Debacle en el mercado de petróleo. Tras semanas de caídas por el frenazo económico que se teme por la epidemia de coronavirus, la falta de acuerdo entre la OPEP y Rusia para reducir la producción para sostener los precios ha provocado un desplome histórico, con descensos en picado que han llegado a superar el 30%. Se trata pues de la mayor caída desde la primera Guerra del Golfo, en 1991.
El barril Brent, el de referencia en Europa, ha llegado a caer este lunes un 31%, hasta rozar los 31 dólares, su menor precio desde finales de 2016. Y eso después de que el viernes ya perdiera un 10%. El barril West Texas, de Estados Unidos, ha llegado a registrar un desplome aún mayor, con una caída del 34%, quedándose en el entorno de los 27,3 dólares.
El pánico en los mercados es consecuencia del choque frontal entre Arabia y Rusia por el control de la producción mundial. El cártel OPEP, en el que se incluyen la mayor parte de los principales exportadores de crudo y que está liderado por Arabia Saudí, intentó la semana pasada sumar a Moscú a una estrategia para sostener los precios que implicaba recortar la producción en 1,5 millones al día. Rusia dijo no, y eso ha desatado el vendaval.
La falta de acuerdo ha abierto, de facto, una guerra de precios entre Arabia y Moscú. Aramco, el gigante petrolero saudí y la mayor empresa cotizada del mundo, se ha lanzado ya a recortar precios y ha advertido que podría incluso aumentar su producción. Y el Gobierno ruso ha dado plácet explícito a sus petroleras para que exploten toda su capacidad de producción y manejen su política de precios.
La gran banca de inversión teme que la caída de los precios se convierta en tendencia y que se agudice si el choque Arabia-Rusia continúa y si se agrava la epidemia de coronavirus a escala global. El gigante Goldman Sachs incluso ve factible que los precios se desmoronen hasta los 20 dólares por barril.
La espiral de pánico de hoy llega después de semanas de caídas. La menor demanda de petróleo prevista por el parón de la economía a causa del coronavirus, ya venía lastrando el precio del petróleo. En lo que va de año, en sólo poco más de dos meses, el Brent y el West Texas han perdido más de la mitad de sus precios de mercado.
Por lo general el descenso de los precios del petróleo es considerado un estímulo para la economía global. Un factor de dinamización que puede azuzar el crecimiento: al producir un ahorro en consumidores y empresas, en principio, tiene un efecto favorable para el consumo y la inversión.
Pero un descenso brusco y profundo, tan descontrolado como el que se está registrando este lunes, puede generar graves desequilibrios en los mercados, al comprometer la situación de determinados países e industrias de relevancia, como ya se comprobó a inicios de 2016. Y con ello se provocaría el efecto contrario y supondría un lastre para la economía global.
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