Jesús P. lleva cuatro años peleando por la custodia compartida de sus hijas. Desesperado, ha acudido al Tribunal Supremo, donde ha presentado un recurso de casación para que los jueces estudien su causa, la cual considera "abusiva", "desproporcionada" y en la que ve "una mano negra" por las relaciones de su exmujer con Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez. Dice a este periódico que ella se jactaba amenazándole con que "conocía a gente muy poderosa" y que le iban "a hundir".

Tras la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid, paga 19.000 euros por sus tres pequeñas. Al mes. Desde hace cuatro años, tiene que pagar 6.000 euros al mes por la manutención de las tres pequeñas. Además, abona todos los gastos y las hipotecas de la vivienda familiar, donde se quedó su mujer con las tres chiquillas y que ella se ha negado a pagar. Esos gastos rondan los 13.000 euros, lo que suma 19.000.

La demanda por divorcio, que presentó él, es de principio de 2020, justo en el inicio de la pandemia. Jesús esperaba que se solucionase con un trámite rápido y con la custodia compartida de las niñas, pero su mujer le ha interpuesto varias denuncias por violencia de género. Dos han sido archivadas, y queda una por resolver que, según las fuentes jurídicas consultadas, corre el mismo destino.

Jesús sólo ha sido condenado en una de ellas por el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 3 de Madrid, aunque no por violencia degénero. La jueza le condenó por un delito leve de vejaciones. Su exmujer presentó un audio en el que se podía escuchar insultos como "jeta".

En un principio, el padre de las niñas tenía un régimen amplio de visitas. Estaba con ellas días alternos. La jueza, según fuentes jurídicas, tenía previsto dejarlas así, pero la primera denuncia por maltrato paralizó este paso y ahora sólo puede verlas una vez cada 15 días: los sábados desde las 12:00 de la mañana hasta el domingo a las 8:00 de la tarde tarde..

La familia vivía en una casa de lujo a las afueras de Madrid. Él compró la vivienda con una empresa unipersonal a su nombre que montó antes de casarse y con dinero privativo, no de los dos. También costeó el precio de las reformas. La jueza decidió que se quedase su exmujer en la vivienda con las tres hijas. El problema es que "está de okupa", señala Jesús, ya que desde entonces no ha pagado ni las hipotecas -el inmueble tiene tres- ni los gastos de la casa, como la luz, internet o la comunidad. Estos gastos ascienden a casi 13.000 euros mensuales.

Contra la mujer hay una demanda por ocupación de la propiedad de la mercantil además de una demanda de cantidad por los daños producidos a la mercantil por no poder utilizar el inmueble.

Además, tiene que pasarle a ella 6.000 euros al mes, 2.000 por cada hija. Las niñas acuden a un colegio privado de la cadena Montesori. Además acuden a clases de golf y realizan, puntualmente, otras actividades como esquí en la nieve, algo que tuvo en cuenta la sentencia. El problema es que Jesús tiene una nómina de unos 3.400 euros al mes, por lo que no puede asumir esos gastos. Por el momento, se le están reteniendo 184 euros de su salario para estos gastos.

Al mismo tiempo, el hombre cuenta con dos pisos de su propiedad que le han sido embargados. En la actualidad vive de alquiler en un piso a las afueras de Madrid.

¿Y los gastos de la casa?

Los gastos de la casa, los 13.000 euros que sí abona mensualmente a través de su empresa "para que no me la quite el banco", tiene una historia aparte. La sociedad, Actuarios, es la propietaria del inmueble. Con la llegada del Covid decidió venderla porque no iba a poder sacarle beneficio y tenía que seguir pagando los gastos de la casa. Se la vendió al dueño de una compañía para la que había trabajado, ya que había intentado encontrar financiación y no lo consiguió.

El nuevo propietario ha estado pagando todos los gastos de la casa, incluidas las hipotecas que tiene como cargas, desde el verano de 2020 hasta marzo de 2023. Entonces "se hartó de tirar el dinero" y, viendo que la mujer no se iba a ir del inmueble, se la devolvió a Jesús. Desde entonces él lo paga todo

Jesús se dedica a la formación. Da clases y cursos especializados. Es conocedor del mundo financiero. A principios de la década pasada se le presentó una oportunidad de negocio relacionada con ese sector pero, para salvaguardarse, en 2016 hizo una ampliación de participaciones a una sociedad en gananciales. Es decir, le prestó parte de la empresa a la sociedad de gananciales del matrimonio, basándose "en la buena fe". Era algo menos del 2% del total. Pero lo hizo de que si llegados a un caso como el actual de divorcio volvieran a él. Es decir, que nunca le han pertenecido de facto.

"En 2018 ya le planteé de ir al notario para solucionar esa situación, pero me dijo que no", explica Jesús en conversación con este periódico. La empresa está en el centro tanto del divorcio, por ser la propietaria de la casa, como de otro litigio que ambos mantienen. Ella le ha denunciado por alzamiento de bienes y contrato simulado por la venta que hizo Jesús en 2020 de la compañía. Entiende ella, de alguna manera, que parte de Actuarios le pertenecía. El próximo 15 de abril tienen el juicio.