El cliente siempre tiene la razón. Esta frase, que en ocasiones puede parecer manida, en realidad contiene gran parte de verdad. Son los usuarios los que marcan las tendencias y los que deciden las tecnologías que triunfarán y las que no, las modas que perdurarán o se estancarán y, en definitiva, los hábitos de consumo que, de manera definitiva, se acabarán implantando en la sociedad. Y las empresas que triunfan son las que mejor saben leer estos cambios y adaptarse.

Uno de estos hábitos se compone de dos palabras: pagos digitales. Si el ecommerce, las tarjetas, el Bizum o los wearables ya llevaban tiempo creciendo, la pandemia les dio el empujón definitivo, con lo que todos los países de nuestro entorno apuestan cada día más por esta tecnología. Y en este sentido, España cuenta con una receta de cuyos platos pretende valerse para aspirar al liderazgo de los pagos digitales.

Primer plato: el efectivo es el rey… pero está dejando de serlo

Para llegar a este objetivo, hay que saber de dónde venimos. Un informe reciente del Banco Central Europeo (BCE) parte de una premisa esencial: el dinero en metálico es el método más utilizado en todo tipo de establecimientos, aunque su incidencia está disminuyendo: si en 2016 representaba el 79% de los pagos, en 2022 se quedaba en un 59%. 

Mientras tanto, la tarjeta ha pasado del 19% en 2016 al 34% en 2022. De hecho, el descenso del efectivo sigue su progresión: en el segundo semestre de 2024, hubo 77.600 millones de pagos con dinero no en metálico, experimentando una subida interanual del 8,6%.

Y es que el efectivo sigue siendo mayoritario en cuanto a operaciones… pero no en cuanto a volumen. El mismo informe revela que, en 2022, las transacciones con tarjeta dieron el sorpasso al metálico en lo que se refiere al importe de dichos pagos.

Segundo plato: España, el segundo país en el que más crecen otras formas de pago

En España, los pagos en efectivo aún representan el 66% de nuestra actividad diaria, lejos de otros países como Finlandia o Países Bajos, en los que el metálico se queda en un 19% y 21% de los pagos, respectivamente. Sin embargo, hay un parámetro clave: la evolución en los últimos años. El informe del BCE revela que nuestro país es el segundo de toda Europa en el que más han descendido estos pagos entre 2016 y 2022, tan solo por detrás de Chipre.

El Banco de España también refrenda la regresión del efectivo. El histórico de sus Estudios sobre hábitos en el uso del efectivo demuestra que, entre 2022 y 2024, el dinero en metálico ha reducido su presencia diaria en nuestras manos. La tarjeta, por su parte, registra una presencia medianamente estable, pero el BdE reveló recientemente que las operaciones de pago con instrumentos distintos del efectivo aumentaron un 10,5% en el segundo semestre de 2024 respecto al mismo periodo de 2023. 

Otra forma de saber qué medios de pago imperan en España es hablar con los comercios. En este sentido, el informe del Banco de España también refleja el cambio de hábito: en 2024, los pagos con tarjeta superaron, por primera vez, a los hechos en efectivo.

Tercer plato: España, pionera en contactless y pago móvil

A día de hoy, a todos nos resulta más que familiar el pago sin contacto mediante tarjeta, móvil o todo tipo de wearables (smartwatches, pulseras…). Pero conviene echar la vista atrás para darnos cuenta de que, hasta hace no tanto, este hábito parecía casi una quimera tecnológica. En 2010, el World Payments Report señalaba el contactless como una de las tendencias más interesantes. Pero de la tendencia a la realidad siempre hay un gran paso, así que se trataba de ver quién se atrevía a dar los primeros pasos.

En 2012, cuando los pagos sin contacto contaban con iniciativas puntuales y experimentales en unos pocos países, CaixaBank y Visa convirtieron Barcelona en la primera gran ciudad europea contactless, distribuyendo más de 1 millón de tarjetas para pagos rápidos sin contacto e instalando cajeros y nuevos datáfonos en comercios. La primera piedra ya estaba puesta, así que, con el paso de los años, la tecnología fue cada vez más demandada por los propios usuarios.

En pocos años, España se convirtió en un pionero del contactless a nivel europeo, una posición que, a día de hoy, ha expandido incluso a nivel mundial. Así lo refleja la edición de 2024 del informe Tendencias en Medios de Pago, elaborado por Minsait: entre los países analizados, España lidera el uso habitual de contactless en los pagos con tarjeta, por delante, incluso, de Reino Unido.

El crecimiento del contactless ha traído de la mano el auge definitivo de los pagos móviles, un hábito que ha triunfado especialmente entre los usuarios jóvenes. Según el informe del Banco de España, entre la gente de 18 a 24 años, el uso del efectivo ha pasado del 43% de 2022 al 39% de 2024, mientras que el pago móvil ha evolucionado desde el 28% de 2022 hasta el 35% de 2024. Esta tendencia se observa a nivel no solo generacional, sino también, por ejemplo, formativa: quienes tienen estudios superiores recurren menos al efectivo y más a la tarjeta o las apps que quienes registran una formación básica.

El éxito del pago móvil ha sido un camino de largo recorrido. La temprana implantación del contactless abrió la puerta: cuando Samsung Pay aterrizó en Europa en 2016, el primer país en el que se implantó fue España, y lo hizo de mano de CaixaBank, que ya había lanzado esta tecnología en 2012.

A día de hoy, la entidad, a través de su división CaixaBank Payments & Consumer, dispone de 4,85 millones de usuarios de pago móvil, una cifra que ha crecido un 15,3% en el último año. Además, sus clientes realizaron 100,7 millones de operaciones de pago móvil en junio de 2025, lo que supone un aumento del 34,4% en comparación con el mismo mes del año anterior. Estos pagos se hacen también a través de los dispositivos wearables disponibles en el mercado (relojes inteligentes de Google y Apple –con quien se ha aliado para ofrecer pago fraccionado–, soluciones como SwatchPay, GarminPay, Fidesmo...). Esta práctica viene de lejos: en 2014, de hecho, CaixaBank ya impulsó productos como la primera aplicación del mundo para relojes inteligentes, una aplicación para localizar oficinas y realizar conversión de divisas con Google Watch o la primera pulsera Visa contactless, entre otras iniciativas.

En el uso de teléfonos y relojes inteligentes para hacer un pago sin contacto, España se ha convertido en un referente. El análisis La digitalización y democratización de los pagos del consumidor, elaborado por Nuek y AFI, refleja que el 61% de españoles hace pagos contactless mediante estos dispositivos, por delante de Reino Unido, que registra un 54%. En Europa, solo Portugal tiene una mayor adopción. 

Postre: Bizum, el rey de los pagos entre particulares

En España, si hablamos de enviar dinero a amigos o familiares, hay un nombre propio: Bizum. La unión de la mayoría de entidades financieras en 2016 ha conseguido levantar un gigante que, año tras año, aumenta sus cifras de manera exponencial. Como podemos ver, su crecimiento en usuarios ha sido incontestable y ha provocado, entre otras cosas, que expanda su actividad a Italia, Portugal y Andorra.

No solo se trata de que cada vez más españoles usen Bizum, sino de que su uso, de hecho, es más que recurrente. El número de operaciones anuales así lo demuestra: en 2024, se alcanzó los 3 millones de operaciones diarias, con una media de 35 bizums al segundo.

Como hemos ido viendo, los pagos digitales no son una tendencia ni una previsión de futuro, sino una realidad que, además, viene marcada por los gustos y los hábitos de los propios usuarios. Ya sea a través de tarjeta, Bizum, móvil o wearables, lo cierto es que esta tecnología va asumiendo un protagonismo creciente y, en muchos contextos, incluso ya le ha ganado la partida al dinero en metálico. Y con estos ingredientes, España está decidida no solo a liderar este nuevo escenario, sino también a definir cómo será el futuro de los pagos en Europa.