En el PSOE y en el Gobierno dicen estar muy satisfechos con el informe de la UCO sobre la compra de mascarillas y PCR en la época en la que Ángel Víctor Torres era presidente de Canarias. En Ferraz y en Moncloa siempre están en modo happy hour. Pase lo que pase, suceda lo que suceda.
El propio Ángel Víctor Torres ("el mejor político que conozco", según declaró Koldo García a El Independiente) dio una rueda de prensa para mostrar su satisfacción con el informe de 347 páginas. Al ahora ministro lo que más le preocupaba era lo de la "señoritas de compañía"; y, en efecto, la Guardia Civil no habla de señoritas de compañía. Pero sí habla de un contrato de compra de mascarillas y otro de PCR (diagnóstico para el Covid) que, en conjunto, suponen 17,6 millones de euros. Una tela.
El ahora titular de Política Territorial y Memoria Democrática debería ser más prudente y no sacar pecho ante la aportación de datos a la causa por parte de la Guardia Civil. Más bien debería sentirse avergonzado... y preocupado.
Lo que se trasluce a lo largo del extenso informe es que el entonces presidente de Canarias actuaba casi al servicio de Koldo García, que, recordemos, no tenía ningún cargo oficial y tan sólo era el asistente del ministro de Fomento, José Luis Ábalos.
Es Koldo -y no Ábalos- el que le coloca al gobierno canario las empresas de Víctor de Aldama que, por sus servicios, le pagaba al asistente todos los meses 10.000 euros en metálico. Al margen de otros premios. La relación de subordinación entre el intermediario del negocio (Koldo) y el contratante (Torres) llama la atención de la UCO: "Koldo habría conseguido que el propio Presidente canario se pusiera en contacto con Íñigo Rotaeche (socio de Aldama) y, por otro, que Víctor Torres le diera cuenta de las gestiones que estaba llevando a cabo en su favor".
Torres tuvo que sortear numerosos obstáculos para que la trama cerrara su negocio. Sobre todo, por parte de la funcionaria responsable de recursos económicos de Sanidad del Gobierno canario, Ana María Pérez, que advirtió del elevado precio de las mascarillas, que que el contrato se estuviera llevando a cabo "fuera del circuito", y mostró su extrañeza porque un contrato de 12 millones se firmase sin autorización del Gobierno.
A la Guardia Civil le llama la atención que Torres le diera cuenta a Koldo de las gestiones que estaba haciendo a su favor
Ante el retraso de los pagos, Aldama se enfada y Koldo le transmite a Torres que las cosas no están funcionando. El presidente canario responde ocupándose él personalmente del asunto: "Lo que quiero es que se pague ya de una vez todo lo suministrado y todo lo que está de manera correcta, todo lo que ha recibido Canarias, para ver quién es el que ha estado desde dentro torpedeando, retrasando y demás ¿vale? Venga chao". Se disculpa el presidente canario ante el asistente del ministro Ábalos. No sabemos si a Ana María Pérez se le calló el pelo, pero Koldo lo insinúa en una de sus conversaciones.
Hay, y esto también debería preocupar al ministro de Memoria Democrática, alguna conversación con Aldama y, al menos, una cena con él. Torres declaró -con obligación de decir verdad- que no había tenido relación con el empresario, que casi ni sabía quien era. Por cierto, en su comparecencia, Torres ha dicho que se querellará contra él por difamarle. Que se ate los machos, porque Aldama es mal enemigo.
Después del negocio de las mascarillas, vino el de las PCR. La trama no paraba. Koldo era un torbellino de actividad, contactando no sólo con el presidente canario, sino con el director del Servicio Canario de Salud, el director de la Unidad de Emergencias y gestión de crisis y el director del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo de Sevilla. Y, claro, reportando en todo momento a Aldama.
El problema con los PCR fue de mayor calado que con las mascarillas. Porque quien ponía pegas ya no era una funcionaria cumplidora, sino el ministro de Sanidad, Salvador Illa. Nos situamos a finales del año 2020 -el negocio de las mascarillas se cerró entre la primavera y el verano de ese mismo año-. Es Torres quien se queja ante Koldo, cuando lo lógico hubiera sido al revés, de los reparos que está poniendo el ministro de Sanidad a los PCR de Megalab (la empresa de la trama). Cuando Koldo le contesta a Torres que el ministro Ábalos se está ocupando del caso, Torres le dice que si "le parece que le caiga a Pedro como opción desesperada" (Pedro, señala la Guardia Civil, es el presidente del Gobierno).
Torres, es natural, tiene miedo de promulgar un decreto para la implantación de esos PCR sin la autorización del ministro de Sanidad, y se queja de la "falta de compromiso" de Salvador Illa. Finalmente, se produjo una reunión a la que acudieron Pedro Sánchez, Salvador Illa, José Luis Ábalos y el propio Torres. No sabemos si el ministro de Sanidad dio su brazo a torcer en ese encuentro, pero sí sabemos que el decreto se promulgó y que la empresa de la trama que investigan la Audiencia y el Supremo logró su objetivo.
Por mucho que entre Koldo y Torres hubiera una sólida amistad, esa subordinación que detectan sus contactos no es como para que el ministro se sienta orgulloso. Sobre todo cuando, mientras que en España morían miles de personas por el Covid, los compinches de la trama se forraban. Nada más cerrarse la venta de las mascarillas, Rotaeche le escribió a Aldama: "Víctor, descorcha la botella".
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1 Comentarios
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hace 1 hora
Bla, bla, bla…
Y nada de nada.
Pero no pierdas la fe que hasta el 27 quedan muchos meses.
Luego te inventas otra historia como con lo de Atocha que Aznar esta de vuelta poniendo en evidencia que Feijoo es un inútil.