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Para la gran mayoría de las personas, la llegada de la anhelada jubilación suele ir aparejada con una contraindicación: la reducción de los ingresos mensuales y, por lo tanto, de la renta disponible. Quien tiene la posibilidad, se prepara para este momento ahorrando a lo largo de su vida a través de instrumentos como fondos de pensiones, seguros, u otro tipo de inversiones que complementen los ingresos cuando llegue el momento. 

Pero no siempre esta previsión es suficiente y, sobre todo, no todos pueden ahorrar lo suficiente a lo largo de su vida laboral. De hecho, en países como España, el grueso de los ahorros de las familias está invertido en la vivienda, cuyo pago suele acaparar la mayoría de la renta disponible en la etapa laboral. 

Se llega así a la muy común situación de que una persona tiene una vivienda que vale mucho dinero, pero no tiene recursos para mantener su estilo de vida o para pagarse los cuidados que va necesitando en cada vez mayor cuantía, a la par que la edad avanza. ¿Qué hacer entonces? Una de las opciones es vender la casa y mudarse a una más pequeña para contar con el colchón de esta plusvalía. Pero en muchos casos las personas mayores no quieren vender su vivienda porque, sobre todo, quieren seguir viviendo en ella. Para estas personas la solución puede venir de la mano de la hipoteca inversa. 

¿De qué se trata? La hipoteca inversa, como su nombre indica, es una hipoteca que funciona al revés: un instrumento financiero por el que se concede un préstamo al cliente, en función del valor de la vivienda y la esperanza de vida estimada. ¿Cómo funciona? Al contratante se le va ingresando una cantidad fija en forma de abonos mensuales. Si bien el cliente va acumulando una deuda no tiene que devolver nada en vida. Tras su fallecimiento, serán los herederos quienes se encarguen de devolver el importe del préstamo consumido y sus intereses teniendo diferentes vías para hacerlo: vender la vivienda, saldar la deuda y quedarse con la diferencia; o saldar el préstamo con sus propios recursos o contratando otra hipoteca.

Desde hace año y medio, los mayores que se encuentren en las situaciones descritas pueden recurrir a la hipoteca inversa que comercializan Santander y Mapfre, a través de la sociedad creada para esa finalidad. Su hipoteca inversa, que se comercializa con todas las garantías para el cliente, ya ha ayudado a algunos centenares de familias a encontrar una solución a sus problemas. Las historias de algunos de los clientes que la han contratado explican mejor que cualquier teoría cómo funciona y para quién es útil este producto. 

Gracia y Sixto, a por los viajes que nunca hicieron

Gracia y Sixto son una pareja que lleva compartiendo su vida desde la época del cole. Una vida llena de amor, pero también de sacrificios. Desde el pueblo de La Mancha en el que ambos nacieron y crecieron, decidieron irse a Madrid a tentar fortuna. Peluquera ella, electricista él, encontraron trabajo y se hipotecaron para comprar la que todavía hoy es su vivienda. Posteriormente vinieron los hijos, una chica y un chico, y aunque se diga que los hijos llegan con un pan bajo el brazo, nadie dice nada de que lleven consigo también la ropa, los libros, las extraescolares, las fiestas de cumpleaños. En fin, nada nuevo bajo el sol, una vida como las de muchos otros, sin lujos, pero sin que falte lo esencial, y con casi nula posibilidad de ahorrar.  

Gracia y Sixto se jubilaron, los hijos se fueron de casa y ellos decidieron que, por fin, había llegado el momento de hacer lo que nunca pudieron: viajar y conocer mundo. Con 75 y 74 años, respectivamente, casi nada ahorrado en la cuenta y con unas pensiones que apenas dan para vivir, la hipoteca inversa se les apareció como la solución. Vieron un artículo en una revista, empezaron a investigar y acudieron finalmente a una oficina de Banco Santander. 

Los números que hicieron con el especialista les convencieron, pero tenían cierto reparo en lo que pensarían sus hijos. Cuando se lo contaron, los hijos les dieron su bendición. “Han hecho tantos sacrificios por nosotros para que estudiáramos, para que no nos faltara de nada que ahora que pueden disfrutar y todavía tienen salud, bienvenida sea la hipoteca inversa. Ya veremos nosotros cuando llegue el momento, ¡lo más tarde posible!, lo que haremos con la herencia”, explicaron los hijos al especialista del banco cuando fueron con sus padres a iniciar la contratación. Santander y Mapfre sólo conceden su hipoteca inversa con la condición de que los herederos directos estén informados, aunque la ley no obligue a ello. 

Unos meses después, tras pasar por el preceptivo asesoramiento independiente que les confirmó la idoneidad del producto para su situación, firmaron la hipoteca inversa. El primer crucero lo han hecho en el Caribe, el sueño de Gracia, pero el siguiente viaje será en los castillos de Escocia, donde Sixto siempre quiso ir a probar in situ la famosa bebida local.

Mario y sus tres hijos

Bien distinta es la historia de Mario. Un ingeniero de Sevilla, de 83 años, que encontró el amor de su vida pasados los 50, lo que no fue impedimento para que la pareja tuviese tres hijos. Tristemente, su mujer falleció muy pronto, poco después de que Mario se jubilara. Al principio, los hijos siguieron viviendo con él en la casa de la familia, pero poco a poco los polluelos fueron dejando el nido. 

La salud de Mario ya no es la que era. Ya no puede hacerse cargo de la casa, un pequeño chalet con jardín, pero por ninguna razón al mundo estaría dispuesto a venderla: allí crecieron sus hijos, allí tiene los recuerdos más preciados con el amor de su vida y allí quiere quedarse hasta que tenga uso de razón. En los últimos tres o cuatro años, la situación había ido a peor. Con el tiempo, el poco dinero ahorrado tras pagar los estudios de sus hijos y ayudarles a encauzar sus vidas adultas, se fue reduciendo cada vez más, mientras que las necesidades iban creciendo: al principio sólo era una persona para limpiar, luego hubo que tirar de jardinero, luego alguien que le hiciera las comidas, que las manos le tiemblan cada vez más y ya le cuesta andar o estar de pie mucho rato. 

Sus hijos estaban cada vez más preocupados. El mayor intentó convencerle para ir a vivir con él y su mujer, pero Mario dejó claro que no quería dejar su casa. Y ellos, cada uno con sus circunstancias, no tenían dinero para ayudarle. La idea de la hipoteca inversa se le ocurrió a la pequeña, que vive en un país del norte donde este producto es muy común y conocido. Habló con sus hermanos e, investigando, descubrieron que en España podían dirigirse a Santander Mapfre Hipoteca Inversa. Fueron ellos los primeros en hablar con un especialista, en este caso de la red de Mapfre, y tras entender el producto y hacer los números, fueron a contárselo a su padre. 

Mario sigue en su casa, más tranquilo ahora, sabiendo que podrá disfrutar de los años que le quedan por vivir en su adorado chalet, contando con todo el apoyo externo que necesite, y sin pesar económicamente sobre sus hijos. No descarta que algún día, si su salud empeora mucho, tendrá que irse a una residencia y, en ese caso, podrá alquilar su casa mientras sigue disfrutando de la hipoteca inversa.