En la ventanilla la cola es larga. El cuello de botella ha comenzado a hacerse más grande en los últimos meses. Hasta ahora, almacenar energía no parecía una empresa atractiva capaz de atraer a las grandes compañías. Al calor de las ayudas públicas y la descarbonización que aconseja disponer de una ‘reserva’ energética renovable para los momentos en los que la demanda y la oferta no se encuentren, las peticiones de permisos para proyectos de construcción de plantas y sistemas de almacenamiento se han disparado. En los últimos meses el goteo de anuncios de nuevas iniciativas no ha parado y la saturación en los arduos procesos de autorizaciones administrativas que conllevan empieza a ser importante.

En España hasta hace poco la capacidad para almacenar energía era prácticamente nula. Hoy empieza a ser significativa pero aún muy lejos del plan que el Gobierno ha proyectado para el próximo lustro. De los 22,5 GW de capacidad de almacenamiento que establece el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) actualmente apenas contamos con 7,6 GW de capacidad operativa. Pero esa cifra pronto irá creciendo y lo hará de modo exponencial. Sólo  los proyectos que han iniciado el trámite administrativo para ponerse en marcha suman otros 20 GW. Quizá no todos lleguen a completarse y llevarse a cabo, pero reflejan el ‘boom’ del almacenamiento energético que hoy se vive en España.

El número de proyectos que han comenzado su tramitación supera los 300 en la actualidad, con una capacidad total de 5,2 GW. El resto continúan esperando para poder iniciarlo. En algunos casos, en función del modelo de almacenamiento, la tramitación y ejecución puede prolongarse hasta una década.

Actualmente en España la apuesta pasa, fundamentalmente, por el desarrollo de tres sistemas de almacenamiento de energía: el uso de baterías, el empleo del bombeo hidráulico o el almacenamiento térmico. Prácticamente la mitad de la capacidad que ahora se tramita corresponde a proyectos de instalación de baterías, bien en su modelo híbrido –asociadas a una planta de generación- o bien en la denominada modalidad de ‘stand alone’, conectadas a la red.

Proyectos en fase inicial de tramitación

De los 5,2 GW, más de la mitad se encuentran en la fase inicial de tramitación, la relativa a su validación de impacto ambiental. Un tercio de los proyectos ya han superado ese trámite y cuentan con una primera autorización administrativa previa. Son apenas un 1% los proyectos que actualmente están pendientes de recibir la autorización de construcción y poder poner en marcha su ejecución. Los que ya tienen autorización para iniciar los trabajos de construcción apenas suman una capacidad de almacenamiento de 379 MW. En la mayoría de los casos se trata de pequeñas plantas de unos 20 MW de capacidad media.

Esta aceleración de los proyectos de almacenamiento no es un fenómeno exclusivo de nuestro país. Se estima que en todo el mundo el ritmo de crecimiento de este tipo de iniciativas supera el 21% anual, según datos de BloombergNef. Ha sido la propio Unión Europea la que ha instado a los países miembros a incentivar la instalación de estas infraestructuras energéticas.

En el caso de España la fotografía del almacenamiento de energía pasa fundamentalmente por los llamados bombeos reversibles. Estas centrales hidráulicas representan actualmente el 85% de la capacidad de almacenamiento ya operativa. De los 7,6 GW de los que disponemos, 6,4 GW corresponden a estos sistemas de bombeo de agua. El procedimiento se basa en la construcción de dos embalses, a diferentes alturas, en los que gracias al almacenamiento de agua se puede generar energía en cualquier momento al pasar el agua del depósito superior al inferior haciéndola circular por una turbina para generar energía. El proceso se puede repetir de nuevo volviendo a bombear el agua al embalse superior. Esta modalidad de almacenaje de energía es la más rentables y la que mayor capacidad aportan, pero también la más cara y compleja de construir.

Las baterías son ahora la vía de almacenamiento que está penetrando con fuerza en España. “Es el sistema que más en auge está actualmente. Son proyectos pequeños y que en muchos casos comenzarán a construirse ya a finales del próximo año”, asegura Alvaro Sotorrío, fundador de la consultora ORKA Energía. “El sistema de baterías ‘stand alone’ permite a las renovables estar conectadas a la red. De este modo, por ejemplo, pueden comprar energía barata cuando hay mucho sol y cargar las baterías que luego podrán aportar a la red cuando sea necesaria y vendiéndola más cara. Luego están las baterías híbridas, asociadas a un parque renovable, y que les permite almacenar un exceso de producción y emplearla cuando no tengan sol o viento”, apunta Sotorrío.

El impulso de las ayudas públicas

El CEO de ORKA Energía señala que, pese a que son los proyectos más rentables, apostar por construir una planta de bombeo hidráulico es complicado: “Ahora hay permisos por 3,3 GW concedidos, pero tenemos que tener en cuenta que montar un embalse no es fácil y requiere de muchos estudios de impacto ambiental, los plazos de construcción, etc. Podemos estar hablando de plazos de hasta diez años”. En cambio, apunta que para plantas con baterías los plazos pueden reducirse a dos años: “Es mucho más sencillo. Las baterías vienen prácticamente montadas, la mayoría de China y su instalación es sencilla”.

En la lista de compañías que más están apostando por el almacenamiento energético destaca Endesa, quien a través de Enel Green cuenta con proyectos que suman una capacidad de casi 600 MW. Rolwind, con algo menos de 500 MW, y Grenergy, con algo más de un centenar de GW de capacidad, lideran el ‘ranking’.

Sin duda, las ayudas públicas han sido un incentivo clave para acelerar el proceso. Según datos del Ministerio para la Transición Energética, hasta el momento se han concedido 244 millones en ayudas, tanto para proyectos de almacenamiento de baterías hibridas y ‘stand alone’, como para infraestructuras de bombeo hidráulico y, en menor medida, para al almacenamiento térmico. Las ayudas europeas, el plan FEDER, con 700 millones de euros, también facilitarán la instalación de proyectos con una capacidad de entre 2,5 GW y 3,5 GW, según fuentes ministeriales y que deberían estar operativos para 2029.

Una de las últimas compañías en unirse al desarrollo de plantas de almacenamiento es Naturgy, quien esta misma semana anunciaba el inicio de la construcción de sus primeros proyectos para almacenar energía en baterías. Lo hará en los parques fotovoltaicos que posee en Almería (Tabernas I y II) y en Las Palmas (El Escobar y Piletas I). Pronto se les sumarán otros seis proyectos en Vigo, con lo que contará con una capacidad de 160 MW.

Un 'boom' de solicitudes

Otra de las compañías energéticas de referencia, Repsol, también cuenta con un sistema de almacenamiento con baterías. La ha instalado en su refinería de Puertollano. Consiste en una instalación con ocho contenedores con batería de litios con una capacidad de almacenamiento de 4 MW.

El tercer trimestre de este año ha sido especialmente intenso en este campo. Según datos del Observatorio de Energía renovables de Opina 360, hubo 64 proyectos que iniciaron la tramitación -3.446 MW-, lo que multiplica por cinco la actividad del trimestre anterior. En este periodo se han autorizado en España otros 13 proyectos, con una capacidad total de 298 MW. Entre ellos se incluye un proyecto de baterías hibridas asociadas a una planta fotovoltaica de 100 MW en Castilla La Mancha. A ellos se añaden en los últimos tres meses las autorizaciones previa que lograron 4 proyectos presentados y la validación del estudio de impacto ambiental para otros 41 proyectos.

Comunidades como Asturias, con casi 1.000 MW de capacidad de almacenamiento, lideran el mercado en España, seguida por Cuenca, Badajoz o Valencia, con entre 400 y 500 MW de capacidad.