"No tenemos prisa". "Sería un error meternos ahora mismo en mitad de la pelea de Sánchez con su partido y con sus socios". "Hoy por hoy no tiene sentido ir más lejos". Este es el sentir de diversos sectores del Partido Popular en torno a la conveniencia o no de ir a una moción de censura ante lo que consideran uno de los momentos de mayor debilidad del Gobierno de Pedro Sánchez, cercado por los casos de corrupción, la desafección de parte de sus socios, deseosos de subir el precio de su apoyo, y un partido en el que, más allá de Emiliano García Page, comienzan a escucharse más voces críticas sobre lo insostenible de la situación.

Desde Génova argumentan que "si Pedro Sánchez y Santiago Abascal nos piden presentar una moción de censura llamada a fracasar porque nos faltan cuatro votos sólo hay que seguir la línea de puntos", esto es, tanto uno como otro "buscan perjudicar las opciones del PP y se asisten mutuamente". En el equipo de Alberto Núñez Feijóo insisten mucho en la idea de no apresurarse bajo el argumento de tener tiempo. "Llegaremos y llegaremos bien", dicen en conversación con El Independiente. Y esa es percepción mayoritaria en el primer partido de la oposición, incluidas organizaciones territoriales como Madrid, con Isabel Díaz Ayuso al frente, y otros dirigentes y parlamentarios de un perfil mucho más duro, habituales partidarios de la refriega.

Voto útil y desmovilización de la izquierda

"Una moción no puede presentarse para perderla; de los pasos en falso solo se benefician los tiranos", dijo fiel a su estilo el pasado miércoles la baronesa popular conforme al criterio del resto de los presidentes autonómicos, aunque no haya sido un asunto tratado entre ellos. Sin embargo, esta estrategia tiene otra derivada no exenta de riesgos para el primer partido de la oposición: que sea Vox la que capitalice electoralmente el estado de la inestable situación política.

Un destacado presidente autonómico admite cómo la polarización y la bronca actual "no le van mal a Vox porque se alimenta de la antipolítica". Eso también engorda las opciones de un partido en las antípodas ideológicas de Abascal, Podemos, con Ione Belarra al frente, deseosa, también, de ir a las urnas. Pero entremedias "al PP también le beneficia" esa antipolítica "porque desmovilizará mucho voto de la izquierda, irá a la abstención y eso nos va bien".

Un dirigente con asiento en la sala de máquinas de Génova se apunta a la misma tesis respecto a que cuando llegue el momento de escoger papeleta electoral "los ciudadanos saben que el PP es la alternativa", el principal beneficiario, a su juicio, de la actual crisis política. Es cierto, admite, que tampoco sale mal parado Vox al ser otra de las formaciones que ejercen la oposición a Sánchez, pero considera consolidado el 38 por ciento de apoyos para Feijóo con un Abascal navegando entre el 10 y el 12 por ciento en intención de voto. Supone cinco puntos más con respecto a los resultados del 23-J para los populares (consiguieron un 33,33 del voto) y algo menos para la ultraderecha, (12,48) aunque hay sondeos que mejoran su marca actual de 33 diputados.

Las 'performance' de Abascal

Otra de las fuentes consultadas por El Independiente arguye que si bien "la rabia y la indignación polariza y alimenta a los más extremos, cuando llegan las elecciones funcionan otros mecanismos como el voto útil. A la hora de la verdad, las cosas serán distintas". Minimizan así el repunte demoscópico de Vox, cuyo ascenso sitúan en la tragedia de la Dana y no tanto en las distintas performances de Abascal, como cuando abandonó el pasado miércoles el pleno tras interpelar a Pedro Sánchez en la sesión de control al Gobierno. "Nosotros podemos dar caña hasta un punto. Si Alberto hace eso pierde institucionalidad y no lo podemos hacer, por mucho que nos llamen maricomplejines".

Además, apuntan a la existencia de captación de voto por la izquierda, un trasvase como un goteo, que amplía la base electoral de los populares. Incluso se muestran convencidos de que "esta vez ya no cuela el mensaje de que, si bien la situación es mala, peor es un hipotético gobierno de PP y Vox", independientemente de la pretensión de Feijóo de conseguir una mayoría suficiente para sostener un gobierno monocolor sin pasar por las horcas caudinas de un partido cada día más derechizado.

"¿Moción de censura? Ni de broma. Sería un error estratégico y contribuiría a reagrupar a los socios de Sánchez. Que se consuman", dice un veterano diputado habituado a verlas de todos los colores y seguro de que habrá elecciones generales este año sin que el PP tenga que hacer mucho más. "Todo el mundo sabe que ahora no es el momento de una moción. Puede serlo más adelante, pero no vamos a ser nosotros los que le demos ahora seis meses más de vida" a Sánchez. Echa mano de un símil muy gráfico, esto es, un inquilino de la Moncloa "al que se le empiezan a caer todos los platillos" que giran frenéticos al unísono."Es material radiactivo", asevera.

De acabar presentándose una moción de censura sería "con el compromiso de convocar de inmediato elecciones generales"

La única moción de censura con sentido sería aquella presentada "con el compromiso de convocar de inmediato elecciones generales. No se puede gobernar con este Parlamento", dice un alto directivo de Génova, quien asegura que "estos días no se ha hablado" sobre la posibilidad de echar mano de este instrumento parlamentario una vez descartada la cuestión y por mucho que haya subido la temperatura política en las dos últimas semanas. Ni siquiera el impacto de la entrada de a UCO este viernes a la sede federal del PSOE "cambia nada" con respecto a la estrategia popular, empeñada en poner la carga de la prueba sobre los hombros de los socios de Sánchez.

En todo caso, se reproduce la falta de consenso en torno a si el inquilino de la Moncloa aguanta o se ve abocado a convocar elecciones generales este mismo año, no porque quiera, sino porque esos socios acaben retirándole su apoyo y confianza. "Los independentistas no quieren comicios", dice una de las fuentes consultadas. "Habrá elecciones a finales de año si no antes", especulan otras.

Y esas elecciones, dicen, vendrán precisamente de la mano de la ruptura de Junts, necesitada de hacer oposición al presidente de la Generalitat catalana, Salvador Illa, para impedir siga beneficiándose de las cesiones que los secesionistas arrancan a Sánchez en el Congreso de los Diputados. Otros barones, dirigentes y parlamentarios, prefieren no especular. "Vete tú a saber qué pasa por la cabeza de Sánchez. Es un hombre sin escrúpulos aferrado al poder". A favor de la primera tesis, una teoría lanzada por otro destacado miembro de la dirección del Grupo Parlamentario: "No puede quedarse sin el escudo que le proporciona la presidencia del Gobierno dado el horizonte judicial de él mismo y su familia. Sólo puede intentar ejercer el control de la justicia desde la Moncloa".

No son los partidos de la oposición los que ganan unas elecciones por sus propios méritos sino que "son los gobiernos los que caen"

Recuerda un presidente autonómico cómo la práctica política nos dice que no son los partidos de la oposición los que ganan unas elecciones por sus propios méritos sino que "son los gobiernos los que caen", algunos de forma estrepitosa. Sánchez ya perdió las elecciones de 2023 y sabe, porque lo ha dicho de viva voz que, de convocar a los españoles ante las urnas no solo volverá a perder, sino que le resultará imposible construir un Frankenstein (dixit Alfredo Pérez Rubalcaba) por tercera vez. Mientras tanto, la consigna en Génova "es esperar, controlar al Gobierno y hacer propuestas" y "sin aceptar presiones de nada ni de nadie".