tarde, en 2022, lo hizo la solar fotovoltaica. Actualmente la nuclear, con un 20% y los ciclos combinados de gas, con un 13,6%, le superan, lo que la sitúa ahora como quinta energía con el 13,3% del mix de energía español. El año pasado se generaron 34.912 HWh. Por potencia instalada, la energía hidráulica es la tercera con mayor capacidad, 17.097 MW.
Pese a haber reducido en las dos últimas décadas su peso, aún supone una fuente energética esencial. El 80% de la hidráulica procede de apenas cinco comunidades autónomas. Castilla y León es la que más potencia instalada tiene, aporta el 25% del total de la hidráulica de todo el país. Las centrales gallegas suman otro 21,8% y Extremadura, Cataluña y Aragón se reparten otro 33% del total.
Sin duda, el factor meteorológico influye de modo determinante. La lluvia caída condiciona en gran medida cuál será la aportación de la hidráulica. Así, en 2022, año con escasa pluviometría, el aporte al ‘mix’ apenas fue del 6,6%. Un año más tarde aumentó al 9,8% y el año pasado se cerró con un 13,3%.
1 Comentarios
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hace 3 horas
Vaya, vaya vaya…. ahora resulta que para salir de un blackout la hidroelectrica es fundamental…. que curioso!! Se acuerdan de «Paco el Rana»? al final vamos a tener que dar gracias a Franco por haber construido tantas presas. Presas fascistas, heteropatriarcles y casposas, supongo…