El jueves de esta semana los ministros de Defensa de España, Alemania y Francia se verán las caras en la esperada reunión donde se debatirá qué acaba pasando con el Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS), el proyecto militar más caro de Europa, con un coste estimado que supera los 100.000 millones de euros.

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De esta forma, Margarita Robles se encontrará en Berlín con sus homólogos, Boris Pistorius y Catherine Vautrin, con una decisión que tomar y, presumiblemente, tres opciones sobre la mesa: continuar con el proyecto tal y como está concebido actualmente, prescindir de alguna parte del programa para centrarse en el resto o abandonarlo por completo.

Alemania ha sido el país que más ha presionado para que las tres partes encuentren una solución antes de finales de 2025, aunque este lunes el portavoz adjunto del Gobierno germano, Sebastian Hille, aseguró que no prevén que la decisión final se comunique este mismo jueves.

"Tenemos el cronograma hasta finales de año para que allí se tome una decisión; el fin de año está cerca, pero aún no ha llegado. Seguimos considerando que es un proyecto importante, pero entretanto no se ha tomado ninguna nueva decisión", señaló Hille, que deslizó que "el fin de año es un poco más tarde del día 11".

El FCAS busca desarrollar un ecosistema de combate aéreo interconectado, compuesto por aviones, drones y sistemas de red. Y en ese contexto, uno de los pilares centrales es la fabricación de un caza de sexta generación, que sustituiría a los actuales Rafale franceses y Eurofighter Typhoon alemanes y españoles a partir de 2040.

Los países socios participan en el programa a partes iguales, con un 33% cada uno, a través de tres compañías: la francesa Dassault Aviation, la alemana Airbus Defence and Space y la española Indra. Sin embargo, actualmente el programa se encuentra encallado por las tensiones entre Berlín y París.

Y es que los franceses, una vez más, reclaman más control. En concreto, quieren escalar su porcentaje de participación en el desarrollo del caza hasta el 80%. Algo solo posible si Alemania y España ceden, y no parecen por la labor. En otros megaproyectos militares europeos, como el Eurodrone en el que España ha apostado 1.900 millones, los galos han presionado exactamente para conseguir lo mismo.

Desde la perspectiva de España, el problema para nuestro país, como ya explicó este periódico, es que estamos considerados el "eslabón débil" del programa por tener menos capacidades industriales. Fuentes del sector señalaron a El Independiente que la opinión de España "se tendrá en cuenta, pero secundariamente", y que muy probablemente acabaremos "arrastrándonos" hacia donde quiera Alemania.

La prueba de esto es que a nivel mundial muchas veces se califica al FCAS como un programa franco-germano, obviando la parte española. Y aunque los representantes de los tres países tienen una cita el jueves, el ministro alemán Pistorius mantendrá un primer encuentro a solas con su homóloga francesa, Vautrin, que visita por primera vez la capital alemana.

La incertidumbre sobre el futuro del FCAS ha provocado que en los últimos meses salgan, prácticamente cada semana, nuevos rumores. Se ha especulado con que algún otro socio se una al consorcio, con que algún país sustituya a Francia y con que cada uno se vaya por su lado, entre otras cosas. Algunas teorías han sido alimentadas por los propios galos, que han dejado claro una y otra vez que podrían desarrollar un caza de sexta generación por sus propios medios.

También se ha hablado de opciones intermedias. Hace unas semanas el Financial Times afirmaba que franceses y alemanes estaban negociando renunciar a fabricar el caza de sexta generación que se contemplaba dentro del FCAS a cambio de centrarse únicamente en la parte del programa destinada a desarrollar un sistema de comando y control denominado 'nube de combate'.

La postura de España

De momento, los últimos movimientos efectuados por España no suscitan dudas. A principios de noviembre el Gobierno autorizó la celebración de dos contratos, de un valor conjunto de 700 millones de euros, para avanzar en algunas fases claves del programa. Y la semana pasada el Jefe de Estado Mayor del Aire (JEMA), General del Aire Francisco Braco, habló del FCAS cuando detalló los planes a corto plazo de la aviación española.

"Es un programa muy ambicioso y desafiante que nos tiene muy ilusionados y que seguiremos abordando por etapas", destacó el JEMA, que anunció que habían decidido bautizar el programa como Proyecto Astra.

En noviembre Robles también puso de manifiesto la importancia del FCAS para nuestro país, y se mostró confiada en que los tres países encontrarían una solución. "Vamos a hacer todo lo posible para que tenga éxito", insistió la ministra, quien subrayó que para España se trata de un programa "fundamental" en el que el país cree "firmemente". "Lo necesitamos", zanjó.

El Ministerio de Defensa español ya comprometió 2.500 millones a lo largo de cinco años para desarrollar el caza de sexta generación. En cuanto al trabajo, solo la fase 1B generó en nuestro país 1.000 empleos directos de alta cualificación, 400 de ellos en Indra. La compañía, a través de su CEO, José Vicente de los Mozos, ha dejado claro que su postura es inamovible, asegurando que si España aporta el 33% debe tener una participación del 33%.

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