Al entrar en el local de 200 metros cuadrados, destartalado, en la Elipa (Madrid) en el que se está instalando la nueva oficina de José Luis Huertas cuesta creer que algún día llegara a amasar casi un millón de euros en criptomonedas tras haber hackeado las entrañas del Estado. Este joven de 20 años, más conocido como Alcasec, ha sido detenido seis veces, pero promete que ya no habrá más. Acaba de emprender con cuatro amigos, montando una empresa de auditoría, esta vez "todo legal" porque dice que ahora tiene claro que no quiere, como algún día llegó a pensar, ni vivir en la cárcel ni fugarse.

Más allá de las cajas de Redbull que le regalan y todo tipo de bártulos del propietario anterior, la sede de Havenio no tiene mucho más que un imprescindible ordenador. Por tener no tiene ni luz, así que la tarde en la que el joven recibe a El Independiente, él y su madre están haciendo la instalación con sus propias manos. "Havenio tiene dos significados, el de Haven [refugio o paraíso en inglés] y al principio pensamos en Havenia de 'con la venia', una pullita como 'con permiso, entramos'".

Con la venia es lo que abogados e investigados suelen decir al juez en señal de respeto antes de comenzar a hablar. Alcasec conoce bien la jerga judicial porque se ha tenido que sentar delante de jueces desde que era menor de edad. El último, su caso más complicado, el que lidera el juez de la Audiencia Nacional José Luis Calama, que está a un paso de llevarle a juicio después de que el joven lograra entrar en el punto neutro judicial, el nudo de conexión entre todos los juzgados de España y Hacienda, y se llevara los datos de más de 500.000 contribuyentes para venderlos a quienes luego estafaban. Él se zafa de cualquier responsabilidad por los fraudes. "Yo creo que no tengo la misma responsabilidad que el que decide hacer la estafa. No me considero responsable", esgrime.

Todo eso, en cualquier caso, es agua pasada porque ahora centra todos sus esfuerzos en sacar adelante su pequeña empresa, que ya empieza a tener algunos clientes. "Auditorías web, inteligencia, todo lo que sea ciberseguridad al fin y al cabo", explica sobre la actividad que están desplegando. "Queremos meter a un detective privado, para que los informes de inteligencia vayan acompañados de un seguimiento de la persona", cuenta. "Obviamente es todo legal", aclara.

Alcasec no terminó la ESO (Enseñanza Secundaria Obligatoria) porque hackeó las notas del instituto y lo echaron. "Hice una FP [Formación Profesional] básica. No la terminé. Hice una prueba de acceso a grado medio. La aprobé. Hice un grado medio. Lo dejé a medias...", enumera. El grado medio era de sistemas informáticos, "una tontería" para alguien que ha atravesado los sistemas de seguridad de HBO España, Burger King, Bicimad o Mediaset, entre otras. "No iba a clase. Me aburría", confiesa.

Fue autodidacta. Aprendió a base de prueba y error. "Aprendí a programar a los 12 años. Decidí irme a seguridad. Cuando entro en un sistema sé que puede tener estos fallos. Tienes que saber programar para saber hacking al fin y al cabo. ¿Que cómo aprendí? Pues es que esa pregunta nunca la sé responder". Nunca se ha hecho un examen de altas capacidades, pero pocas dudas pueden quedar sobre su talento innato y poco común con los ordenadores. "Ya de pequeño desmonté uno", se ríe. Recuerda perfectamente su primer hackeo a la red social People. Uno de los directivos de la empresa le llegó a contratar un par de semanas. "Me dijo 'oye tío qué máquina, vente a las oficinas'. Fue gente majísima".

Robin Hood

En la pandemia, Alcasec se ganó la fama de Robin Hood entre la juventud porque sus ciberataques no servían para mucho más que regalar cuentas para ver series, repartir hamburguesas gratis o firmar las pantallas de los autobuses con su nombre. ¿Cuándo cambió todo? "Cuando toqué dinero", responde. Su móvil al principio era probarse a sí mismo. "Mi objetivo era, voy a entrar". Luego, se volvió "un loco de la información".

Fue entonces cuando empezó a construir la famosa base de datos ilegal que la Policía Nacional le incautó al detenerlo la última vez. Era monstruosa, alimentada a base de fuentes de información, de instituciones públicas que se actualizaban automáticamente y de datos que había robado de todo tipo de empresas. La Comisaría General de Información lo llegó a calificar en un informe policial de "riesgo para la Seguridad Nacional". No era ninguna broma. El joven logró entrar incluso en el propio sistema de la Policía.

Al principio lo conocieron como Robin Hood. ¿Cuándo cambió todo? "Cuando toqué dinero", reconoce

Recuerda que la primera vez que lo detuvieron fue el 3 de abril de 2020, mientras España estaba confinada. Él había publicado los datos sanitarios de Santiago Abascal en sus redes sociales, es decir, había hackeado también Sanidad Madrid. Más adelante, en 2021, lo llevaron a un centro de menores. En la misma fecha, pero dos años más tarde, el 3 de abril de 2022 casualidad o no, lo volvieron a arrestar y entonces, ya mayor de edad, ingresó por primera vez en la cárcel de Alcalá Meco.

"Prisión es calma. Centro de menores es la cabeza como un bombo todo el día. Te meten a un chaval de 15 años que no para de chillar y tú quieres estar tranquilo. En la cárcel, en un módulo de respeto que estaba yo, están todos tranquilos, nadie quiere problemas", expone. Su experiencia durante dos meses en prisión no fue tan horrible. "Hicimos un grupillo bastante bueno, fuimos al gimnasio, ping pong, tele...". Aunque cuenta que lo sometían a un trato más propio de condenados por terrorismo. "Me sacaban del módulo tres horas para preguntarme por Rusia. Me quitaron las llamadas, las visitas, me restringieron todo".

El joven colaboró con la Justicia entregando casi un millón de euros en bitcoin, como reveló este medio. Al principio tuvo muchas dudas. "Yo en mi casa pensando si me merece la pena por un millón y poco estar aquí cinco años en prisión". Según su versión, lo avisaron antes. "Yo sabía todo, mi detención el juez la rechazó una vez". A la pregunta de cómo lo sabía, silencio; a la pregunta de si se planteó fugarse: "Me iba a ir. Me iba a ir pero justo conocí a Paula", confiesa.

Sus "ángeles"

Alcasec habla de la que ahora es su novia con mucho agradecimiento. "No éramos nada, nos conocíamos de dos semanas y cuando entré se preocupó, llamó a mi madre, me vino a ver". Lo dice como si el amor lo hubiera salvado de un agujero oscuro en el que se estaba metiendo. "Paula es uno de mis ángeles y luego Adri [uno de los amigos con los que ha montado la empresa] es otro porque son como los que me han sacado de eso. Y como que la serie de acontecimientos de que yo me encontrara, de que encontrara a Paula, de que decidiera hacer algo con Adri, es fruto de algo", explica. "Y estoy segurísimo de que no quiero tirar todo esto a la basura. O sea, no puedo tenerlo más claro".

Algo ruborizado, el joven admite que ha ido hace poco a un retiro espiritual. "Y mira que nunca he creído, eh, pero ahora llevo un rosario en el bolsillo y debajo de la cama tengo otra [cruz]", ríe. Ha pasado un fin de semana solo, aislado. "Es que va a sonar a...", comienza, "he ido a un retiro espiritual católico. Mi madre me dice '¿qué te han hecho ahí que estás raro?' Es increíble. O sea, en teoría tú vas a encontrar a Dios, a conectarte con él. Yo como no creo, fui a encontrarme". Pero no le hizo falta.

"Me di cuenta de que ya me encontré en la cárcel. Yo decido entregar todo el dinero y fue como quitarme un peso increíble de encima. Me di cuenta ahí [en el retiro] de que me había encontrado ya". ¿Te sientes seguro de ti mismo ahora? "De quien soy ahora, sí". ¿De que no vas a volver a delinquir? "Sí, estoy segurísimo. No puedo estar más seguro".

Manifiesta que todo este proceso le ha ayudado a calmar el ego. "Antes tenía una falta de autoestima brutal y parte de lo que hacía era como para cubrirla. Siendo pequeño sufres mucho por tonterías, pero yo creo que no es comparable el ego que tenía antes con el de ahora".

Alega estar en un "llano" de la vida ahora y eso le encanta. Aunque hay una pequeña cosa que sí le molesta: Forocoches. "Si buscas Alcasec hay un hilo de gente hablando y es que, uf, hay 40 cuñados que me ponen de mala hostia. 'Lo que ha hecho es súper sencillo, eso es inyectar un código hash cryp dentro del navegador y tal'. El hash cryp es del navegador, no tiene que ver con el servidor. Me jode, no porque me afecte a mí, sino que me da rabia que sean tan subnormales", dice bromeando.

Aunque explica que no se considera famoso, cuenta algunas anécdotas en las que le reconocen por la calle. Cuando sale por la noche le suelen pedir fotos, "pero no me influye, sinceramente". Por lo general, "el feedback es bueno con la gente". Sigue vistiendo con ropa de marca cara, pantalones Kenzo y camiseta Balenciaga. "Es todo de antes", explica, "creo que no me he comprado nada nuevo desde que salí". "Los pantalones tienen lejía de cuando fregábamos en la cárcel", enseña.

Me encantaría viajar, pero tampoco quiero que desconfíen. Prefiero esperar

Pocas otras cosas han cambiado tras ese tiempo privado de libertad. Su comida preferida sigue siendo los canelones y el cocido de su abuela, sus mejores amigos los cuenta con los dedos de una mano y su móvil sigue siendo el mismo iPhone que antes.

Lo que sí se ha alterado es su capacidad de viajar. "Solo he estado en Japón. Me duró un mes el pasaporte", descubre. La Audiencia Nacional le quitó la documentación para evitar que se fugara y tiene que ir a firmar al juzgado todos los días 1 y 15 de cada mes. "Me encantaría viajar, pero tampoco quiero que desconfíen. Quiero hacer las cosas bien en ese sentido. Prefiero esperar", cuenta.

El 'Pequeño Nicolás'

Las cuentas pendientes en la Audiencia Nacional no son las únicas en su horizonte judicial. Alcasec logró atacar la Dirección General de Tráfico (DGT) haciéndose con credenciales de dos miembros del CNI y sacó carnés de conducir para él y sus amigos. Está convencido de que quien lo delató fue Francisco Nicolás Gómez Iglesias, popularmente conocido como el Pequeño Nicolás. "Nos presentó un amigo. A Fran le interesaba mi base de datos porque le habían hablado de ella, pero de eso me di cuenta muy al final. Él me comió la cabeza de que la relación que teníamos era de hermanos. Le veía más que a mi madre", confiesa.

En el documental de Netflix (P)ícaro: el Pequeño Nicolás, Iglesias dice sentirse reflejado en este joven porque ambos tuvieron problemas judiciales desde muy pequeño. A Alcasec, en cambio, le molesta esta comparación. "Él es un estafador y yo no. Él es mala persona, tiene maldad y mucha envidia dentro", expresa.

"Le di acceso a la base de datos y la usaba para ligar. Me dice, 'ponle el logo del CNI a la base de datos', y se lo puse. Fran me presentaba a gente, yo me divertía, salíamos de fiesta", cuenta. "Con la base de datos él recuperó mucho poder". Pero la relación se rompió al cabo de un tiempo. "Me empezó a extorsionar, me decía que o le daba 200 mil euros o me delataba a la Policía. Me estafó 50 mil que aún me debe", dice.

Según el joven, Nicolás cumplió lo que le había advertido: "¿Qué hizo? Informar a la Guardia Civil de lo de la DGT. La Guardia Civil recoge [en el informe que da pie a la causa]: mediante un colaborador no sé que... se descubre que José Luis Huertas Rubio". Lo cierto es que el Pequeño Nicolás también terminó detenido por este asunto, ya que él también obtuvo un permiso de conducir sin haberse sacado el carné. "Pero lo ocultan durante años", justifica Alcasec.

–¿Sabes a ciencia cierta que él te delató?

–"Claro" –zanja.

Su nueva vida

El joven defiende, mientras pone a punto su nuevo estudio, que tiene claro qué senda quiere transitar a partir de ahora. Admite que tras salir de la cárcel le han ofrecido mucho dinero por negocios oscuros y jamás lo ha aceptado. "No me merece la pena, ni económicamente ni mentalmente. La Policía piensa que mi mayor motivación es el dinero, pero si nos ponemos en el tema del dinero, igual yo de aquí a diez años tengo cinco millones. Confío en el proceso", expresa.

Havenio se dedica a fuentes de información legales y Huertas es consciente de que este tipo de informes de inteligencia cotizan al alza en el mercado. Pero, sobre todo, los que han emprendido con él saben el valor añadido que supone que Alcasec esté en el equipo. "Ahora cuando terminemos aquí, me fumo una shisha y me voy a casa, que me levanto a las ocho. Me estoy levantando a las ocho, eh. Flipas", dice, mostrándose dispuesto a esforzarse porque esta vez las cosas le salgan bien.

De la larga entrevista de hora y media, solo hay una pregunta a la que no contesta. "¿Por qué te llaman Alcasec?". Se ríe. "No se cuenta. Algún día. Ya lo contaré en la serie".