La cocina moderna está llena de dispositivos diseñados para hacernos la vida más sencilla, en especial, cuando se trata de consumo eléctrico. Tanto el microondas o la freidora de aire, cada uno tiene su función y su momento. Pero si hay un electrodoméstico que sobresale claramente por encima del resto, ese es el frigorífico. Aunque muchos duden en que el horno o la freidora de aire son los grandes culpables de las facturas elevadas, la realidad nos dice que hay un gran protagonista silencioso que concentra gran parte del gasto energético doméstico.

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El electrodoméstico que más consume

Sin duda, el frigorífico es el electrodoméstico que más consume energía de toda la cocina, mientras otros que funcionan solo unos minutos u horas como el microondas, hornos o freidoras de aire. El frigorífico es el único aparato que funciona las 24 horas del día, los 365 días del año. Este funcionamiento constante explica que suponga entre un 25% y un 30% del consumo eléctrico total de una vivienda, según datos de diferentes compañías energéticas.

Un modelo medio que tiene una potencia de entre 150 vatios, consume entre 1,2 y 1,5 kWh al día. Es decir, más de 500 kWh anuales. Este consumo puede variar en función del tamaño del frigorífico, la antigüedad o la eficiencia de su etiqueta. Los modelos antiguos o con clasificación inferior a la A pueden llegar a duplicar ese consumo.

La eficiencia marca la diferencia

La innovación tecnológica influye directamente en el importe total de la factura. Los frigoríficos modernos con sistemas No Frost son capaces de lograr mantener una temperatura dentro del frigorífico sin esfuerzos de más, mientras que la cantidad de energía necesaria para mantener la temperatura deseada en otros modelos, cuesta una tercera parte más. Además, mantener el termostato entre 4 y 6 grados y el congelador a -18 grados permitirá optimizar su rendimiento sin afectar a la conservación de los alimentos.

La ubicación es clave, colocar el frigorífico lejos de fuentes de calor como son el horno o la vitrocerámica evita que el motor trabaje de más; un correcto mantenimiento como limpiar las rejillas traseras o asegurarse de que la puerta cierre herméticamente puede reducir el consumo hasta un 15%.

El electrodoméstico que se acerca al frigorífico

El horno eléctrico puede ser uno de los grandes consumidores, pero su uso es mucho más puntual. Con una potencia que puede alcanzar los 3.000 vatios, depende del tiempo de cocción y de la temperatura que se utilice. Cocinar durante una hora puede implicar un consumo de entre 1,0 y 1,5 kWh. A pesar de su alto pico de energía, el hecho de que no se use de forma continua, le hace perder el liderazgo en gasto anual.

Eficiente limitada con la freidora

La freidora de aire ha ganado popularidad y se utiliza por su rapidez y su bajo consumo: su potencia ronda los 1.500 vatios, pero como necesita menos tiempo de uso (su gasto se sitúa entre 0,3 kWh por uso), se convierte en una opción bastante eficiente para porciones pequeñas o comidas rápidas. Pierde efectividad cuando hay que cocinar para varias personas y hay que repetir el proceso varias veces.

Cómo reducir el gasto del electrodoméstico

Descongelar los alimentos en el interior del frigorífico, no abrir la puerta frecuentemente, evitar que la comida esté caliente (es mejor esperar a que se enfrie la comida para introducirla en el frigorífico) son hábitos que eliminan costes sin apenas esfuerzo. Además, sustituir un modelo de más de diez años por uno de clase A o superior puede suponer un ahorro de hasta 100 euros anuales.

Tecnología y energía

La combinación de electrodomésticos eficientes, una buena mantenibilidad y un buen uso del consumo eléctrico permiten reducir la factura de la luz sin renunciar al frescor. El frigorífico seguirá siendo el electrodoméstico que más gasta en la cocina, pero, con una buena gestión, también puede convertirse en el más eficiente del hogar.

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