En un emocionante duelo de cuartos de final, Inglaterra logró mantenerse con vida en el torneo tras una dramática tanda de penaltis frente a una resistente Suecia. El encuentro, cargado de tensión, terminó empatado al final del tiempo reglamentario y de la prórroga, llevando la definición al siempre impredecible desenlace desde los once metros.

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Durante los noventa minutos, ambos equipos ofrecieron una batalla intensa. Suecia apostó por su tradicional solidez defensiva y buscó hacer daño mediante contragolpes, mientras que Inglaterra intentó imponer su ritmo con posesión y ataque posicional. Las oportunidades fueron escasas pero claras, exigiendo intervenciones clave de ambos porteros.

La prórroga no cambió la dinámica. El cansancio comenzó a notarse, y las decisiones tácticas de los entrenadores buscaron refrescar el medio campo y el frente de ataque. Sin embargo, la igualdad se mantuvo y el destino del pase a semifinales quedó en manos del nervio y la precisión desde el punto penal.

Desde el manchón, Inglaterra mostró mayor templanza. Los jugadores ingleses ejecutaron sus disparos con determinación, mientras que el arquero inglés se convirtió en héroe al detener uno de los penales suecos. Tras el último tiro convertido, la explosión de alegría inglesa contrastó con la desolación de las suecas, que vieron esfumarse su sueño en los detalles más pequeños.

Este resultado permite que Inglaterra siga soñando con el título, demostrando nuevamente su capacidad para soportar la presión en momentos decisivos. Suecia, por su parte, se despide con la frente en alto tras una actuación sólida que volvió a reflejar su competitividad en torneos internacionales.

La victoria por penaltis deja a Inglaterra en las semifinales, a solo un paso de una nueva final, y con la confianza reforzada por haber superado uno de los escenarios más exigentes del fútbol: una definición desde los doce pasos.

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