España ocupa el puesto 24 entre los países más afectados del mundo en las últimas tres décadas y la posición 20 en 2024 según el Climate Risk Index 2026 (CRI), publicado por la organización medioambiental Germanwatch en el marco de la COP30 en Brasil.
Un informe que este año se detiene a comparar la capacidad de reacción de España y Alemania ante un desastre climático parecido la DANA de Valencia de 2024 y las inundaciones en el valle del Ahr en 2021. El informe muestra una brecha institucional, social y política de ambos países frente a los desastres climáticos.
“El desfase entre la preparación y la respuesta es evidente en eventos como las inundaciones en el valle del Ahr en Alemania (julio 2021) con 134 fallecidos y en la región de Valencia en España (octubre 2024) con 232 víctimas mortales. En ambos casos, las agencias nacionales emitieron alertas severas con suficiente antelación, pero la comunicación y la acción local se retrasaron”, señala el documento de Germanwatch.
Las previsiones meteorológicas funcionaron pero las autoridades no hicieron llegar la información de riesgo a sus ciudadanos. El informe CRI destaca la falta de preparación de la ciudadanía. “La población carecía de conocimientos en aspectos relevantes como rutas de evacuación”, asegura. “La percepción del riesgo en España a nivel nacional era comparativamente baja y el enfoque de gestión del riesgo no se orientó a la prevención y preparación”, añade.
Alemania no sale mejor parada, la muerte de las 134 personas quedó claro que fue un “fallo del sistema de gestión del riesgo”, sin embargo destaca que “las capacidades de respuesta en Alemania tras las inundaciones del Ahr fueron superiores. El gobierno alemán estableció un fondo de apoyo de cerca de 30.000 millones de euros apenas un mes después del desastre”. En Alemania, el shock institucional activó la respuesta; en España, -si bien esto no lo dice el informe- es un hecho que se convirtió en objeto de bronca política.
En el análisis de los dos desastres destaca que los mayores fueron, los más vulnerables. “En España, más de la mitad de las víctimas superaban los 70 años de edad, lo que subraya que los grupos más vulnerables son los más afectados entre todos los países”. En el valle del Ahr, las víctimas también eran en su mayoría mayores, pero la red social e institucional funcionó en los días siguientes: las familias recibieron apoyo económico, alojamiento y cobertura sanitaria sin demora.
El informe incide en la importancia de la cultura política, ciudadana y administrativa que revela como el motor -o el lastre- de la resiliencia nacional ante los fenómenos meteorológicos extremos.
Extremos climáticos, extremos sociales
La DANA de 2024 no fue un fenómeno aislado, sino parte de una nueva normalidad definida por el cambio climático. “Alrededor del 40 % de todas las personas en el mundo —más de tres mil millones— viven actualmente en los once países que se han visto más gravemente afectados por fenómenos meteorológicos extremos como olas de calor, tormentas e inundaciones durante los últimos 30 años”, destaca la organización alemana.
En total, el índice registra más de 9.700 fenómenos meteorológicos extremos entre 1995 y 2024, con más de 830.000 muertes y daños directos superiores a 4,5 billones de dólares estadounidenses, ajustados por inflación. “Las olas de calor y las tormentas representan la mayor amenaza para la vida humana cuando se trata de fenómenos meteorológicos extremos”, afirma Laura Schäfer, una de las autoras del CRI. “Las tormentas también provocaron, con diferencia, los mayores daños económicos, mientras que las inundaciones fueron responsables del mayor número de personas afectadas por eventos meteorológicos extremos.”
En 2024, el mundo registró pérdidas económicas sin precedentes por fenómenos meteorológicos extremos, según datos de Germanwatch. Las tormentas encabezaron el listado, generando daños valorados en 160.527 millones de euros. A las tormentas les siguieron las inundaciones, responsables de otros 30.476 millones de euros en pérdidas.
Estados Unidos, España y Brasil se situaron entre los países más afectados por el impacto de estos desastres naturales. En territorio estadounidense, el huracán Helene se convirtió en el más mortífero desde el devastador Katrina en 2005, dejando un balance económico de 52.080 millones de euros en daños. El huracán Milton le siguió como el segundo evento extremo más costoso del año, con pérdidas superiores a 35.340 millones de euros.
España vivió la peor catástrofe natural de su historia reciente, tras unas lluvias torrenciales que en zonas del este del país desencadenaron precipitaciones equivalentes a todo un año, provocando pérdidas superiores a los 10.230 millones de euros. En Brasil, las graves inundaciones registradas en el estado de Río Grande do Sul dejaron tras de sí más de 6.510 millones de euros en daños totales.
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