La capacidad de recordar los sueños al despertar varía significativamente entre las personas, y un estudio reciente ha identificado los factores clave que explican estas diferencias.
Investigaciones publicadas en Communications Psychology y Psychology of Communication revelan que esta habilidad no es aleatoria, sino el resultado de una combinación de actitudes personales, características cognitivas y dinámicas fisiológicas del sueño.
Actitud personal y características cognitivas
Una actitud positiva hacia los sueños y una tendencia a la divagación mental aumentan la probabilidad de recordarlos. Las personas que valoran sus experiencias oníricas y tienen una imaginación activa muestran una mayor retención de los contenidos de sus sueños.
Giulio Bernardi, autor principal del estudio, señala que esta capacidad refleja "actitudes personales, rasgos cognitivos y la dinámica del sueño". Además, la llamada mente errante—la propensión a dejar vagar los pensamientos—se asocia con una mejor memoria onírica, posiblemente porque facilita la conexión entre el contenido emocional de los sueños y la vigilia.
Fases del sueño y transiciones fisiológicas
El tipo de sueño desempeña un papel crucial. Las personas con períodos más largos de sueño ligero (fase N1 y N2) tienen mayor facilidad para recordar sus sueños, ya que esta fase permite una transición gradual entre el sueño y la vigilia, favoreciendo la consolidación de la memoria.
Los despertares durante la fase REM—caracterizada por alta actividad cerebral—también están vinculados a un recuerdo más vívido, pues en esta etapa los sueños suelen ser más narrativos y emocionalmente intensos. Por el contrario, interrupciones bruscas del sueño profundo (fase N3) dificultan la retención.
Influencia de la edad y factores estacionales
La edad afecta la frecuencia del recuerdo: los jóvenes suelen recordar más sueños debido a una mayor plasticidad cerebral y capacidad de atención, mientras que en adultos mayores es común la sensación de "vacío" al despertar.
Curiosamente, el estudio detectó variaciones estacionales: los participantes recordaron más sueños en invierno que en primavera u otoño, posiblemente por cambios en la duración del sueño y la exposición a la luz solar, que alteran los ritmos circadianos.
Interferencia cognitiva y estrategias de mejora
Factores externos al despertar, como apagar alarmas o revisar el teléfono, generan interferencia cognitiva, que compite por recursos mentales y borra los rastros de los sueños.
Para contrarrestarlo, los expertos recomiendan mantener una rutina tranquila al despertar y utilizar un diario de sueños, donde anotar inmediatamente los fragmentos recordados. Esta práctica entrena la memoria y aumenta la conciencia sobre el mundo onírico.
Beneficios psicológicos y adaptativos
Recordar sueños no solo satisface la curiosidad, sino que tiene implicaciones prácticas. Los sueños suelen reflejar preocupaciones o desafíos de la vida real, y su análisis puede facilitar la resolución de problemas y el procesamiento emocional.
Además, estudios sugieren que esta capacidad podría ofrecer ventajas evolutivas al simular escenarios de riesgo en un entorno seguro.
En conclusión, la memoria de los sueños es un fenómeno multifactorial donde interactúan lo psicológico, lo biológico y lo ambiental. Comprender estos mecanismos no solo desvela un misterio cotidiano, sino que abre puertas al estudio de la conciencia y la salud mental.
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