A principios de julio Navantia presentó sus resultados financieros del año 2024. De las cuentas se extrae que incrementó un 6,6% su cifra de negocio hasta los 1.528 millones de euros, pero que, en paralelo, registró unas pérdidas de 197 millones, un 62% más que el año anterior. Algo que se explica, según la propia compañía, por la revisión de costes pendientes del programa del submarino de última generación S-80.

PUBLICIDAD

Los números rojos de 2024 significan que Navantia ha encadenado 17 años seguidos registrando pérdidas. Un periodo en el que la compañía ha vivido algunas crisis importantes, la última de ellas recientemente, cuando los trabajadores de los astilleros de Cádiz y Cartagena se alzaron en huelga para protestar por sus condiciones laborales.

Pero en 2025 el contexto geopolítico, que ha hecho que Europa impulse un plan de rearme para ganar soberanía autonómica, podría suponer una buena oportunidad para Navantia. "Creo que 2024 y 2025 pueden haber supuesto que haya tocado fondo, y que a partir de ahora es esperable que tengan mejores resultados en términos de ventas y clientes", asegura Emilio González, profesor de economía, Empresa y Negocios Internacionales en la Universidad Nebrija.

Lo cierto es que Navantia, como empresa 100% pública, no tiene como misión principal ser rentable, sino poner todo su músculo a disposición de las necesidades de la Armada. Algo que, según las fuentes consultadas, hace que esté "sobredimensionada" para poder hacer frente a la carga de trabajo en cualquier momento sin problemas.

Sin embargo, superar los problemas económicos sería importante para la empresa. Recientemente, en una entrevista con El Periódico, el presidente de Navantia, Ricardo Domínguez, aseguraba que su proyección es empezar a obtener beneficios "en el plazo de tres años".

Las razones de la crisis

De acuerdo con González, varias cuestiones han estado detrás de las pérdidas económicas de Navantia en los últimos años. La primera, en el corto plazo, ha sido la compra y el rescate del astillero británico Harland & Wolff para reforzar su filial británica. El segundo elemento han sido las inversiones en diseños y tecnología, que en el sector del armamento suelen ser muy altas y se han visto aún más afectadas por los procesos de digitalización y la irrupción de la IA.

Y ha habido una tercera pata, con la que concuerdan otras fuentes. Y es que, en palabras de González, la política exterior del Gobierno de Pedro Sánchez ha causado algunas tiranteces con determinados países, algo que ha afectado a diversos contratos que no se han terminado materializando en países como Estados Unidos o Grecia. En esa misma línea, otros expertos consultados hablan también de una gestión ineficiente en términos de diplomacia, un ejercicio de la dirección no profesionalizada y una falta de apoyos políticos para la consecución de proyectos y concursos internacionales. Algo que, advierten, "en el ámbito de la defensa nos pueden salir muy caros".

Además, otras voces señalan que durante los últimos años, cuando los problemas económicos obligaron a Navantia a reestructurarse, la decisión que se tomó fue la de prescindir del personal más mayor, en lugar del menos cualificado. Algo que derivó en una pérdida de experiencia tanto técnica como operativa en un momento clave en el desarrollo de programas como el S-80, que luego presentó numerosos problemas y retrasos.

Para algunos expertos, las responsabilidades de todo esto son compartidas entre la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), el accionista único de Navantia, y el Ministerio de Defensa. La primera, arguyen, por ejercer una lógica de control industrial y político que ha alejado a la empresa de forma paulatina de una lógica industrial y tecnológica y neutra políticamente. Y el segundo por tomar algunas decisiones en función de las cuestiones laborales y no tanto en función de las capacidades que la Armada necesita.

Un pilar del rearme español

El Gobierno anunció que movilizaría 10.000 millones de euros a lo largo de 2025 para el plan de rearme, pero lo cierto es que aún hay mucha incertidumbre al respecto. Entre otras cuestiones, porque no se cuentan con unos Presupuestos Generales del Estado y dentro del seno del Ejecutivo hay posturas enfrentadas sobre escalar la inversión en defensa.

En cualquier caso, los expertos consultados señalan que Navantia está en posición de convertirse en uno de los actores "esenciales" de ese programa, aunque señalan que necesita inversiones y cambiar el enfoque para "armonizar" los productos de toda la industria española, lo que implica realizar un trabajo de equipo.

El punto de partida es bueno porque Navantia está tecnológicamente muy avanzada. Algo que demuestra, entre otras cosas, su capacidad de construir submarinos, que ha colocado a España en la lista de los pocos países del mundo capaces de hacerlo gracias a un conocimiento práctico y habilidades que valen "miles de millones".

"Las pérdidas de 2024 son asumibles, porque representan aproximadamente el 10% de la facturación", valora González, que cree que no sería difícil corregir el rumbo y que la compañía ya está dando pasos importantes para hacerlo. "Cuando ves en un mapa por qué países apuesta en su proceso de expansión internacional te das cuenta de que tiene todo el sentido, porque están yendo a lugares como India o Australia, que están muy amenazados por China pero tienen un gran poder adquisitivo", recalca.

A nivel europeo la lluvia de millones hace presagiar una competencia feroz, que en el terreno naval no se quedaría atrás gracias a empresas como la italiana Fincantieri o la francesa Naval Group (anteriormente DCNS). Pero las fuentes hablan de que es claramente el momento de aprovechar la oportunidad para reordenar el escenario industrial europeo y que España y Navantia se posicionen en el lugar que "merecen".

Las capacidades de Navantia

La compañía divide su actividad en cuatro líneas de negocio: construcción naval, sistemas, reparaciones, servicios y seanenergies (donde impulsan soluciones energéticas sostenibles para el sector). Y aunque, en general, sus buques están muy bien considerados, algunos apuntan que el producto de Navantia es "cambiante", distinguiendo entre los que han desarrollado siguiendo el concepto operativo que les ha dado previamente la Armada, que "suelen salir bien", y los que fabrican realizando todo el trabajo por su cuenta, que no salen tan "perfectos".

De momento, Navantia ya ha revelado alguno de sus planes en el corto plazo. La empresa ya ha recibido una orden de ejecución de un nuevo buque de aprovisionamiento de combate (BAC) para la Armada española. Y ya se ha anunciado que modernizarán las fragatas f100, se actualizarán los buques anfibios LPD y se trabajará en un nuevo buque hidrográfico oceánico y en un buque de acción marítima de inteligencia.

Además, la Armada encargó recientemente a Navantia un estudio de viabilidad para desarrollar el primer portaaviones convencional español de la historia, inspirado en el buque francés 'Charles de Gaulle', una de las insignias de la Marine nationale francesa. Un proyecto que, según las voces consultadas, sería "palabras mayores", y que supondría recuperar y sostener la aviación naval de gran capacidad.


PUBLICIDAD