Donald Trump ha defendido este martes al príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman, el hombre que la propia CIA señaló como el origen de la orden de asfixiar y descuartizar al periodista Jamal Khashoggi en el consulado saudí en Estambul en octubre de 2018. "Le gustara o no, las cosas sucedieron, pero él no sabía nada al respecto", ha indicado el presidente estadounidense desde el Despacho Oval, delante de un Bin Salman visiblemente incómodo.
"En lo que respecta a este caballero [Mohamed bin Salman], ha hecho un trabajo fenomenal. Usted está mencionando a alguien que fue muy controvertido. A mucha gente no le gustaba ese caballero del que usted habla. Le gustara o no, las cosas sucedieron, pero él no sabía nada al respecto. Podemos dejarlo así. No tiene por qué avergonzar a nuestros invitados con preguntas como esa. Solo pregunte al presidente", ha declarado Trump al reportero que le ha preguntado por uno de los capítulos más oscuros de la biografía de Bin Salman, el príncipe que es "de facto" el rey de Arabia Saudí.
Según el pormenorizado relato de los hechos, a las 13.14 horas del 2 de octubre de 2018 Jamal Khashoggi accedió al consulado saudí en Estambul. El fotograma, captado por la red de cámaras de vigilancia desplegada en las inmediaciones de la legación diplomática, fue su última prueba de vida. En los minutos siguientes, el periodista fue asfixiado y descuartizado por un equipo de funcionarios saudíes que habóa aterrizado en la ciudad turca horas antes, procedentes de Riad. La misión cumplía la sangrienta orden sin titubeos. “Traedme la cabeza del perro”, había exigido en una conversación por Skype Saud al Qahtani, un asesor del príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman.
Poco después, los restos del reportero abandonaron el inmueble alojados en varias bolsas mientras un miembro del escuadrón, reclutado por su parecido físico con Jamal, se enfundó la camisa, la americana y el vaquero del reportero y comenzó su deambular por la urbe para tratar de encubrir el asesinato.
Siete años después, el cuerpo de Khashoggi no ha sido hallado; su familia ha guardado silencio gracias a las dádivas ofrecidas por el régimen; y Bin Salman ha logrado la rehabilitación internacional, incluso entre aquellos países y líderes que más le criticaron por aquel asesinato. Durante su viaje a Estados Unidos, Bin Salman ha ofrecido inversiones por valor de un billón de dólares.
Sobre el paradero del cuerpo de Khashoggi, un empleado turco reconoció que fue requerido para encender el horno de la residencia del cónsul una hora antes de que Jamal acudiera a la misión. “El horno es un modelo muy específico de Turquía que puede alcanzar temperaturas muy elevadas. Siempre ha sido una posibilidad que el cadáver de Jamal fuese quemado. Personalmente, no me convence que todo el cuerpo se hiciera desaparecer en el horno pero hay que recordar que el equipo enviado por el Gobierno saudí tras el asesinato tuvo diez días para trabajar y en ese tiempo pudo hacer cualquier cosa, incluido recoger los restos de Jamal que pudieran haber quedado como prueba”, relató a este periodista Agnes Callamard, ex relatora especial de la ONU sobre ejecuciones extrajudiciales que investigó el asesinato y hoy directora de Amnistía Internacional.
La investigación turca reveló que tras aquellos días las losas de mármol habían cambiado de color, resultado del probable uso de un producto químico. “No fue iniciativa de unos cuantos funcionarios. Había un plan y fue un asesinato organizado por el Estado. Solo tengo pruebas circunstanciales y testimonios que apuntan hacia los más altos niveles del Gobierno saudí pero sé que otros las tienen, por ejemplo, la CIA y mi principal objetivo en este momento es empujar a los actores que tienen acceso a esa información a hacerla pública”, aseguró Callamard.
“De algo no tengo duda: que Bin Salman estuvo involucrado de un modo u otro. Ordenó el crimen o, como mínimo, no trató de evitarlo”. Callamard, que navegó durante meses entre las pesquisas del espeluznante asesinato, admitió que Riad recurrió en el pasado al mismo “modus operandi” usado con los hijos de Jamal, que fueron comprados para que no ofrecieran declaraciones o exigieran una investigación judicial.
“Durante mi investigación, vi muchos casos en los que las autoridades, antes de amenazar o encarcelar, trató de comprar a la gente ofreciendo grandes cantidades de dinero para que cesaran las críticas”, denunció. Jamal, el hombre de biografía compleja que exhaló su último aliento intramuros del consulado, fue uno de aquellos “enemigos” a los que los petrodólares trataron de seducir. “Permíteme que celebre a quienes no aceptaron el dinero y optaron por vivir en condiciones precarias con tal de permanecer libres. Ése fue el caso de Jamal. Le intentaron comprar muchas veces. Le llegaron a ofrecer dinero, estatus y cargos para que regresara a Arabia Saudí. Y él los rechazó todos. Prefirió decir 'no', ser pobre y quedarse solo”.
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