La gran parte de los hábitos de limpieza que practicamos en casa los hemos heredado de nuestros padres y se realizan sin cuestionarnos por qué lo hacemos. A menudo, ciertas costumbres son contraproducentes y pueden perjudicarnos, no sólo de cara a preservar la higiene del hogar, sino también a nuestra salud. Cada día llevamos a cabo acciones tan habituales como fregar con agua sucia, o la acumulación de objetos inútiles o la costumbre de dejar la ropa sobre una silla. Indudablemente, todos esto no nos asegura un lugar limpio, más bien todo lo contrario, la limpieza eficaz pasa por mirar lo que hacemos mal y luego corregirlo.

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Errores de limpieza

Fregar el suelo con agua sucia

Hay un error muy habitual que se comete habitualmente, usar el mismo cubo de agua durante la limpieza de todos los espacios. Puede parecer que es la solución más práctica, no obstante, lo único que conseguimos es esparcir la suciedad de un entorno a otro. Por el contrario, cambiar el agua con frecuencia y volver a poner nuevo producto en el cubo, evita el acumulo de bacterias en los suelos y proporciona un aroma fresco.

No limpiar los utensilios de limpieza

Las escobas, las fregonas, las bayetas..., normalmente también tienen sus propias exigencias de mantenimiento, y si no se lavan antes de usarlas, se transforman en un transmisor de suciedad en vez de eliminarla. Es importante un buen enjuague de cada utensilio, un buen secado y un cambio del utensilio cuando empieza a deteriorarse; la limpieza de los utensilios es la condición que garantiza una higiene real y duradera.

Hábitos domésticos

Guardar cosas por si acaso

Acumular objetos “por si acaso” acaba convirtiendo los armarios y trasteros en auténticos almacenes. Este hábito, heredado de las generaciones anteriores, bloquea el mantenimiento del orden interior y también reduce la sensación de espacio. Si un objeto no se ha utilizado durante un año, probablemente no se utilizará más adelante; la sensación de limpieza en el hogar se incrementa al liberar espacio.

Dejar la ropa en la silla

Utilizar la silla del dormitorio como si fuera un perchero es un comportamiento que hay que evitar. Esto origina un caos visual y forma una capa de polvo que hace de las sillas del dormitorio un lugar sucio. Es mejor optar por una alternativa: o bien se pliega y se guarda, o bien se lava. Mantener el dormitorio despejado ayuda a conciliar el sueño.

La limpieza para evitar errores comunes

Tener la puerta de la lavadora cerrada hace que se genere humedad y mal olor, por eso es recomendable que se quede la puerta abierta hasta que el interior esté completamente seco; esto será clave para que después de cada lavado, la ropa huela bien y la lavadora se mantenga en un buen estado mucho más tiempo.

Ropa nueva sin lavarla

Comenzar a usar la ropa nueva sin haberla lavado, es un mal hábito de higiene. La ropa nueva pasa por varias manos en las tiendas, por cajas y por estanterías, por lo cual puede haber acumulado polvo y pequeños restos químicos. Un lavado previo a su uso elimina esas impurezas e irritaciones que puedan generar en la piel. La limpieza textil también forma parte de las prácticas de higiene personal.

Romper con las herencias que hemos recibido no es fácil, pero hacerlo garantiza un hogar mucho más saludable. La limpieza real no depende del trabajo a realizar, sino de la forma de realizarlo. Cambiar esos hábitos supone dar el primer paso hacia un hogar más ordenado, más limpio y con menos errores que llevamos repitiendo a lo largo de las generaciones.

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