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Es, sin duda, uno de los lugares vinculados a la música clásica más famosos y prestigiosos de todo el mundo. Bastaría prácticamente con recordar que fue inaugurado el 5 de mayo de 1891 con un concierto dirigido por el mismísimo Piotr Chaikovski para asegurar que el mítico Carnegie Hall de Nueva York es uno de los templos musicales más destacados del universo cultural. Fue en ese mismo escenario en el que actuó, por primera vez en su historia, la Orquesta de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, en un concierto extraordinario que tuvo lugar el pasado jueves 13 de noviembre.
Esa noche, setenta estudiantes de más de dieciocho países desplegaron todo su talento bajo la dirección del colombiano Andrés Orozco-Estrada, con Renaud Capuçon como violín solista y la participación de músicos de la Filarmónica Joven de Colombia. Para todos ellos resultó ser la culminación de un sueño que comenzó cuando fueron admitidos para formarse en la Escuela, fundada en 1991 por la pianista y filántropa Paloma O’Shea.

Además, la orquesta contó con dos artistas invitadas: la violonchelista emiratí Elham Al Marzooqi, intérprete habitual del Abu Dhabi Festival, y la violinista Rolanda Ginkute, antigua alumna de la Escuela y actual segundo violín principal de la Orquesta Filarmónica de Catar.
El centro fue creado con la intención de situar en España una escuela de alta especialización profesional a la que pudieran acudir los jóvenes de mayor talento procedentes de todo el mundo para formarse con grandes profesores internacionales y para acercar su música a la sociedad. Más de tres décadas después, la actuación de la Orquesta de la Escuela en el Carnegie Hall ha supuesto la culminación de un proyecto largamente deseado con su concierto "Viaje al Nuevo Mundo": Con él, han podido compartir en Estados Unidos el fruto de casi 35 años de trabajo paciente y artesanal en la formación de nuevas generaciones de músicos clásicos.
Muy pocos años después de su fundación, la Escuela, siempre apoyada por Su Majestad la Reina Doña Sofía, ya se había convertido en uno de los conservatorios musicales líderes de Europa, sobre todo porque prestigiosos artistas, como Yehudi Menuhin, Mstislav Rostropovich o Zubin Mehta, y Alicia de Larrocha, contribuyeron a su nacimiento.
En casi cuatro décadas, la Escuela no ha perdido ese extraordinario impulso inicial y ha proporcionado educación musical a más de 1.200 alumnos, la mayoría de los cuales hoy en día ocupan importantes lugares en orquestas sinfónicas de medio mundo, desde Berlín hasta Buenos Aires, pasando por México DF o la propia Nueva York. Muchos de ellos, además, lideran en la actualidad proyectos comunitarios que llevan la música a escuelas, hospitales y barrios donde rara vez se escucha. Sus exitosas carreras profesionales suponen una perfecta demostración de que un conservatorio puede cultivar tanto el rigor artístico como el compromiso social.
Además, antiguos alumnos procedentes de países como Argentina, Colombia, México, Brasil, Chile y otros más de América Latina, comparten su talento hoy en grandes orquestas y en universidades de aquella zona del mundo en una demostración más de la estrechísima relación que, desde siempre, ha mantenido la Escuela con América Latina y que se traduce en un mágico y constante intercambio de ideas, talento y energía creativa que enriquece a ambos lados del Atlántico.

Cada curso, alrededor de 150 jóvenes estudian en la Escuela Superior de Música Reina Sofía, a la que acceden después de un muy exigente proceso de selección que deja la tasa de admisión en un 9%, una de las más bajas de toda Europa, con el mérito y el talento como únicas fuentes de calificación. La recompensa es recibida en forma de beca completa y de la participación en una media de veinte actuaciones públicas al año después de disfrutar un plan de estudios individualizado, lo que permite un seguimiento personalizado a la medida de cada alumno, y la asistencia a clases magistrales a cargo de artistas invitados de primer nivel mundial.
Como demuestra su exitosa presentación en el Carnegie Hall de Nueva York, el alcance internacional de la Escuela no para de crecer y lo hace a través de una red cada vez mayor de colaboraciones con instituciones culturales, universidades y orquestas de todo el mundo. Pero tampoco detiene su crecimiento en España y buena prueba de ello es la construcción de una nueva sede, cedida por el Ministerio de Cultura, que duplicará la capacidad de la institución y creará nuevas salas de ensayo, espacios de actuación y áreas abiertas diseñadas para el intercambio interdisciplinario.
En un momento como el actual en el que multitud de organizaciones culturales se enfrentan a constantes incertidumbres financieras, la Escuela se erige como un modelo de sostenibilidad gracias a un exitoso esquema de financiación híbrido en el que alrededor del setenta y cinco por ciento del presupuesto proviene de donantes privados, empresas y fundaciones. La mayor parte del veinticinco por ciento restante procede de instituciones públicas; en resumen, una estructura que permite seguir siendo independientes sin perder nunca el sentido cívico propuesto en su fundación allá por 1991.
La exitosa actuación de la Orquesta de la Escuela Superior de Música Reina Sofía en el Carnegie Hall de Nueva York ha supuesto la mejor carta de presentación para quienes aún no conocieran las excelencias musicales de los jóvenes intérpretes y la mejor demostración posible de que el sueño de Paloma O’Shea aún no tiene final.
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