La vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, señaló este jueves durante su comparecencia en el Congreso de los Diputados que "tardamos 15 meses en salir" de la crisis sanitaria de 2020. El cálculo de la ministra se basa en la recuperación del PIB agregado —la suma de todo lo que produce España—, que tras desplomarse más de once puntos volvió al nivel prepandemia a mediados de 2022. Sin embargo, el último Observatorio del ciclo, elaborado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), BBVA Research y la Fundación Rafael del Pino, matiza esta afirmación de la titular de Trabajo.

Evaluar el desempeño de la economía en función del PIB agregado puede ofrecer una imagen incompleta de la recuperación, porque este indicador no desglosa de dónde viene realmente el crecimiento. No permite distinguir si la economía avanza por un aumento de la productividad —es decir, porque se produce más con los mismos recursos— o porque hay más personas trabajando, algo especialmente relevante tras el significativo incremento de la población en edad de trabajar (PET) que ha registrado España desde la pandemia.

Así, al ajustar el análisis a esta variable —mediante el PIB por persona en edad de trabajar—, la conclusión cambia por completo. De acuerdo con el informe, la economía española "ha tardado cinco años en recuperar el nivel que correspondería a su senda de largo plazo tras la crisis de la Covid".

Diferencial con Europa de 33 puntos

De hecho, el informe subraya que: "España ha sido una de las economías europeas a las que más tiempo le ha costado la recuperación". Y esta lentitud es clave para entender por qué los ciudadanos no perciben que su bienestar avance al mismo ritmo que los grandes indicadores macroeconómicos, que muestran un crecimiento sólido. Una desconexión que se agrava al comparar la economía española con la UE8 (Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Países Bajos y Suecia), donde "la brecha del PIB por PET de España aumenta hasta los 33 puntos porcentuales" en 2024.

Es decir, el diferencial con Europa refleja que España genera alrededor de un 33% menos de riqueza por cada potencial trabajador que la media de estos ocho socios europeos. Además, el informe destaca que, lejos de corregirse el retraso acumulado durante las dos últimas décadas, se ha producido un empeoramiento, en el que la distancia con Europa se ha ampliado en cinco puntos.

En concreto, el diferencial con Europa no se debe a un solo elemento, sino que afecta a la mayoría de factores que determinan cuánto valor aporta cada trabajador. El informe lo resume así: "En la sección de comparación internacional se descompone contablemente el PIB por PET, y se evidencia que España muestra una brecha negativa con respecto a las principales economías europeas en todos los componentes, excepto en las horas por trabajador. En España trabajar más horas compensa parcialmente la brecha en el resto de componentes".

Los eslabones débiles: la productividad y la inversión

Como recuerda la economista senior de Funcas, María Jesús Fernández, “el PIB solo puede crecer de manera sostenida por tres vías: más población, más inversión o mayor productividad”. Como ya se ha comentado, en los últimos años, España ha avanzado gracias a la primera —el fuerte incremento de la población activa, especialmente la extranjera—, que ha permitido sostener la actividad en sectores con déficit de mano de obra y ha impulsado el PIB agregado. Pero esta palanca tiene un techo evidente si no se acompaña de los otros dos elementos.

En su intervención en el Congreso, Yolanda Díaz defendió que "donde está fallando la productividad en España no es en la productividad del trabajo, es en el capital (...) por la falta de inversión, en innovación y en formación, no en la parte del trabajo". El Observatorio avala parte del diagnóstico de la vicepresidenta segunda —la inversión sigue débil, el capital residencial resta crecimiento y el gasto en I+D empresarial es bajo—, pero difiere en que la problemática se limite a este ámbito.

Según el informe: "La productividad por hora trabajada aumenta solo un 3% desde 2019 (...), reflejando debilidades estructurales persistentes". Y por su lado, la productividad por trabajador —medida en términos ETC, esto es, el número de trabajadores equivalentes a tiempo completo tras ajustar todas las horas realmente trabajadas— del segundo trimestre de 2025 "está un 3,3% por debajo de la del cuarto trimestre de 2019". Es decir, incluso si España reforzara la inversión, seguiría sin resolver el problema de fondo: el modelo productivo tiene dificultades para transformar empleo en eficiencia. La economía suma trabajadores, pero no consigue que ese aumento se traduzca en más valor añadido.