No se le puede negar al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, la habilidad de haber arrancado el curso controlando la agenda y marcando la conversación pública. Y todo ello con un asunto que aúna el respaldo ciudadano mayoritario, no es costosa a efectos políticos y, además, le permite movilizar a la izquierda, propia y ajena. Tras haber descubierto en apenas unas horas que la matanza y masacre que perpetra Benjamin Netanyahu es un "genocidio" con todas sus letras, ha encontrado al fin un discurso en el que se se encuentra cómodo y le permite llevar la iniciativa.
No faltó además, una ventana de oportunidad con la Vuelta ciclista a España. Le proporcionó el escenario ideal donde ensayar lo que para los populares no es más que un remedo del "No a la guerra" de 2003, aquellas movilizaciones en contra de la invasión de Irak promovida por Estados Unidos y apoyada por el gobierno de José María Aznar, respaldo inmortalizado en aquella foto de Las Azores.
La controversia política desde el pasado domingo -amén de si Alberto Núñez Feijóo pronuncia o no la palabra 'genocidio'- ha girado en torno a si el jefe del Ejecutivo animó a una manifestación cuyo principal objetivo era reventar el final de la Vuelta o se subió a un carro que ya estaba en marcha, como le han afeado desde Podemos, para apropiárselo. No son cuestiones contradictorias entre sí, sino perfectamente compatibles. Una confluencia de intereses que hacen temer en el primer partido de la oposición que ese sea el tono de la legislatura en los próximos meses.
La última iniciativa gubernamental: abrir una investigación por violación de Derechos Humanos en Gaza
Primero fue la declaración solemne desde el Palacio de la Moncloa, del lunes 8, para anunciar un paquete de medidas contra Israel y a favor de Gaza. Una semana más tarde, la suspensión de la última etapa de la ronda ciclista, un acontecimiento deportivo de alcance internacional. Lo último, por ahora, la autorización de la Fiscalía para investigar violaciones de derechos humanos en Gaza, al frente de la cual se pondrá la fiscal de Derechos Humanos y Memoria Democrática, ex ministra de Justicia y ex Fiscal General del Estado, Dolores Delgado. Queda pendiente el decreto ley de embargo de armas a Israel, que ya se le ha atragantado por dos veces al Consejo de Ministros en mitad de una pelea entre varios ministerios. Sumar no quiere ni oír hablar de un nuevo aplazamiento.
Dicen en Génova que, poco a poco, como una lluvia fina, Moncloa, Gobierno y PSOE "irán paso a paso avanzando en esta estrategia" sin descartar si quiera, llegado el momento, "la ruptura de las relaciones diplomáticas" con Israel que hoy por hoy el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, niega. "Si Sánchez cree que esa es la vía para movilizar a los suyos, no lo dudará", reflexionan fuentes populares en conversación con El Independiente. Es más, si esta estrategia sigue avanzando hasta conseguir la suficiente masa crítica movilizada, especulan con que ese podría ser el clima propiciatorio para una convocatoria electoral.
Del "rodea el Congreso" a la "alerta antifascista"
Pero del mismo modo, sacan otra derivada de la estrategia de Moncloa de "jalear" la calle a cuenta del clima social de indignación generado por la actuación de Benjamin Netanyahu en Palestina. Hablan de una suerte de "ensayo general" de movilización, pero no sólo para rechazar la tragedia en la franja de Gaza, sino para reeditar otras protestas del pasado. Citan movilizaciones como "rodea el Congreso" de 2012, con Mariano Rajoy al frente de la jefatura del Ejecutivo y en mitad de una feroz crisis financiera, y de la llamada "alerta antifascista" de los años 2018 y 2019, cuando el popular Juanma Moreno se hizo por vez primera con la presidencia de la Junta de Andalucía en coalición con Ciudadanos y con el apoyo parlamentario de Vox.
En definitiva, una suerte de revival político que serviría tanto para el previo como para el post de un escenario electoral. Desde Génova aseguran que "no nos sentimos incómodos con el debate en torno a Gaza, pero no estamos con la frivolidad" por mucho, dicen, que Sánchez lo haya convertido "en una cuestión semántica de genocidio sí o no". De hecho, sorpresivamente, Feijóo dedicó su réplica a Sánchez en la sesión de control del pasado miércoles íntegramente a definir su posición sobre este conflicto. Lo cierto es que internamente hay algo más que diferencias de matiz entre la dirigencia popular, aunque insisten en que "no sufrimos con este asunto" y, después, "cuando se deje de hablar de Gaza, seguiremos teniendo los pisos caros y precariedad laboral".
Entre Sarajevo y el "boicot revolucionario"
Responden con un rotundo "no te quepa duda" al interrogante de si creen que los socialistas están sentando las bases para calentar la calle como preludio de lo que puede pasar si Feijóo gobierna. Si hay una dirigente que lleva apuntando en este sentido, esa es la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien llegó a comparar las imágenes del boicot a la Vuelta con el Sarajevo cercado, asolado y tiroteado de principios de los años noventa. "Vuelve la izquierda del 'no a la guerra', que es la izquierda que no tiene nada que proponer", espetó a los grupos de la oposición en la cámara autonómica esta semana.
"El Gobierno de la Nación no puede jamás ser parte de un boicot revolucionario de un evento deportivo contra sus propias fuerzas del orden, enfrentando a los ciudadanos, poniendo en peligro a familias y deportistas. Esto es suicida para la nación entera y desde el ambiente pre guerracivilista no se veía en España algo así" dijo en otro momento. Pocos compañeros de filas comparten sus excesos verbales, pero se extiende el temor de que tras la tragedia de Gaza haya una estrategia política muy esmerada, tanto que hasta se llega a apuntar a la autoría intelectual de un antiguo cargo entonces muy, muy cercano, a Sánchez en Moncloa. Quién sabe.
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