Los grandes beneficios para el organismo de salir a correr con frío

Correr cuando desciende la temperatura da lugar a ciertas reticencias en muchos deportistas, pero el frío no tiene por qué ser un enemigo. Al contrario, el entrenar en invierno puede acabar siendo un gran aliado con grandes beneficios. Correr con frío activa mecanismos naturales del organismo que mejoran el rendimiento, dan fortaleza al organismo e incitan a entrenar de manera constante cada día del año. Siguiendo la preparación adecuada y un buen orden programado, el correr en frío proporciona unos beneficios claros que van más allá del simple entrenar en frío.

Beneficios de correr con frío

Las bajas temperaturas favorecen la práctica de un esfuerzo más prolongado. El cuerpo se calienta lentamente y, con ello, evita el sobrecalentamiento que suele producirse en los meses más cálidos. Entonces, se consiguen mantener ritmos estables durante más tiempo y alargar las sesiones de entrenamiento sin molestias de un gran nivel de fatiga. Al entrenar en estas condiciones, el organismo aprende a gestionar mejor la energía y mejora en resistencia general, muscular y cardiovascular.

Aumento del gasto calórico

La temperatura baja provoca que el cuerpo tenga que trabajar más por mantener su temperatura interna, aumentando el consumo energético incluso con ritmos de ejercicio moderados. Correr en invierno promueve una mayor quema de calorías mientras se está haciendo ejercicio y después de finalizarlo. Dado que el metabolismo se mantiene activo tras la pausa. Esta situación reviste especial interés para quienes buscan controlar su peso o mejorar su composición corporal de manera continua.

Ventajas mentales al correr en invierno

Las actividades físicas y deportivas al aire libre en un día frío producen un efecto de liberación de endorfinas (mejoría en el estado de ánimo) considerable. Correr en estas condiciones frías produce una sensación de auto superación y de motivación. El contraste entre el frío exterior y la sensación de calor corporal al término del esfuerzo físico produce una sensación de energía y bienestar extendido al resto del día.

Concentración y enfoque

Las circunstancias en las que se desarrolla la carrera de invierno requieren prestar más atención al empezar a correr que en otras prácticas, puesto que el terreno, la respiración o el ritmo requieren de un control más consciente, de manera que ayudan a aclarar la mente. Este tipo de entrenamiento disminuye la dispersión mental y mejora la concentración. De este modo, con el paso de las semanas es posible que esa mayor claridad mental también se refleje en el trabajo cotidiano.

Un impulso para la salud

La práctica cotidiana de ejercicio físico moderado en el exterior, teniendo en cuenta que el frío es un elemento a tener en consideración, ayuda a reforzar los poderes defensivos del organismo. La práctica controlada de correr con frío facilita la adaptación del organismo a los cambios ambientales: es muy posible que esta adaptación favorezca la respuesta inmunitaria y ayude a prevenir el resfriado común. La clave está en una intensidad apropiada y respetar los tiempos de descanso.

Desarrollo de tolerancia al estrés

El entrenamiento en condiciones adversas de frío proporciona una carga adicional que el cuerpo ha de aprender a manejar. Esta adaptación mejora la capacidad de gestión del cuerpo ante el estrés físico y mental. La adaptación proporciona una respuesta más adecuada ante las situaciones de estrés máximo y permite alcanzar una mayor estabilidad emocional. Esta capacidad de adaptación se convierte en una herramienta muy útil frente a las exigencias de la vida diaria, permitiendo afrontar esta con mayores grados de serenidad.

Correr con frío es una alternativa excelente para aquellas personas que desean mantener su salud durante todo el año. Así, a partir de una correcta planificación y de un vestuario adaptado, el invierno deja de ser una excusa para convertirse en una oportunidad para aumentar el rendimiento corriendo, para fortalecer el cuerpo y para mantener activa la mente. La regularidad permite sacar provecho a todas las ventajas que se derivan de esta práctica, convirtiendo cada salida en una inversión directa por el bienestar.