El petróleo pudo más que las bombas. Los ataques pusieron al mundo en alerta. Pero el temor apenas duró unos días. Los 280 kilómetros de longitud y 33 kilómetros de anchura del estrecho de Ormuz han sido estos días punto de atención y cierta inquietud. Sin embargo, tras los ataques de Israel y EEUU a Irán y la advertencia de la República Islámica de frenar el mercado de crudo pronto se han despejado. No es la primera vez que Irán amenaza con hacerlo. Hace seis años fue la baza de presión que agitó ante las sanciones impuestas por Estados Unidos y el aumento de su presencia militar en la zona.
En estos diez días de 'crisis fantasma', el estrecho de Ormuz ha seguido prácticamente igual y hoy pocos temen que el oro líquido deje de transitar por este punto. Lo hizo mientras las bombas se lanzaban y lo hace ahora como punto por el que navega más del 20% del crudo mundial y el 25% del gas natural licuado.
El estrecho de Ormuz es un cuello de botella marítimo que conecta el Golfo Pérsico con el mar Arábigo. Delimita al norte con Irán y al sur con Omán. Se ha convertido en la ruta principal para el transporte de petróleo y gas producido y enviado desde Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudí, Qatar, Irak y Kuwait hacia los mercados internacionales. Cada día pasan por este punto entre 18 y 20 millones de barriles diarios. El tráfico entre gas y petróleo se estima en casi 20.000 buques al año.
“Para nosotros en realidad no ha habido crisis alguna en el estrecho de Ormuz”, asegura Antonio Aceituno, CEO de la Consultora Tempos Energía. Desde la Unión de Operadores Independientes de Petróleo (UPI) tampoco ven riesgo severo de que la amenaza de Irán pueda cumplirse, que el cierre de este punto estratégico para la economía global pueda complicar el escenario. Incluso si lo hubiera, la capacidad de resistencia sería elevada”, recuerdan: “Las reservas estratégicas de petróleo en España son equivalentes a 92 días de consumo neto y están intactas”, señalan fuentes de la UPI.
3,2 millones de barriles iraníes
El estrecho de Ormuz es clave para seguir engrasando la gran fuente de ingresos del Gobierno de Irán: el petróleo. Por eso el principal interesado en que la ruta no se detenga es la propia Irán y algunos de sus aliados. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) aseguraba en un informe que una crisis prolongada en el estrecho de Ormuz sí afectaría a los envíos de los principales productores del Golfo, Arabia Saudí, Emiratos, Kuwait, Irak y Qatar. También afectaría a la mayor parte de la capacidad de producción mundial excedentaria, "que se concentra en el golfo Pérsico". El paso del estrecho es crítico para China, India y Japón: por ejemplo, alrededor del 90 % del petróleo iraní va a China y hasta el 60–75 % del crudo importado por Corea del Sur y Japón atraviesa este canal.
Cerrarlo sería hacerse daño a si mismo y sus aliados. E Irán lo sabe. La sola amenaza asusta pero cada vez menos agentes creen que podría cumplirse: “Por eso creemos que el tráfico en ese punto no se va a interrumpir”, señala Aceituno. Recuerda que su prioridad está más en velar para que siga operando que en bloquearlo. No en vano, Irán produce 3,2 millones de barriles diarios, de los que exporta entre 1,6 y 1,8 millones a otros mercados, entre ellos el de uno de sus grandes aliados, China: “Las exportaciones a Irán le reportan unos 50.000 millones de euros al año”, apunta.
Cuando Israel atacó Irán el pasado 13 de junio la tensión en los mercados de crudo sí se activó. Lo hizo sin alarmismos, pero con ligeros repuntes en el precio del crudo. El día anterior el precio por barril se situó en poco más de 69 dólares y tras la agresión israelí comenzó una breve escalada hacia los 74 dólares y llegó hasta los 77 dólares el día 19. Fue el pico más alto de la ‘crisis de Ormuz’ en los mercados de crudo. El pasado viernes el precio ya había caído hasta los 67 dólares por barril, un precio inferior a la víspera de la primera agresión.
Mucha oferta, menos demanda
La amenaza inicial de Irán de cerrar el estrecho pronto se vio devaluada por la pro'pia República Islámica. Lo hizo al anunciar cuándo y cómo respondería a la agresión de Israel e EEUU: “Han sido 12 días en los que el mercado ha estado atento, pero cuando la actitud de Irán fue avisar a Israel y EEUU de que les iba a atacar enseguida se vio que la suya no sería una respuesta agresiva y contundente sino más bien algo retórico y contenido. Eso estaba lejos de una posible interrupción del tráfico en el estrecho de Ormuz”.
Tampoco el impacto hubiera sido especialmente grave en lo que a suministro se refiere. No al menos en un primer momento. Desde la UPI recuerdan que en el caso de España el suministro es muy diversificado, con proveedores como Nigeria o Angola, además de México y Brasil, “esto permite reducir mucho la dependencia directa del estrecho de Ormuz”. Las compañías del sector, con los inventarios comerciales actuales y con los contratos de suministro vigentes “siguen operando sin necesidad de recurrir a las reservas estratégicas del país”, recuerda la UPI.
Pero por si acaso, organismos como la Agencia Internacional de la Energía (AIE) y la UE han activado sistemas de vigilancia y respuesta rápida ante cualquier disrupción en el suministro. Además, se monitoriza de modo constante la evolución de los mercados internacionales.
La 'electrificación' de China
La percepción más extendida es que la crisis ha desaparecido, el riesgo se ha estabilizado y controlado. Incluso que el precio del barril de crudo bajará a corto y medio plazo. La horquilla de la estabilidad se fija entre los 60 y 65 dólares por barril. “Ahora hay mucho petróleo en el mercado. Los inventarios han aumentado sólo en mayo en 93 millones de barriles y desde febrero la acumulación es de casi un millón de barriles”.
Más reservas y menos demanda. El freno a la economía empieza a detectarse en la necesidad de crudo que requieren economías como la China. En este caso se suma un fenómeno creciente: la cada vez mayor electrificación de la movilidad en la sociedad china: “En los últimos 10 años el 60% del aumento de la demanda procedía de China y su ahora este mercado empieza a apagarse un poco…”, asegura Aceituno. Apunta que se prevé que el techo de demanda de China se alcance en 2027, dos años antes de lo previsto. El freno a su demanda de crudo se debe en una parte importante a la implantación del coche eléctrico y la apuesta por el GNL.
A ese indicador con clara incidencia en el mercado se suma otro, el pulso entre la OPEP y EEUU por la cuota de mercado de petróleo. Hasta abril de este año la OPEP “tenía ociosos 5,6 millones de barriles diarios, el equivalente al 5,5% de la demanda mundial. A partir de ahí, de ese volumen empezó a vender 138.000 barriles diarios y ahora está en 411.000 barriles al mes y así se prevé que siga hasta agosto”.
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