En España, la lucha contra los incendios forestales es, cada vez más, una cuestión de enorme relevancia social, ambiental e incluso económica. De hecho, este verano, nuestro país ha sufrido una serie de incendios que han afectado a numerosos parajes naturales como Las Médulas o la Mezquita de Córdoba.
Sin embargo, ¿a quién corresponde la responsabilidad de prevenir y apagarlos? Existe un largo entramado de competencias autonómicas, recursos estatales y mecanismos de coordinación que garantizan la respuesta ante este tipo de emergencias.
Titularidad de las competencias: las Comunidades Autónomas
La lucha contra los incendios forestales en España no la gestiona un solo organismo central, sino que es una responsabilidad que recae principalmente en cada Comunidad Autónoma.
La Constitución Española lo permite, y la Ley de Montes (Ley 43/2003) lo establece claramente: son ellas las que tienen la última palabra en la prevención, vigilancia y extinción de los incendios. Este modelo descentralizado tiene una gran ventaja: cada región puede diseñar una estrategia a medida, adaptada a sus propios bosques, clima y tipo de terreno.
Por eso, cada comunidad tiene sus propios equipos de bomberos forestales, sus propios vehículos y aviones, y sus planes anuales de prevención. En resumen, la lucha contra el fuego es un esfuerzo coordinado, pero adaptado a la realidad de cada comunidad.
Recursos estatales de apoyo
No obstante, el Estado también desempeña un papel fundamental como apoyo, especialmente ante crisis que superan la capacidad autonómica. Así lo prevé la Ley de Montes, que permite a la Administración General del Estado a desplegar medios estatales de alcance nacional en colaboración y coordinación con las comunidades autónomas.
El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) es el organismo estatal encargado de planificar y movilizar dichos recursos. Sus activos más destacados incluyen:
- Brigadas de Refuerzo en Incendios Forestales (BRIF): Equipos especializados que pueden actuar en cualquier punto de la geografía nacional.
- Medios aéreos estatales: Aviones anfibios Canadair, aviones de carga en tierra y helicópteros Kamov de gran capacidad, operados en coordinación con el Ejército del Aire y el Espacio.
- Equipos de prevención y análisis (EPRIF y EPAIF): Responsables de la prevención y de investigar las causas de los incendios.
- Centro de Coordinación de la Información Nacional sobre Incendios Forestales (CCINIF): Coordina información y recursos durante las emergencias.
Estos recursos son móviles y no están adscritos a una ubicación fija, lo que permite que que acudan al lugar donde la magnitud de los incendios lo requiera y siempre a petición de las autoridades autónomas (o tras la valoración del riesgo a nivel estatal).
Coordinación y órganos de gestión
La coordinación de la respuesta nacional ante los incendios forestales reside en el Comité de Lucha contra los Incendios Forestales (CLIF). Este órgano, junto a la Dirección General de Protección Civil, asegura la correcta colaboración, tanto en emergencias forestales como cuando se convierten en situaciones de protección civil que afecten a bienes o personas.
Cuándo interviene la UME
La Unidad Militar de Emergencias (UME) es uno de los recursos más conocidos y apreciados del Estado español para emergencias extremas, incluidos grandes incendios. Sin embargo, la UME no interviene de manera automática: su activación responde a una orden directa del Gobierno central, a petición, en primer lugar, de las autoridades autónomas o cuando la emergencia revista un carácter extraordinario que supere los medios civiles disponibles.
El despliegue de la UME se produce en las siguientes circunstancias:
- Cuando se declara una emergencia de interés nacional o su magnitud lo exige.
- Ante situaciones graves de riesgo para la población, el medio ambiente y los bienes.
- En caso de que los recursos autonómicos y estatales ordinarios sean insuficientes para controlar el incendio.
La intervención más habitual de la UME en materia de incendios se da en grandes catástrofes estivales, como las vividas en los últimos años, cuando se despliegan cientos de militares y decenas de vehículos, equipos de comunicaciones, drones, camiones cisterna y maquinaria pesada para combatir los fuegos.
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