Romper, pero de aquella manera. La decisión de Carles Puigdemont de pedir a la cúpula de su partido romper con el Gobierno de Pedro Pedro Sánchez, habrá que ver qué efectos reales tiene. La reunión en Perpiñán ha durado tres horas, mucho menos de lso previsto. Ahora habrá que ver que efectos reales tiene, esto es, si pone fin a la legislatura y aboca a Pedro Sánchez a la convocatoria de elecciones. Lo de la derecha independentista es un sorber y soplar al mismo tiempo, atrapado entre las tensiones internas de unos alcaldes y dirigentes atemorizados ante el ascenso imparable de los ultras de Alianza Catalana y desechar uno de los pocos instrumentos de poder que tienen en su mano: los siete diputados del Congreso.
Lo cierto es que desde el principio, el prófugo Puigdemont aclaró que su apoyo a la investidura de Pedro Sánchez, era puntual, no exportable al resto de la legislatura. Y semana tras semana Moncloa ha protagonizado negociaciones agónicas, de ultima hora y, tambien, muchas derrotas parlamentarias. Junts se ha alineado muchas veces a PP y Vox en asuntos económicos o fiscales, pero no da el paso de ir a una moción de censura.
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