Por el momento, y a la espera de que concluya el plazo de negociación arancelaria que Donald Trump ha extendido hasta este jueves, el valor del arancel promedio aplicado por EEUU ha alcanzado el 15%. Nivel que no se veía desde la implantación de la Ley Smoot-Hawley en la década de los años 30 del pasado siglo. Con el objetivo de proteger la industria nacional y reducir el déficit comercial, Washington ha levantado barreras. Sin embargo, según el último informe que ha publicado Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada) este lunes, a quien más va a perjudicar la escalada es a Estados Unidos, seguido de sus socios europeos.

En el estudio, elaborado por Jorge Alonso Ortiz (ITAM-CIE) y José María Da Rocha (Universidade de Vigo), se plantean cinco escenarios progresivos donde se simulan aranceles unilaterales impuestos por EEUU sin represalias. En el primero, el Gobierno estadounidense impone un arancel general del 10% a todas las importaciones. En este caso, el PIB de España se reduciría un 0,74% durante el primer año. A partir de ahí, la escalada va en aumento: en el segundo escenario, sube los aranceles al 25% para Canadá y México, y al 15% para la Unión Europea. Bajo este esquema, el impacto en la economía española casi se duplica, con una contracción del 1,34%.

Y en los escenarios III, IV y V se mantienen estas tasas, pero se castiga especialmente a China con aranceles del 54%, 125% y 145%, respectivamente. Así, en cada uno de estos casos, el PIB español retrocede en un 1,8% en el tercer escenario, un 3,06% en el cuarto y un 3,46% en el quinto. Por su parte, la economía estadounidense sufre una pérdida del 0,83% en su PIB en el primer escenario, del -1,48% en el segundo, del -1,99% en el tercero, del -3,35% en el cuarto y del -3,78% en el quinto.

En este sentido, en el escenario más extremo, la contracción española sería mayor que la experimentada por China, que perdería un 2,93% pese a ser el principal objetivo de la política comercial estadounidense. También representaría un impacto superior al que sufrirían México (-2,4%) o Canadá (-3,14%). De hecho, dentro de Europa, solo Italia (-3,5%) y Reino Unido (-3,51%) empeorarían el dato español. En cambio, Francia (-3,31%), Alemania (-3,36%) y Portugal (-3,44%) sufrirían descensos más moderados. En conjunto, el impacto en la Unión Europea reduciría su PIB en un 3,38%.

El modelo que utiliza la Federación para sus cálculos parte de una hipótesis clave: en el corto plazo, las cadenas de suministros no pueden reconfigurarse. Las empresas operan con productos intermedios en proporciones fijas, sin posibilidad de adaptación inmediata. Esto significa que las economías más abiertas e internacionalizadas en el comercio son las más expuestas. En el caso de España, su fuerte integración en las cadenas de valor europeas y su peso en sectores industriales intermedios hacen que cualquier distorsión de los flujos comerciales internacionales se traduzca en una pérdida de actividad económica.

A pesar de ello, el informe subraya que el comercio "no desaparece, sino que se redistribuye". En el primer escenario, España apenas ve afectado su grado de apertura; el cociente entre exportaciones e importaciones sobre el PIB incluso aumenta un 0,04%. A escala global, la caída media en este indicador es del 0,33%, pero en el caso de EEUU, el retroceso alcanza el 2,4%.

En el escenario más extremo, la pérdida de apertura comercial llega al -11,6%, mientras que México se convierte en el gran beneficiado del desvío de flujos, mejorando su índice un 7,8%. En este escenario, el grado de apertura de la economía española mejora un 0,16%. Según el informe, “el arancel actúa menos como un muro y más como una válvula que desvía contenedores hacia otros puertos”.