Es una suerte de toma de posesión de regreso al lugar décadas después para volver a izar la bandera de la propiedad del lugar. El PNV lo hará esta mañana en el número 11 de la Avenida Marceau de París. En el famoso ‘palacete’ cuyo traspaso a la formación nacionalista el Gobierno de Pedro Sánchez oficializó la pasada Nochebuena, ya no está la bandera de España. Es probable que pronto pueda verse la ikurriña en su fachada o en el interior de sus estancias. Lo que está claro es que hoy celebrará un acto con un alto valor sentimental y simbólico para el nacionalismo jeltzale y en el que estará presente la plana mayor de la actual dirección de la formación y de quienes les precedieron, así como el lehendakari Imanol Pradales y varios de sus consejeros.
Lo que se escenificará es que el inmueble, que hasta hace unos meses acogía la sede del instituto Cervantes en la capital francesa, vuelve a ser patrimonio del partido que hoy preside Aitor Esteban. En realidad, lo es desde diciembre del año pasado, cuando el BOE lo oficializó. Situado en pleno corazón de París, este edificio construido en 1883 venía siendo reclamado por el PNV desde hacía muchas décadas. Cerca estuvo de completarse la recuperación de la propiedad en tiempos de Mariano Rajoy pero la moción de censura lo frenó. Ahora, el apoyo del PNV a Sánchez también ha tenido como contraprestación satisfacer esta vieja reclamación de los nacionalistas.
El acto que hoy celebrará el PNV en París rememorará la historia vivida por la formación durante la Guerra Civil y la dictadura franquista. Fue en este inmueble de estilo Haussmanniano de cuatro plantas y 1.309 metros cuadrados, cuando en 1936, tras huir al exilio, se refugió el Gobierno vasco del lehendakari José Antonio Agirre. Fue en él donde instaló su sede, hasta que años después las tropas nazis, en connivencia con el Franquismo, se apropiaron del edificio.
El PNV evita emplear el término ‘palacete’ con el que la oposición a Sánchez ha cuestionado el acuerdo que hoy hace posible que Sabin Etxea recupere la titularidad del inmueble. El PNV prefiere referirse a él como “sede” o “edificio” en el que se escribió una página importante de su historia.
Antigua sede del Instituto Cervantes
El regreso a París se produce antes de lo inicialmente previsto. El acuerdo previsto contemplaba la posibilidad de que el Instituto Cervantes pudiera prolongar aún el uso del edificio hasta el año 2030. A cambio debía abonar un alquiler a precios de mercado al PNV. Apenas han transcurrido nueve meses desde que el Boletín Oficial del Estado publicó el decreto ‘omnibus’ en el que se recogía el acuerdo y que un mes después debía ser ratificado por el Congreso. La Cámara Baja lo rechazó, pero para entonces el PNV se había dado prisa para hacer valer en el registro su condición de nuevo propietario del edificio.
La del 11 de la Avenida de Marceau es una larga historia que se escribe con testaferros, empresarios en el exilio, sociedades interpuestas y dos guerras. El PNV siempre ha defendido que fueron emisarios suyos los que orquestaron y ejecutaron la compra del edificio, no el Gobierno vasco, pese a que poco después de adquirir la propiedad la cedió para convertirla en su sede en el exilio.
La fecha oficial de compra es el 12 de septiembre de 1936. El Ejecutivo nacionalista en el exilio pudo hace uso del mismo sólo hasta el final de la II Guerra Mundial. La sintonía entre la dictadura franquista y los nazis precipitó la expropiación del edificio, que pasó a estar en manos de la Gestapo primero y de la dictadura franquista después. El acuerdo que permitió al PNV recuperar el palacete se enmarca en la disposición adicional novena de la Ley de Memoria Democrática. Además de este edificio, el PNV reclama otras dos propiedades en Francia: el Hote du Mont Renaud, en Noyon, y el Hotel du Deu, en Compans.
'Testaferros' del PNV
Ante quienes como el PP consideran que se trata de una cesión de Sánchez al PNV por su apoyo y que consideran que la propiedad debería recaer en el Gobierno vasco y no en la formación que lidera Esteban, en Sabin Etxea insisten en apelar a la historia. Recuerdan que el nacionalismo vasco, afín a la República, comenzó a moverse y prepararse para un posible exilio ante el avance de las tropas franquistas. El aquel contexto político comprar un edificio en el exterior se convirtió en una prioridad y la diáspora vasca nacionalista podría ayudar.
El PNV defiende que fue un emigrante vasco vinculado al PNV y asentado en México, Francisco Belaustegigoitia, quien inició el proceso de compra. Es a él a quien se asigna el envío desde México de 65.000 dólares al tesorero del PNV, Heliodoro de la Torre, a una cuenta del Banco Bilbao en París. La fecha del documento que consta en la Universidad Iberoamericana-Laguna de México es el 12 de septiembre de 1936. El Gobierno vasco aún no existía. Faltaban apenas 25 días. Aguirre juró el cargo el 7 de octubre.
El PNV subraya que su reclamación viene más motivada por razones históricas y sentimentales, que económicas. Pero a nadie se le escapa que un inmueble de esas características, con esa ubicación privilegiada, también es un patrimonio muy valioso. Las estimaciones realizadas lo valoran entre los 15 y 16 millones de euros.
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