En un momento donde Europa busca reforzar su independencia digital, la nube soberana se ha convertido en un objetivo estratégico. No se trata solo de cumplir con leyes y regulaciones, sino de asegurar que los datos de empresas, administraciones e instituciones se almacenen y procesen dentro de nuestras zonas de influencia, bajo nuestros valores y estándares. La cuestión ya no es si necesitamos una nube soberana, sino cómo lograr que sea eficiente, escalable y económicamente viable. Y ahí, el modo en que gestionamos el almacenamiento de datos marca la diferencia.

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Hoy, cerca del 70 % de las organizaciones europeas asume que en algún momento tendrán que implantar un modelo de nube soberana para cumplir con las normativas vigentes. Sin embargo, el porcentaje de quienes ya han dado ese paso es mucho menor, en torno al 26 %. El dato contrasta con el elevado grado de satisfacción de quienes la utilizan: un 88 % afirma estar muy satisfecho con su funcionamiento. Este desfase responde, sobre todo, a dos grandes frenos: el coste de implantación y la complejidad técnica de integrar este modelo con sistemas ya existentes. Cuando se analizan los presupuestos de un centro de datos, el almacenamiento representa una parte sustancial. Una arquitectura poco eficiente no solo eleva el gasto, sino que complica la gestión a medida que crece el volumen de información.

Encontrar la solución adecuada

Es en este punto donde la tecnología puede actuar como catalizador. La demanda de almacenamiento no deja de crecer y hacerlo de forma escalable y sostenible exige replantear cómo y con qué soportes se guardan los datos. Los discos duros de alta capacidad (HDD) siguen siendo una pieza clave para almacenar grandes volúmenes de información de forma rentable, ya sea para copias de seguridad, archivos históricos o datos que se consultan con poca frecuencia. Su papel se refuerza con la llegada de innovaciones que han multiplicado su densidad y eficiencia. Tecnologías como Shingled Magnetic Recording (SMR), en la que las pistas se escriben de forma solapada, aumentan la capacidad sin modificar el tamaño físico del dispositivo. Otras, como la grabación magnética perpendicular asistida por energía (ePMR) y la grabación magnética asistida por calor (HAMR) permiten escribir más datos en menos espacio, aplicando electricidad o calor en el momento justo para optimizar la magnetización de cada bit.

Gracias a estos avances, ya es posible disponer de unidades con más de 30 terabytes de capacidad, reduciendo el número de discos necesarios, el espacio ocupado y el consumo energético, con el consiguiente impacto positivo en los costes de refrigeración. Esto no solo disminuye el coste total de propiedad (TCO), sino que contribuye a un modelo de almacenamiento más sostenible. A medida que tecnologías como la inteligencia artificial o el aprendizaje automático sigan aumentando las necesidades de datos, disponer de soluciones escalables y eficientes será un factor determinante para mantener la competitividad sin que el gasto se dispare.

Además, no todos los datos necesitan el mismo tipo de soporte. En entornos híbridos -que combinan nube soberana con servicios de nube pública- es habitual emplear almacenamiento en distintos niveles: unidades de estado sólido (SSD) para la información que requiere una respuesta inmediata y HDD de gran capacidad para datos menos críticos o de acceso esporádico. Esta gestión inteligente, que migra automáticamente la información según su uso, permite equilibrar rendimiento y coste sin sacrificar seguridad ni disponibilidad.

La soberanía de los datos no se limita a decidir dónde se alojan, sino también a garantizar su protección y trazabilidad. Los discos duros empresariales actuales incorporan cifrado a nivel de hardware y facilitan el cumplimiento de requisitos como los establecidos por el RGPD, al permitir que la información se mantenga dentro de una ubicación específica, como un país o región concretos. Esta capacidad es esencial para sectores que necesitan demostrar control absoluto sobre sus datos, desde la administración pública hasta la sanidad o las finanzas.

El futuro del almacenamiento soberano 

Europa tiene ante sí la oportunidad de liderar un modelo de nube que combine independencia, cumplimiento normativo y eficiencia tecnológica. Apostar por infraestructuras de almacenamiento modernas y de alta densidad no es solo una decisión técnica: es una inversión estratégica para garantizar que la soberanía digital sea una realidad asequible y sostenible tanto para grandes corporaciones como para pequeñas y medianas empresas. Con la tecnología adecuada, es posible superar las barreras de coste y complejidad, y dar forma a un futuro en el que nuestros datos permanezcan, de verdad, en casa.


Por Florence Perrin, directora de ventas para Europa, Soluciones para consumidores, Western Digital 

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