Alcanzar la cima del éxito tras una larga carrera de trabajo no siempre se cumple. Hacerlo entre chistes, apuestas arriesgadas y rompiendo moldes, menos aún. En su caso se cumplió, ocurrió. Le sirvió ser auténtico, sin filtros. De niño soñó con ser conductor de autobús, pero empezó como chapista de trenes. Terminó entre fogones y focos. Para entender cómo Karlos se convirtió en ‘Arguiñano’ se debe mirar al inicio, al lugar donde todo comenzó.
Fue en una discoteca cuando conoció a Luisi. Entonces ella colaboraba en la pescadería familiar y él trabajaba como chapista en una fábrica de trenes de Beasain. Más tarde comenzaría su camino en las cocinas. Cuando se casaron en 1974 ambos emprendían una aventura complicada. Aquel restaurante abierto con ilusión y en el que invirtieron tanto no sería sencillo sacarlo adelante.
Al comienzo la vida en pareja tampoco fue fácil. La pérdida de los gemelos sietemesinos que Luisi esperaba fue un duro revés. Karlos le prometió que lo superaría, que se pondrían manos a la obra y que formarían una familia de la que se sentirían orgullosos. Y lo hizo. Hoy el ‘clan Arguiñano’ es la alegría y el motor del chef guipuzcoano. Lo integran sus ocho hijos, siete biológicos, una adoptada, y una prole de 14 nietos, cuya lista Arguiñano cuesta recordar cuando se reúnen todos los domingos en torno a una mesa.
En aquellos difíciles años 80 los problemas del restaurante que abrieron en Zarauz empezaron a multiplicarse. Lo hacían al mismo ritmo que la familia crecía, en número y necesidades. La deuda del negocio llegó a alcanzar los 30 millones de pesetas de la época. Pero aquel precipicio ocultaba un salvavidas. Quizá fue uno de los ‘panes’ que trajo algunos de sus hijos bajo el brazo. En 1979 la televisión pública vasca llamó a su puerta y cambiaría para siempre su vida, la de Luisi y la del restaurante.
El impulso y negocio televisivo
El Arguiñano cocinero no tardó en triunfar en las pantallas. Su simpatía, sus chistes y su modo de dirigirse a la audiencia elevaban las audiencias. Sus recetas sencillas, saludables y económicas y su inseparable perejil empezaron a convertirse en una marca de la casa que otros ansiaban para sus parrillas. El salto a Madrid supuso subir unos cuantos escalones. En 1991 TVE, Telecinco después y desde 2010 en Antena 3.
Pero la capital de España sólo sería una parada laboral temporal. Los Arguiñano Ameztoy tuvieron ofertas para instalarse en Madrid, pero siempre las rechazaron. Guipúzcoa y las raíces vascas tiran demasiado. Es ahí donde Karlos siempre ha querido vivir, invertir y progresar. La televisión ha sido un viaje de ida y vuelta, de grabación y regreso a casa.
Es la pequeña pantalla la que le ha dado popularidad, dinero y proyección. La que, de algún modo, le ha permitido ganar dinero. Su ojo para los negocios, el respaldo de su familia para sobrellevarlos y el equipo en el que se ha apoyado han hecho el resto. Hoy el fogón que comenzó en un restaurante de Zarauz sigue encendido, pero calienta algo más que platos de una carta. Al calor de las recetas de Arguiñano, su simpatía y telegenia televisiva ha nacido un holding al que el cocinero vasco, su mujer y sus hijos han sabido dar forma y ampliar.
Lo que comenzó en 1988 en ETB es hoy un grupo de empresas y proyectos empresariales basados no sólo en su imagen y su trayectoria gastronómica, sino que abarca campos como el deportivo, el editorial, el vitivinícola o el cinematográfico.
Estos días Karlos Arguiñano sigue de promoción de su último libro de recetas ‘Cocina para todos’ (Ediciones Planeta). Una apuesta que en víspera de las Navidades la editorial catalana viene repitiendo desde hace doce años. Todos ganan, el popular cocinero incorporando un negocio más su polifacética actividad empresarial y la editorial logrando revalidar las ventas disparadas de uno de los autores con los que ya ha vendido 1,5 millones de libros.
La bodega de 'txakolí', su gran inversión
La presentación de su libro de recetas navideño se lleva a cabo en una de sus últimas y más ambiciosas apuestas empresariales: la Bodega K5. Al frente de la misma se encuentra su hija pequeña, Amaia. A ella el foco de las cámaras y la popularidad no le tira, pero ayudar en los proyectos familiares parecía un destino prestablecido. Ingeniera Industrial especializada en Materiales, Amaia también fue parte esencial en uno de los proyectos anteriores de su aita,-con acento en la a- el equipo de moto 2 'AGR Team' entre 2011 y 2017. Hoy, en la bodega, aún se puede ver una de las motos de carreras que sus hijos le regalaron a su padre, apasionado del motor, cuando cumplió los 70 años.
La Bodega K5 que fundó junto a cuatro amigos en Aia (Gipuzkoa) en 2005 está especializada en la producción de txakoli, de alta gama, ‘txakoli gastronomico’. Producido con la variedad local Hondarribi Zuri “de gran acidez y frescura”, en los últimos años ha ido produciendo cada vez mayor variedad de vinos. Por ahora son cinco: ‘Kaiaren’, Kpilota, K5, Kilima (Cosquillas) y K5 Vendimia Tardía. Hoy, el 15% de su producción -25.000 botellas al año- se exporta a países como Canadá, Polonia o Reino Unido. Las 15 hectáreas de viñedo y 50.000 cepas que miran al mar y a la montaña, entre Zarauz y Orio y con el ratón de Getaria de fondo, la localidad que da nombre a la denominación de origen del vino.
El proyecto de la bodega es ambicioso. No es una bodega al uso, su estilo contemporáneo, integrado en cuatro niveles en la ladera de la montaña es obra del despacho de arquitectura Alonso & Balaguer. Inicialmente debía ir recubierto de plantas, “ellos tenían otra idea, flores saliendo de la fachada, como el perrito del Guggenheim, pero claro, ¡era mucho más caro y a ver quién lo iba a mantener!!”, recuerda Arguiñano. La visión comercial y el tirón de su imagen también está presente. Las visitas guiadas a la bodega van desde la “cata de añadas “ a razón de 36 euros por persona, a las visitas ‘premiun’ -54 euros- o incluso la visita que incluye un paseo en helicóptero para ver la bodega desde el aire -1.280 euros 4 adultos-.
Cerca de allí, cada día Arguiñano graba su programa de cocina. Dos horas de grabación diarias. Desde 2010 el cocinero vasco llega a los hogares en Antena 3 logrando audiencias elevadas. El paso del tiempo parece no pasarle factura. Lo hace con su propia productora: Bainet Media, que en 2023 facturó 8,3 millones y logró beneficios de 5,8 millones de euros. Es la misma que también graba los programas de su hijo Joseba en la sede que tiene en Bilbao y que emite ETB. La productora se constituyó en 2000. Sobre ella cuelgan otros muchos negocios en los que Argiñano ha invertido.
Pelota, motos y balonmano
El Grupo Bainet produce otros muchos programas detrás de los cuales también está la mano de Arguiñano: ‘Bricomanía’, ‘Decogarden’ o las producciones para redes como ‘Hogarmanía’. El cine es otro de los campos en los que ha invertido su dinero. Tras la producción de películas como ‘Airbag’, ‘Irati’ o Skizo’ está su productora. Por ahora son ocho los largometrajes en los que ha intervenido. En algunos con cameos incluidos, como en ‘Año Mariano’ o ‘Airbag’.
La televisión no siempre es sencilla. Ni siquiera el éxito. A Arguiñano le vinieron a buscar de Argentina en 1996 para que replicara el programa de tanto éxito que hacía en España. El canal de televisión ATC primero y el Canal 13 después le plantearon el reto de derrocar al ‘Arguiñano argentino’: Carlos Alberto Dumas, ‘Gato Dumas’. Durante cinco años, Arguiñano alternó estancias de un mes en Argentina y otro mes en España para grabar los programas en cada uno de los países. Y así durante entre 1996 y 2000. Logró ganarse el cariño de los argentinos e incluso del entonces presidente Carlos Menem: “Me llamó para decirme que gracias por haber enseñado a los argentinos a comer algo más que carne y pasta”.
La edición de libros, más allá de la colección anual con Planeta, también es otra de sus fuentes de ingresos. Cada programa tiene su libro y las recetas y la cocina también están presentes en su lista de más de medio centenar de títulos editoriales.
Pero sin duda, el deporte es su gran pasión. Además del equipo de motos que promovió entre 2011 y 2017, Arguiñano ha apostado por financiar equipos de pelota vasca. Lo ha hecho a través de la sociedad ‘Baika Pilota’. Entre sus actividades también figura la gestión de recintos deportivos, centros de fitness y actividades de promoción de la pelota vasca. Ahora su ilusión está puesta en el apoyo que está brindando a 14 equipos femeninos de balonmano de Gipuzkoa que patrocina, “son unas fenómenas”.
"A mi no me han regalado nada"
Desde hace casi tres décadas, Arguiñano cuenta con una escuela de hostelería ‘Aiala’. Es ahí donde forma a muchos de los jóvenes que luego incorpora a su restaurante, el mismo que abrió junto a Luisi hace muchos años. Ahí trabajan dos de sus hijos, Zigor y María, la joven que adoptó en Argentina. Se formó en su escuela y hoy es jefe de cocina. Un restaurante que también incluye un pequeño hotel con vistas al mar en la plaza de Zarauz.
“A mi no me han regalado nada, todo es fruto de mi trabajo, no he tenido subvenciones ni nada de eso”, asegura orgulloso. A sus 77 años, Argiñano hace tiempo que ha comenzado a preparar el relevo, no el retiro. Por el momento asegura que se encuentra bien, con ganas de continuar. Cuatro de sus hijos le respaldan en alguna de sus muchas iniciativas empresariales.
De pequeño Arguiñano soñaba con ser conductor de autobús. La vida laboral le llevó primero a poner chapas de trenes y después a formarse en la cocina. Su simpatía y su visión, y el apoyo innegable de Luisi, su mujer, elevaron el listón. Televisión, cine, libros, pelota, balonmano, motos, restaurantes… son el resultado del trabajo y de la inversión ‘con fundamento’ del cocinero más popular del país.
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