Los 3.337 metros y 19 curvas del trazado que serpentea por las exclusivas calles de Montecarlo dan vida al circuito más especial del gran circo. Cada palmo de la cita de Mónaco concentra el aroma de la Fórmula 1, ya que, aunque es el itinerario más corto y lento del calendario, es el que más mística desprende.

Mónaco es la carrera en la que, tal y como han apuntado tantos y tantos pilotos, "lo que menos importa es el domingo". Su estrechez y plano ensortijado reducen drásticamente las posibilidades de adelantamiento, por lo que la clasificación del sábado se convierte en la más decisiva del año.

Los domingos sin sorpresas en Mónaco se cuentan por decenas; sin embargo, el escaso margen de error que permite cada giro en el Principado mantiene en alerta a todos los interesados hasta la bandera a cuadros.

El laberinto de Mónaco da lugar a mucho más que un Gran Premio de Fórmula 1. Los ángulos de Santa Devota, Casino, Loews, Mirabeu, el mítico túnel y la posterior chicane del puerto engalanan una carrera acostumbrada a brillar por el glamur que la envuelve más allá de los pianos.

El escenario, iniciativa de Antony Noghès para impulsar el automovilismo en la zona, acogió su primera prueba de Fórmula 1 en 1929. Desde entonces, Mónaco se ha distinguido como un reto para los pilotos, que de generación en generación han forjado su leyenda en el Principado y que han acompañado sus actuaciones de anécdotas impensables en cualquier otro énclave del campeonato.

Historias del GP de Mónaco

Entre yates, reservados con piscina y demás elementos asociados al lujo de Mónaco, la carrera ha vivido todo tipo de episodios. De la caída al agua de Alberto Ascari en 1955 a la celebración de Sergio Pérez en 2022, pasando por la irrupción de un novato Ayrton Senna bajo el diluvio en 1984 o la estratagema de Michael Schumacher para evitar la pole de Fernando Alonso en 2006.

Prácticamente todo lo que ha podido suceder en el entorno de la Fórmula 1 se ha dado en Mónaco. Las imágenes de Pérez en 2022, al que se le hizo de día en un barco tras el festejo por su victoria con Red Bull, trasladaron a los aficionados a otro recuerdo relacionado con los habitantes del puerto. Era 2006, solo un día después del aparcamiento del Ferrari de Schumacher, y la vuelta 50 cuando el McLaren-Mercedes de Kimi Räikkönen se paró. El finlandés, que veía cómo se alejaba el asturiano en el Mundial, abandonó el monoplaza y pasó a seguir el resto de la carrera desde un barco que fondeaba con vistas a la pista.

De Juan Manuel Fangio en 1950 a Max Verstappen en 2023, todos los grandes campeones han conseguido subir a lo más alto del podio en Mónaco. Senna lo hizo en 1987, aunque su actuación estelar más recordada fue la de tres años antes, cuando pasó de la decimotercera posición hasta la primera. El hasta entonces líder, Alain Prost, levantó la mano para clamar a los comisarios de que no se podía correr con tanta agua; mientras, Senna era dos segundos por vuelta más rápido que el resto. La carrera se dió por finalizada con el orden de la vuelta anterior, por lo que Prost mantuvo su primer lugar y pospuso la primera victoria de un Senna que demostró aquel día de lo que era capaz.

A las fiestas en barcos, los logros de los pilotos más prestigiosos o los chapuzones en la piscina se une un misterio que 20 años después sigue sin resolver. La edición de 2004 fue testigo de una de las acciones de publicidad más peculiares de la Fórmula 1, un mundo donde todo es exagerado. La superproducción Ocean's Twelve, con estrellas como Brad PittGeorge ClooneyJulia Roberts y Catherine Zeta-Jones, utilizó los Jaguar Ford de Mark Webber y Christian Klein como escaparate, literalmente.

La escudería incrustó un diamante valorado en 300.000 dólares en cada uno de sus bólidos para promocionar la película, argumentada a partir de un robo. Quién sabe si por una consecución de actos fortuitos, la picaresca de algún comisario o por el azar, Klein sufrió un accidente frontal en la primera vuelta y, cuando el coche llegó al garaje, ni rastro del diamante.

Este fin de semana se cumplen 20 ediciones del gran premio desde la desaparición del diamante de Ocean's Twelve, que según algunas teorías acabó destruido por el impacto, en manos de algún auxiliar, en el mar o alguna alcantarilla, aunque tampoco se descarta que todo formara parte de la acción publicitaria. Cualquiera de las opciones solo es factible en una de las mecas de la Fórmula 1: Mónaco.