La Comunidad de Madrid concentra uno de cada cinco euros que se producen en la economía española. En concreto, durante 2024 generó 316.242 millones de euros, el equivalente al 19,8% del PIB total nacional. Una circunstancia que, por octavo año consecutivo, la convierte en la comunidad autónoma que más aporta al PIB.
El director ejecutivo de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), Ángel de la Fuente, explica para El Independiente que este liderazgo responde a una “combinación de factores en la que la capitalidad es una precondición, pero no la clave del éxito”. En este sentido, además del peso institucional, entran en juego la atracción de inversión extranjera, la política fiscal, la geografía y la mayor productividad de su tejido económico.
Madrid vs. Cataluña
Desde el inicio de la serie histórica del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), Madrid se ha situado como la segunda región con mayor peso en el PIB, solo por detrás de Cataluña desde el año 2000. Sin embargo, año tras año, ha ido ganando competitividad y reduciendo el diferencial que mantenía con su rival, hasta que en 2016 ambas regiones empataron: 214,469 millones aportados por Madrid frente a 214,502 millones por Cataluña.
El punto de inflexión llegaría en 2017, con el referéndum de autodeterminación ilegal de Cataluña de fondo, que provocó la salida de numerosas empresas e inversores en busca de mayor seguridad jurídica y estabilidad institucional. Un trasvase que consolidó el ascenso de Madrid en la primera posición de la clasificación que publica anualmente el INE. De hecho, desde entonces, la capital no solo lidera la aportación regional al PIB, sino que progresivamente ha ido ampliando la brecha con Cataluña.
En 2024, la diferencia alcanzó los 14.347 millones de euros, con una representación catalana del 18,9% del PIB frente al 19,8% de Madrid. Una brecha que refleja no solo la ventaja coyuntural derivada de la inestabilidad catalana, sino también la fortaleza estructural de Madrid como centro económico, político y financiero del país.
Elementos que explican el sorpasso
El ascenso de Madrid no puede entenderse solo por su enclave político como capital. En otros países, la capital no es necesariamente el principal centro económico, como ocurre en Estados Unidos, donde Washington D.C. queda muy por detrás de Nueva York, Los Ángeles o Chicago; o en Italia, donde Milán supera ampliamente a Roma.
Precisamente por eso, el director de Fedea considera que la principal característica que ha determinado su carácter de potencia económica española es que, desde hace siglos, ha sido "una gran ciudad, con una aglomeración de personas que permite generar dinámicas propias (más innovación, redes profesionales más densas, mayor intercambio de conocimiento) que multiplican la productividad". En este sentido, su posición céntrica en la geografía de la Península también ha facilitado los desplazamientos, la logística y las reuniones de negocio, a lo que se suma su condición —compartida con Barcelona— de principal hub universitario del país, que ha actuado como semillero de talento y ha alimentado el círculo virtuoso entre formación, productividad y crecimiento.
Otro elemento clave es que "la normativa es clara y no hay cambios constantes", apunta para este periódico José Ignacio López Sánchez, catedrático de organización de empresas en la Universidad CEU San Pablo. Esta previsibilidad institucional en materia fiscal y regulatoria se ha convertido en uno de los principales factores de atracción para empresas e inversores, que valoran entornos donde las reglas del juego no se modifican con frecuencia. En este sentido, la política económica madrileña ha mantenido un enfoque orientado a favorecer la actividad económica, por ejemplo, con medidas que van desde la flexibilidad en los horarios comerciales hasta la simplificación administrativa.
Asimismo, las comunidades autónomas disfrutan de una amplia autonomía fiscal, derivada de las competencias tributarias transferidas del Estado. En este marco, la Comunidad de Madrid ha apostado por reducir la presión fiscal mediante bonificaciones elevadas en el impuesto de sucesiones y donaciones para familiares directos y rebajas en todos los tramos del IRPF autonómico. Por su lado, Cataluña ha mantenido un amplio catálogo de tributos propios, con impuestos que gravan desde las emisiones de dióxido de carbono hasta las estancias turísticas o las bebidas azucaradas.
En contraste, desde 2019, el Gobierno madrileño ha acumulado más de 21 reducciones tributarias (con un ahorro estimado para los contribuyentes de 31.300 millones de euros) y, en noviembre de 2024, la Asamblea ha aprobado otras 8 medidas adicionales. Además, aunque es la comunidad con menor presión fiscal, Madrid se sitúa como la tercera comunidad que más recauda por los tributos que gestionan directamente las autonomías, según los últimos datos disponibles del Ministerio de Hacienda, correspondientes al año 2023.
La importancia de la inversión extranjera
De esta forma, la combinación de estabilidad normativa y baja fiscalidad se ha traducido en un efecto llamada para la inversión extranjera. En 2024, la Comunidad de Madrid concentró el 67% de los flujos de inversión directa registrados en España, según el Observatorio Económico del Ayuntamiento de Madrid. Precisamente, la inversión extranjera resulta fundamental como vía de financiación empresarial alternativa al crédito bancario.
En este sentido, los inversores institucionales —grandes entidades como fondos de pensiones, aseguradoras o gestoras de inversión que canalizan el ahorro de terceros hacia los mercados— son los actores más relevantes en Europa y también en España. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede en el resto de países europeos, el 95% de ellos son extranjeros, según el informe Revisión del mercado de capitales de España 2024 de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).
Una circunstancia que se explica por la poca participación de los hogares españoles, ya que más del 38% de las familias tienen sus ahorros invertidos en depósitos o activos inmobiliarios, a diferencia del 12% y 17% que representan en países como Suiza y Holanda, respectivamente. Así, la escasa participación del ahorro nacional en los mercados hace que el capital extranjero tenga un papel decisivo en el impulso empresarial, una ventaja competitiva que Madrid ha sabido aprovechar gracias a su dinamismo económico y a un entorno normativo estable.
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