Hay quien piensa que Pedro Sánchez ha vuelto a encontrar una tabla de salvación para la legislatura en el conflicto de Gaza. Se equivocan. La vida política sigue su dinámica al margen de los fogonazos mediáticos, y esa realidad es amarga y hace dudar de la continuidad de un Gobierno en minoría.

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La votación de este martes en el Congreso sobre la toma en consideración de la proposición de ley (registrada en marzo por PSOE y Junts) para delegar las competencias de inmigración a la Generalitat de Cataluña pone las cosas en su sitio.

En primer lugar, supone una nueva derrota parlamentaria del Gobierno. En segundo término, evidencia la ruptura del llamado bloque de investidura. En tercer lugar, pone de relieve la jaula de grillos en la que se ha convertido Sumar. Cuarto, demuestra que Podemos ya no le pasa ni una a Sánchez. Y finalmente, lo peor para el presidente, Junts se ha quedado en la estacada en un tema por el que se está desangrando en Cataluña: la inmigración.

Junts no está para tirar cohetes. La Vanguardia publicó el 21 de septiembre una encuesta muy interesante a la que se ha prestado poca atención. Según el sondeo, si se celebraran hoy elecciones, Cataluña sería ingobernable. Ningún partido, ningún bloque (ni de izquierdas, ni de derechas, ni de nacionalistas o no nacionalistas) tendría mayoría para gobernar. Esa debe ser la normalización de la que habla Sánchez.

Pero lo más importante de ese sondeo es que Junts pasa de 35 escaños (los que obtuvo en mayo de 2024) a 21. Mientras que Aliança Catalana pasa de 2 (los que tiene ahora en el Parlament) a 19 escaños. Es decir, que Aliança está a punto de hacerle el sorpasso tanto a Junts como a ERC. ¿Es esa la normalización de la que habla Sánchez?

Tampoco Salvador Illa sale bien parado: el PSC perdería 6 escaños (pasaría de 42 a 36), mientras que el 50% de los catalanes cree que las cosas "van por mal camino", frente al 26% que piensa que van en la "buena dirección". Por si esto fuera poco, en Lleida y en Girona el partido más votado sería Aliança; mientras que el más votado entre los jóvenes menores de 34 años en toda Cataluña sería Vox. Si esto es la normalización, qué será lo anormal.

La mayoría de investidura ya no existe. Y el apoyo de Junts a Sánchez sólo le da votos a Silvia Orriols

El caso es que a Junts le está penalizando sobremanera ser la muleta que sujeta a un Gobierno de coalición en el que mandan las izquierdas. Si encima no es capaz de que se apruebe una ley que le permita sacar pecho en Cataluña en el debate de la inmigración, apaga y vámonos.

Puigdemont (que ya en la citada encuesta sale por detrás de Silvia Orriols en popularidad) sabe que cuanto más se alargue la legislatura, más riesgo corre de ser un partido irrelevante en Cataluña, que es donde le interesa pintar algo. Así que ahora tiene que medir muy bien hasta dónde alarga la vida del Gobierno de Sánchez. Por supuesto, ni Podemos ni Junts están dispuestos a aprobarle los Presupuestos generales al Gobierno. La prórroga, ya lo dijo en TVE, no le preocupa al presidente.

Pero la de hoy es una votación cualitativamente diferente a las demás. Puede ser el punto de no retorno, el ¡hasta aquí hemos llegado! del prófugo de Waterloo.

El Gobierno lo sabe y está llevando a cabo una doble estrategia. Por un lado, intenta amarrar a Junts como sea. Ya está comprometida una nueva reunión de la cúpula del partido independentista con Rodríguez Zapatero en la que éste les garantizará a Puigdemont, Turull y Nogueras que el Gobierno puede buscar fórmulas para ceder competencias a Cataluña en inmigración sin necesidad de una nueva ley. Ya hay gente trabajando en esta chapuza. Por otro lado, el PSOE intenta como sea atraer de nuevo a la causa a los diputados de Podemos. Esfuerzo baldío: la reconciliación aquí es imposible. Y, por último, la alternativa a la desesperada: la convocatoria de elecciones anticipadas al calor de las movilizaciones a favor de los palestinos, intentando reproducir lo que ocurrió en 2004 con el No a la guerra.

Nos quedan meses de inestabilidad constante, sin mayoría del Gobierno en el Congreso, pendientes de los sumarios que afectan al presidente y a su entorno político y familiar, sin presupuestos y a la espera de que el prófugo de Waterloo decida que ya no puede insuflarle más oxígeno a Pedro Sánchez porque darle vida a él supone su suicidio... En fin, como se decía en época del Covid, esta debe ser la nueva normalidad.

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