Cada vez más personas recurren a medicamentos como Ozempic, Wegovy o Mounjaro para perder peso rápidamente sin modificar sus hábitos de vida. La popularidad creciente de estos fármacos, desarrollados originalmente para tratar la diabetes y la obesidad, ha encendido las alarmas entre los expertos reunidos esta semana en el 31º Congreso de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) que se celebra en Las Palmas de Gran Canaria.

PUBLICIDAD

"No hay fármaco milagro", advirtió la doctora Isabel Egocheaga, responsable del grupo cardiovascular de la SEMG. Según explicó, estos tratamientos no son una vía rápida para adelgazar, y utilizarlos sin control médico ni indicación clínica puede acarrear consecuencias graves. "Luego viene el efecto rebote", señaló: ya se están detectando casos en los que los pacientes recuperan hasta el 75% del peso perdido seis meses después de abandonar la medicación.

Los compuestos como la semaglutida o la tirzepatida, conocidos por sus marcas comerciales, han demostrado ser eficaces contra la obesidad en ensayos clínicos, con pérdidas de hasta un 25% del peso corporal. Pero su uso fuera del ámbito clínico, especialmente con fines estéticos, preocupa a los médicos. "La sociedad ha empezado a verlos como tratamientos ideales para la operación bikini, y eso no es así", subrayó José Manuel Cucalón, del grupo de Endocrinología y Nutrición de la SEMG.

Tratamientos caros y de por vida

La obesidad es una enfermedad compleja, crónica y multifactorial, cuya prevalencia en España se sitúa en torno al 37%. Está asociada a más de una veintena de comorbilidades, entre ellas la diabetes tipo 2, la hipertensión o incluso algunos tipos de cáncer. "No responde a un solo factor, ni siquiera siempre está relacionada con una mala dieta o el sedentarismo. Por eso requiere un tratamiento integral, personalizado y a largo plazo", explicó Cucalón.

Los médicos insisten en que la prescripción de estos fármacos debe estar limitada al diagnóstico clínico, y que su uso implica un seguimiento continuado. "Son tratamientos complejos, costosos, de por vida, y con efectos secundarios como náuseas, vómitos o trastornos digestivos", advirtió.

Además, recalcan que los nuevos medicamentos no "queman grasa" ni actúan como sustitutivos de los cambios de hábitos. “Lo importante es el mantenimiento. Hay que adaptar la dieta y el ejercicio a cada persona, garantizar la adherencia y realizar un seguimiento constante”, defendió la enfermera Eva Sáez, del grupo de Diabetes de la SEMG. Según dijo, el enfoque clásico basado en dietas hipocalóricas muy restrictivas ha demostrado ser poco eficaz a largo plazo por su escasa sostenibilidad.

Un gran avance

Con todo, los expertos reconocen avances en la forma de abordar esta enfermedad. "El cambio de narrativa ha hecho que muchas personas que antes se consideraban sanas pese a tener exceso de peso ahora consulten", señaló Egocheaga. También ha permitido a los profesionales comprender mejor que la obesidad no es simplemente "un desbalance entre comer mucho y gastar poco".

El consenso en el congreso fue claro: los nuevos tratamientos son una herramienta valiosa, pero no deben usarse a la ligera ni confundirse con soluciones exprés. El abordaje de la obesidad requiere rigor clínico, compromiso por parte del paciente y un enfoque sostenido en el tiempo.

PUBLICIDAD