Esa es una gran receta para la vida, flema, pies calientes y cabeza fría. Como saben, no soy un gran prosélito de algunos de los dogmas que circulan alrededor del mundo de las inversiones. Especialmente de los dividendos, la capitalización compuesta y la renta variable como piedra angular del patrimonio. Ya he escrito sobre ello, y, además, para la inmensa mayoría, es un tema muy aburrido, así que no me extenderé con esas paparruchas que los banqueros nos repiten.  

Lo que sí que tengo muy claro, y, creo que puede ser muy útil para el común de los mortales, es que cuando los mercados revientan hay que comprar. No vender, comprar. Para poder hacerlo, es necesario haber elaborado previamente un plan. Ya saben que un objetivo sin un plan es un mero deseo. Esencialmente, para hacer el plan debemos fijar la cantidad a invertir y el plazo. En general, la cantidad a invertir es aquel dinero que no necesito para vivir en el día a día. Ajustando bien esa cantidad nos evitamos vender de manera precipitada cuando la situación se complica.

En cuanto al plazo, el largo plazo es nuestro amigo, igual que la diversificación y mantenerse invertido. No tengo tan claro cómo desinvertir y cuando, pero, lo que suele tener consecuencias letales es lo de jugar a adivinos, entrar y salir en los mercados.

En este mundo moderno es evidente que los cisnes negros aparecen cada pocos años. En 2001 derribaron unas torres, en 2008 se desvanecieron bancos, algunos con más de 100 años de historia, y, casi lo hicieron países. En 2020 todos confinados en casa. Parece una distopía, al final la realidad siempre supera la ficción, no estamos siendo protagonistas de una película.

En general, la cantidad a invertir es aquel dinero que no necesito para vivir en el día a día. Ajustando bien esa cantidad nos evitamos vender de manera precipitada cuando la situación se complica

He aprendido que como consecuencia de las grandes crisis aparecen las verdaderas oportunidades de inversión. No tengo ni la menor idea de si las bolsas bajarán más. Quizás lo hagan, seguro que llegan momentos de mucha volatilidad, pero, por poner un ejemplo, de lo que tengo certeza absoluta es que una cartera con Santander a 2, Telefónica a 4, Repsol a 6, Arcelor a 7 y BBVA a 2,60, va a multiplicar por dos o por tres. ¿Cuándo? No lo sé, dos años, tres, cinco tal vez, pero multiplica seguro.

Según Daniel Kahneman, premio nobel de economía, los que más saben pueden llegar a ser de los que menos se puede fiar uno. Tienden a desarrollar una ilusión que les hace sobrevalorar sus aptitudes generando un exceso de confianza poco realista. Este efecto también se genera en el fútbol y en muchos órdenes de la vida, es a lo que uno se refiere con aquello de que los árboles del bosque a veces no te dejan ver la luz.

En serio, créanme, estas oportunidades pasan cada muchos años, mínimo cada 2 o 3 ciclos olímpicos, y, tendemos a darnos cuenta demasiado tarde. Próximamente leerán informes de muchos bancos alertando sobre la caída del PIB este trimestre en España, en Europa, en el mundo. Dirán que caerá un 5%, un 10% tal vez, no importa, eso será pasado, lo que importa es el futuro. Cuando invertimos en acciones, lo que nos importa son los beneficios de los próximos cinco o diez años. Eso no depende del coronavirus, ni de lo que pase este mes de confinamiento, depende de la demanda de sus productos y de la competencia en esos diez años. Hay que pensar que estamos comprando un negocio, aunque sólo se esté adquiriendo una acción.

Efectivamente, el PIB caerá con fuerza en la primera mitad del año. Se ha producido una disrupción temporal de la actividad, muchas compañías aprenderán de esta crisis a ser más flexibles y eficientes. A continuación retomaremos la senda, para ello es necesario: 

  1. Evidencias de control sobre la pandemia.
  2. Acomodar políticas monetarias y fiscales a la situación. Los gobiernos deben hacer lo necesario para garantizar la recuperación del empleo y la viabilidad de los negocios. 
  3. Que sigan funcionando los mercados. El mercado de crédito es la gasolina que permite a la economía seguir moviéndose.

La situación no tiene nada que ver con 2008. Entonces se originó por una burbuja asociada al ladrillo, se propagó gracias a la titulización de esas posiciones que generó una crisis de confianza en los balances del sector bancario. Bancos cargados de activos tóxicos. Empresas, familias y países hiperendeudados. Mercado de crédito roto. 

En definitiva, invertir en acciones es una buena alternativa de inversión a largo plazo. En momentos de pánico, no vender, comprar. Lo que marca el precio de las acciones en estos momentos son las emociones y los algoritmos, de eso hablamos otro día, en vez de las perspectivas de beneficios a largo plazo. En dos meses no han podido cambiar sustancialmente. Así que déjense llevar por su plan, y no por sus emociones. 

Para terminar, después de encontrarme con estos cisnes negros que no esperaba contemplar, he aprendido dos cosas:

  1. Cuando aparecen hay que aprovechar para invertir.
  2. Cuando uno de mis hijos me gaste la manida broma de, ¡papá!¡mira, una vaca volando! Pues yo, miraré. 

Ya decía la canción de Siniestro Total que somos seres irracionales, que ya sabemos cuales son nuestros males, ante todo, mucha calma, y a capear el temporal. Pase lo que pase nos mantendremos en pie. Suerte.