El mercado de las divisas digitales vive este jueves una jornada aciaga. Las principales criptomonedas, con el Bitcoin al frente, registran notables desplomes borrando buena parte de las ganancias acumuladas en las últimas semanas.

En el caso del Bitcoin, las caídas llegan a superar el 16%, en lo que supone su mayor descalabro desde enero de 2015. La moneda, que llegó a tocar el nivel de los 3.000 dólares el pasado lunes, tras multiplicar por tres su valor en apenas dos meses, ha visto evaporarse desde entonces cerca de un 25% de su valor.

El resto de las principales monedas virtuales, como Ethereum y Ripple no corren mejor suerte este jueves y firman retrocesos en el entorno del 14% y el 10,5%, respectivamente. De este modo, el mercado de las criptodivisas, que la semana pasada llegó a superar un valor conjunto de 100.000 millones de dólares, totaliza ahora alrededor de 95.000 millones de dólares, según datos del portal Coin Market Cap.

El desplome del Bitcoin y sus semejantes ha azuzado las voces que advierten de que este mercado está dominado por la especulación y que la reciente escalada de sus precios respondía a un movimiento con todos los elementos de una burbuja financiera. Sin embargo, tras este retroceso se esconden también cuestiones fundamentales sobre el futuro de la principal moneda digital, el Bitcoin.

Dos caminos

Desde su concepción, el mayor problema que ha encontrado esta criptomoneda es la capacidad de la red. Con un número cada vez mayor de transacciones y de minado, también es necesario que la red sea mayor para poder soportar la carga de datos que estas acciones suponen.

Para ello hay dos ideas que, aunque comparten ciertas propuestas, llevan direcciones bien diferenciadas. En cuanto a las similitudes, ambas consideran que la mejor manera de optimizar la red es implementar la técnica que describe el Segregated Witness, que suele recibir el sobrenombre de SegWit para abreviar.

El SegWit, básicamente, lo que hace es eliminar ciertos datos de las transacciones para conseguir aliviar el espacio y la cantidad de datos que cada una de ellas produce y carga en la red. De esta manera se podrían meter más transacciones en cada bloque minado. La última versión del software se lanzó en octubre del año 2016. Los beneficios de esta herramienta van desde el aumento de capacidad de la red hasta la mejora en la seguridad de las transacciones.

El problema es que para poder implementar el SegWit hace falta que un 95% de los mineros den su apoyo expreso, colocando un simple número 1 en uno de los bloques minados. A día de hoy, sólo un 31,7% han hecho tal cosa.

Ese es uno de los motivos que toman como gran argumento los partidarios de la vía BIP148, que prefieren dar luz verde al SegWit sin necesidad de pedir la autorización de la comunidad, algo por lo que sí abogan los que defienden el SegWit2x.

El choque de los dos caminos puede derivar, este mismo verano, en la escisión del Bitcoin. Según han informado sus partidarios, la red de SegWit2x estará funcionando desde el próximo 21 de julio, mientras que los portavoces de BIP148 han dicho que el día elegido para que su sistema esté en el aire es el 1 de agosto. Ese día ha sido ya bautizado como el Día de la Independencia del Bitcoin.

De ser así, la escisión de la divisa virtual más importante sería todo un hecho. Existirían desde ese momento dos Bitcoins bien diferenciados, que incluso pueden cambiar de nombre, con redes independientes y con valores que no tendrían que ver nada el uno con el otro.

La mayoría de las analistas, en cualquier caso, se sitúan cerca de los postulados de los partidarios del BIP148, aunque abogan por una fusión de ambas teorías que acabe por redundar en favor del futuro de la criptodivisa que, desde el principio, inició el camino para las monedas del futuro. O, quien sabe, monedas del futuro.